Guatemaltecos visitan tumbas de víctimas de tragedia por alud

  • En medio del llanto frente a un panteón del cementerio de un pueblo guatemalteco, familiares adornaron este domingo con flores las tumbas donde están sepultados seres queridos víctimas de un alud que dejó 280 muertos, en la celebración del Día de Todos los Santos.

Coronas de flores blancas y rojas y rosas de varios colores fueron colocadas en las rústicas tumbas en el panteón comunitario construido a raíz de la tragedia, registrada hace un mes en la comunidad El Cambray II, en el municipio de Santa Catarina Pinula, unos 15 km al este de la capital guatemalteca.

En la entrada del cementerio está colocada un anda con la imagen de Cristo Sepultado y en el lugar resuena una música sacra, que hace más lúgubre la escena para los familiares que están de luto.

La noche del pasado 1 de octubre el desprendimiento de una montaña arrasó unas 125 viviendas que se encontraban en la parte baja, provocando una de las peores tragedias mortales en los últimos años en este país centroamericano.

Las cifras oficiales indican que el saldo fue de 280 muertos y 70 desaparecidos.

El lugar, llamado zona cero por las autoridades, fue declarado inhabitable por el gobierno del presidente Alejadro Maldonado y a los sobrevivientes les construirán viviendas en un poblado aledaño, San José Pinula.

Margarita Cuyuch Sontay no para de llorar al pie de la construcción mientras otros familiares colocan los arreglos florales donde están sepultados doce seres queridos, entre ellos su madre, Santos, hermanos y sobrinos.

Recuerda entre sollozos que con su familia migró a la capital hace más de 16 años procedente del pueblo indígena de Totonicapán, unos 200 km al oeste de la capital, con la intención de buscar la superación.

"Nos venimos para acá pensando en estudiar y superarnos, pero aquí se quedó (sepultada) toda mi familia", relata a la AFP, mientras se limpia con los dedos las lágrimas que resbalan en su rostro.

Margarita también vivía en esa comunidad junto a su esposo y sus dos pequeñas hijas, pero la tierra que arrastró el alud no afectó su vivienda, que estaba a escasos 100 metros de sus otros familiares.

"Tía dónde está la abuelita", le pregunta con inocencia su sobrina Vicky, de unos cinco años. Ella con el índice derecho le muerta el lugar y añada: "allá también está tu tío Manuel", quien está sepultado al costado.

Las tumbas de la familia Cuyuch son de las pocas que tienen colocada una lápida de mármol, pues las otras solo tienen los nombres de los fallecidos escritos rústicamente en el cemento, donde también está plasmada la fecha de nacimiento y el fatídico 1 de octubre.

En medio de las muestras de dolor, dos albañiles le dan los últimos retoques a nueve lápidas que colocaron entre el sábado y este domingo para identificar a los miembros de la familia García, también víctimas del deslave.

"Era muy amigo de la familia y la noche de la tragedia fui al lugar con otras personas para trabajar en el rescate, pero no pudimos hacer nada", lamentó a la AFP Ricardo Sánchez, uno de los dos obreros.

Aunque no perdió a ningún familiar, la sexagenaria Emilia González, llevó flores a las tumbas de cuatro miembros de la familia Chuc Navas porque una su nieta estudió desde la primaria hasta graduarse de la secundaria (pre universitario) con Jennifer, una de las víctimas mortales.

"Ellas se querían como hermanas porque siempre estudiaron juntas. El día de la tragedia estaba en mi casa y el papá la fue a recoger como a las nueve de la noche, una hora antes que pasara todo", rememora González.

Considera que si hubiera llamado por celular para pedir permiso a la familia y que ella se quedara a dormir en su vivienda, Jennifer aun estaría con vida.

Los visitantes que llegan a adornar las tumbas donde descansan sus familiares no desaprovechan la oportunidad para llegar a una parte del cementerio donde se puede observar a la distancia la zona cero de la la tragedia y tomar fotografías con sus celulares.

ec/hov

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