En japonés existe un término que define la relación entre el hombre y la naturaleza: el 'kami'. Es decir, el espíritu de un lugar, lo que los antiguos romanos, con los que la civilización japonesa tiene muchos puntos de contacto, llamaban 'genius loci'. Los 'kami' se perciben, por ejemplo, en los bosques surcados por senderos de trekking bien señalizados, que aún cubren gran parte del país; o en las cataratas que surgen en la proximidad de los santuarios como símbolo de una fuerza mágica y ancestral; o también en la floritura de los cerezos y en la misteriosa atmósfera creada por el follaje otoñal. En el silencio que envuelve estos lugares, parece escucharse una especie de respiro; la presencia de algo que acompaña a los pasos de los caminantes.
Cesare RomanoEntrar por primera vez en una sala de 'pachinko' es como vivir una experiencia extrasensorial. Luces disparadas, música a todo volumen, y escenografías horteras hacen de telón de fondo a largas filas de máquinas parecidas a tragaperras. El juego consiste en guiar unas canicas metálicas por recorridos con obstáculos hasta alcanzar una meta. Hay personas que pasan horas delante de estas máquinas, sentadas junto a un cubo en el que acumulan las canicas ganadas. Una experiencia lúdica que hay que probar.
Cesare RomanoEn un país en el que hay un ritual para todo, también el baño termal se convierte en algo único. Japón es una tierra volcánica en la que brotan manantiales de agua caliente, lo que ha dado lugar a una cantidad infinita de centros termales. Los hay sofisticados y espartanos, pero todos comparten el ritual preparatorio y purificador: en las bañeras de madera en las que por la alta temperatura del agua no es posible permanecer mucho tiempo, se entra desnudo (la ropa contamina el agua) y tras un lavado previo en otro cuarto. Solo se admite una toalla que dan al entrar para secarse.
Cesare RomanoLos enormes luchadores en taparrabos son uno de los iconos más curiosos de Japón, considerados auténticas estrellas, objetos de culto y de contratos millonarios. Los 'rikishi' -este es su nombre nipón- reciben entrenamiento y preparación es escuelas que tienen la sacralidad de un convento. Antaño eran exclusivamente japoneses, pero hoy se admiten luchadores de todo el mundo, aunque esta apertura no convence a los puristas. Más que una lucha en sí, fascina el contexto: árbitros que parecen sacerdotes, consagración del espacio de combate y toda la omnipresente ritualidad nipona.
Cesare RomanoEn las calles del barrio de Gion, el más antiguo de Kioto, es posible encontrarse todavía con mujeres envueltas en kimono luciendo peinados muy elaborados. Andan lentas sobre sus extraños zuecos, manteniendo la mirada baja y evitando las cámaras de los turistas. Su tarea es entretener, de manera más cultural que física (o por lo menos esta es la tradición) a los acaudalados ejecutivos que frecuentan las exclusivas casas de té y los clubes de barrio.
Cesare RomanoLas ciudades japonesas son lugares peculiares en los que los edificios de ciencia ficción surgen al lado de barrios de sencillas casas bajas, y pequeños santuarios sintoístas se hallan encajados entre paredes de cemento y cristal. Ya sea a nivel del suelo o, como en Tokio, en la última de algunos grandes almacenes. ¿La razón? El respeto a la tradición. Al llevar siglos en el mismo lugar, los santuarios no pueden ser destruidos: de lo contrario, se irritaría el kami. Y así, los templos ascienden hacia el cielo, en contraste con la modernidad del skyline.
Cesare RomanoTorii. Así se llaman los portales de madera, generalmente pintados de naranja, que dan acceso a una zona sagrada. Pasar por debajo supone entrar de inmediato en un mundo distinto. Normalmente, el torii tiene un significado de agradecimiento y largas galerías de arcos remontan las colinas, como las del santuario Fushimi Inari de Kioto. una prueba de la fuerte devoción de las comunidades locales. . Los ideogramas que decoran los torii representan fórmulas votivas o, en ocasiones, firmas de grandes empresas que piden éxito y fortuna a la divinidad del templo.
Cesare RomanoNo hay lugar en Japón donde no se encuentren pequeñas fichas de madera recubiertas de ideogramas y dibujos. Se llaman 'ema' y son una especie de atrapadeseos. Pueden tener forma clásica, rectangular por ejemplo, u otras más complejas, reservadas a categorías de peticiones particulares. Todas, sin embargo, acaban siendo recogidas por las encargadas de los santuarios, que las queman en braseros sagrados para que el humo pueda llevar al cielo el deseo guardado. Se pueden utilizar también billetes, aunque normalmente sirven para peticiones de amor o éxito escolar.
Cesare RomanoEn Occidente se cree que en Japón todo es zen. Nada más equivocado. Esta palabra (que debe su éxito mediático a su brevedad) se refiere a una escuela budista minoritaria entregada a la meditación (que es lo que significa zen). Practicada en origen por aristócratas y samuráis, de esta filosofía han nacido artes marciales y una estética minimalista importada con fruiciónpor Occidente. Los templos zen son esenciales y austeros, con salas cubiertas con tatamis para la meditación y jardines al aire libre, cuya contemplación tiene el efecto de liberar la mente.
Imagen extraída del libro 'Jardines japoneses' de Sophie Walker (Phaidon).
Una comida japonesa puede ser una experiencia muy frugal. Sobre todo en las grandes ciudades, comer fuera es algo muy común, con lo que en el panorama urbano pululan restaurantes de toda clase. Muchos son pequeños locales especializados, donde se sirve solo cierto tipo de comida: sushi, tempura o yakitori, aunque arroz y sopa de miso no falta en ningún sitio. También existe una cocina refinada y creativa, pero en ese ámbito es mejor dejarse aconsejar por alguien que sepa, porque los sabores pueden ser muy imprevisibles.
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