En Soto del Real

El expresidente de Pescanova ingresa en prisión para cumplir una pena de 6 años

De esta forma, Fernández de Sousa-Faro cumplirá su condena por un delito continuado de falsedad en las cuentas anuales de la empresa y, también, por un delito continuado de falsedad de información económica y financiera.

El expresidente de Pescanova ingresa en prisión para cumplir una pena de 6 años.
El expresidente de Pescanova ingresa en prisión para cumplir una pena de 6 años.
Europa Press

Manuel Fernández de Sousa-Faro, expresidente de Pescanova, ha ingresado este martes en la prisión madrileña de Soto del Real, lugar en el que permanecerá durante seis años tras haber sido condenado por un delito continuado de falsedad en las cuentas anuales de la empresa y, también, por un delito continuado de falsedad de información económica y financiera.

En concreto, los magistrados concedieron al expresidente diez díaz para entrar de forma voluntaria en prisión, después de que la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo rechazase aclarar la sentencia contra el empresario dictada el pasado 10 de febrero. De esta forma, De Sousa ha agotado el plazo y ha entrado en la mañana de este martes a la cárcel de Soto del Real, tal y como han señalado fuentes consultadas por Europa Press.

Manuel Fernández de Sousa-Faro fue condenado a seis años de prisión por un delito continuado de falsedad en las cuentas anuales de la compañía y por un delito también continuado de falsedad de información económica y financiera. Inicialmente, la Audiencia Nacional lo había condenado a ocho años de cárcel. Sin embargo, el Supremo rebajó su pena en dos años al absolverle de los delitos de estafa, falsedad documental y aplicar una atenuante por dilaciones indebidas, confirmando el resto de la condena por manipular las cuentas para captar inversores.

Financiación a través de prácticas irregulares

El fallo de la Audiencia Nacional relataba prácticas irregulares llevadas a cabo por la antigua cúpula de Pescanova, a cuyo frente se encontraba el empresario con la colaboración de los responsables de los departamentos más relevantes. La sentencia indicaba que a raíz de la crisis financiera que estalló en 2008, el presidente de la firma gallega, con el objeto de poder seguir disfrutando de la financiación bancaria de la que dependía Pescanova por el esfuerzo inversor ejercido en los años anteriores, planeó, junto con un grupo de personas de su confianza, seguir obteniendo financiación a través de una serie de mecanismos o prácticas irregulares.

Una vez conseguida, apuntaba, se llevaron a cabo otra serie de manipulaciones en las cuentas anuales u otros documentos oficiales que reflejaban la situación financiera de la empresa "para conseguir unos resultados positivos que no se correspondían con la situación real y, que, tras ser oficialmente publicados, permitían captar nuevos inversores y desplazar a la financiación bancaria y sus excesivas comisiones".

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