México puso la casa y los Raiders hicieron la fiesta en el estadio Azteca

Esta vez, el estadio Azteca no vistió de verde ni tampoco de amarillo y azul. Este lunes en sus tribunas predominaron el negro y el plata de los Raiders, que enfrentaron a Texanos en un partido histórico para la NFL: el primer Monday Night Football de la historia fuera de Estados Unidos.

El estadio lució una fisonomía muy distinta a la de cada jornada del fútbol soccer. En las inmediaciones del Azteca desaparecieron los puestos de comida y la venta de artículos futboleros, muchos de ellos de "piratería" (copias).

El aparcamiento, que normalmente se llena sin problemas, no se ocupó tan rápido como en los días de soccer, cuando el acceso cuesta 80 pesos (casi 4 dólares).

En esta ocasión, el fútbol americano de la NFL, un espectáculo mucho más caro, llevó el precio del estacionamiento a 1.184 pesos (más de 55 dólares).

En una colonia aledaña al inmueble, los vecinos hicieron su agosto alquilando lugares para estacionar por 500 pesos (unos 25 dólares).

No fue barato para la afición mexicana estar presente en el estadio Azteca. Los boletos costaron entre 550 y 6050 pesos. Además, las localidades se redujeron radicalmente, de 105.000 a 81.000 asientos, para cumplir con los requerimientos de la NFL.

Un ambiente muy distinto se vivió desde las horas previas al partido. Aún no se abrían las puertas del estadio Azteca cuando en sus alrededores ya se escuchaba un canto de batalla imponente por su resonancia grave y por alargado: "Raaaaaaaideeeeers, Raaaaaaaideeeeers".

Un contingente negro y gris se asentó, como si fuera una tribu, en uno de los extremos del estacionamiento, resguardado por un paredón de piedra.

Personajes peculiares se pudieron ver: un mimo de smóking con una sonrisa de dientes metálicos, Darth Vader -el villano de la Guerra de las Galaxias-, un guerrero romano con su casco plateado, una calavera con sombrero de charro. Y entre todos ellos una morena con sensual escote y un penacho azteca.

"Me llaman Azteca Raider Queen", cuenta Marisa Hernández a la AFP. Tiene 45 años y llegó a México a apoyar a sus "Malosos". "Soy mexicana y me gusta la cultura azteca", añade esta mujer originaria de San Francisco, California, hija de mexicanos.

A Marisa la acompañan, sus dos pequeños hijos, Anahí y Joaquín, y su esposo Daniel Coronado. "A él lo conocen como Raider Misterio" por la máscara de luchador que le cubre el rostro.

La familia Coronado llegó a México en un viaje que les costó 2.000 dólares. "Somos parte de la nación Raider. Aunque nos conozcan como 'malosos', somos como una familia, nos apoyamos en todo".

Reunidos alrededor de un auto con una manta que dice "You're in Raider Country" ("Está en el país de los Raiders"), los fans del equipo de Oakland conviven. Beben cerveza, también tequila; comen tacos de canasta y también hamburguesas.

"Quiero tomarme una foto con esos güeyes", dice un Raider "mexicano" recién llegado al estadio. Busca retratarse con una estadounidense y ella, en broma, le cobra 5 dólares por foto.

En unas bocinas instaladas, así como primero se escucha el rap de Eminem, luego se oyen canciones de tambora, muy a la mexicana.

Y de repente aparece un mariachi de ocho elementos bien plantados con sus trajes negros de charro. "Vamos a enseñarles a los gringos cómo se festeja en México", alardea un muchacho que ha traído a los músicos.

La nación Raider se hace una sola cuando el mariachi canta el Cielito Lindo. Solo algunos se saben varias estrofas, pero todos se unen en el estribillo "ay, ay, ay, ay, canta y no llores".

Y luego, con las notas alegres del mariachi todos cantan "oe, oe, oe, Raiders, Raiders".

Así vivieron las horas previas al juego los fans de los Raiders, considerado como el quinto equipo más seguido en México por la NFL, que tiene una afición de 25 millones de personas en este país.

Los Texanos de Houston no figuran en el "top ten" de equipos con seguidores en México. Su presencia en el Azteca fue mínima comparada con la abrumadora mayoría Raider.

"Es que nosotros somos nuevos en la liga", dice Jeanie Saucedo, de 33 años, originaria de Houston. Junto a su esposo Eric, dos años mayor y mexicano de nacimiento, Jeanie viajó a México a seguir a sus Texanos.

"Es una pasión mutua", dice ella y él comenta que la comparten "desde 2002, cuando los Texanos se convirtieron en el nuevo equipo de la liga".

Jeanie y Eric suelen gastar entre 90 y 200 dólares cuando ven a los Texanos en Houston. Esta vez invirtieron 2.000 dólares. "Nada extraordinario", dice Eric, lo extraordinario para él es haber conocido el estadio Azteca, a pesar de que los Raiders hayan sido mayoría.

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