Entrante.
La Cigarrera. La crianza es el secreto de complejidad de un amontillado. Este presenta una sequedad en nariz acompañada de unos envolventes aromas punzantes que casan bien con el atisbo de picor del plato. Sus recuerdos de frutos secos armonizan con la sensación balsámica. De largo post gusto perfecto para hacer el recorrido completo con el plato.
DO: Jerez.
Primer plato.
La bocanada de mar se alía con las notas profundas, casi balsámicas y con recuerdos ahumados de este monovarietal de verdejo segoviano fermentado en barrica. El sutil toque de madera acompaña los sabores de las algas, y su untuosidad y acidez consiguen equilibrar la combinación.
VT: Castilla
Primer plato.
Gerardo Méndez. La potencia aromática del albariño tiene la suficiente personalidad para dejarse notar con solapar las notas marinas yodadas del erizo, que es el fin de un buen maridaje: que plato y copa no se anulen en la alianza. Aromas potentes, boca refinada y la excepcional sedosidad de este personal vino servirán para resaltar los ingredientes marinos.
DO: Rías Baixas
Segundo plato.
Un arroz de muchos ingredientes necesita un vino versátil. Los tonos rosas anteceden a los ricos aromas de frutos rojos que en boca se confirman complejos de buena estructura. Hay hasta afinidad cromática y el vino, con su justa acidez, ayuda a refrescar el paladar para el siguiente bocado.
DO: Navarra.
Segundo plato.
Pago de Vallegarcía. Se puede decir que esta es una alianza de iguales por lo compleja, llena de matices y sorpresas. Los ingredientes bien armados en el arroz, igual que la elegante mezcla de variedades de cavernet sauvignon, merlot, cabernet franc y petit verdot en el vino. Su equilibrada acidez acompaña la untuosidad del plato al que le viene bien la frescura del vino.
VT: Tierra de Castilla.
Segundo plato.
Alejandro Fernández. La caza mayor necesita de vinos envejecidos, con cuerpo, y que hagan de elegante compañero de viaje como este reserva de larga crianza y finos rasgos. Los complejos aromas especiados, de madera y de fruta muy madura, se entremezclan para anticipar una boca armoniosa, un cuerpo con estructura y cantidad de matices.
DO: Ribera del Duero.
Segundo plato.
La carne puede serse maravillosamente escoltada por este tinto soberbio, vigoroso y estructurado. Es justo lo que se necesita para pactar en la mesa y asegurar que se establezca un lenguaje entre copa y plato. Elaborado con tinta de Toro, es un vino complejo, con cantidad de aromas y que mantiene una atractiva frescura de boca redonda.
DOCa: Toro.
Postre.
Un dulce elegante y delicado elaborado con uvas en las que ha hecho su trabajo la 'botrytis cinérea', la podredumbre noble que permite el milagro solo cada ciertos años. La uva se recoge a mano, con mino, casi grano a grano. Para acompañar el bizcocho es perfecto; lo ensalza y no pierde carácter.
DO: Utiel Requena.
Entrante.
Bodegas Bilbaínas. Un brut reserva riojano insólito hecho con tinta garnacha. Un verdadero e impecable 'blanc de noirs'. La crianza de más de 18 meses le confiere aromas complejos e intensos que soportan muy bien el enfrentamiento con los acéticos del plato. Su fina burbuja acompaña las notas cítricas y vivas de la ensalada.
D: Cava.
Foto apertura: Kate Hliznitsova.