2033, el año en que la Humanidad llegará a Marte (si estas empresas tienen éxito)

  • Dentro de 15 años, la Tierra y Marte estarán en la posición ideal para enviar un viaje tripulado, pero hay tres retos fundamentales que solucionar
Fotograma de 'El Marciano', película protagonizada por Matt Damon.
Fotograma de 'El Marciano', película protagonizada por Matt Damon.
Fotograma de 'El Marciano', película protagonizada por Matt Damon.
Fotograma de 'El Marciano', película protagonizada por Matt Damon.

En julio de este año, la Tierra y Marte alcanzarán su oposición perihélica; esto es, el punto en que más cerca pueden estar ambos planetas: cuando Marte alcanza el punto más cercano al Sol en su órbita elíptica mientras que, simultáneamente, la Tierra pasa entre este planeta y el Sol.

Aunque los dos planetas estarán todavía a algo más de 56 millones de kilómetros, se trata del momento oportuno para preparar un viaje a Marte, que podría completarse en unos 200 días –comparado con los 250 que llevaría si los planetas se encuentran en una posición más alejada–.

Por desgracia, de aquí a julio es imposible que contemos con la tecnología para llegar al planeta rojo, y este momento solo se repite cada 15 años. Pero ¿en qué fase estarán los proyectos para llevar al ser humano a la Luna en este tiempo? 2033 será el momento perfecto para enviar una misión tripulada. ¿Estaremos preparados entonces?

Como explica en The Guardian Zahaan Bharmal, el director de marketing de Google galardonado por la NASA por su proyecto YouTube Space Lab, “hemos avanzado mucho en los últimos años con rovers y robots. Pero todavía hay mucho por entender sobre cómo llevar a las personas a Marte de manera segura y asequible”.

Una nueva carrera espacial

No cabe duda de que en la próxima década viviremos una nueva carrera espacial. El presidente de EEUU, Donald Trump, ha anunciado que prevé enviar una nueva misión tripulada a la Luna para construir una base que sirva como preparación a un futuro viaje a Marte. Un anuncio que llega después de que amenazara con cercenar ampliamente el presupuesto de la NASA y responde, sin duda, a un intento para que China no le lleve la delantera.

El país asiático tiene programado lanzar su primera sonda a Marte en 2020, con tres objetivos simultáneos: orbitar, aterrizar y explorar el terreno. Además, está construyendo una base de investigación en el desierto del Gobi, donde planea imitar las condiciones marcianas.

El CEO de Space x, Elon Musk / Dan Taylor, Heisenberg Media
El CEO de SpaceX, Elon Musk / Dan Taylor, Heisenberg Media

Pero la verdadera novedad de esta nueva carrera espacial será la entrada en liza de diversas empresas privadas, que jugarán un papel fundamental en las próximas misiones a Marte, líderes en innovaciones tales como cohetes reutilizables y sistemas horizontales de lanzamiento.

Según apunta la BBC, en 2016 el sector del espacio alcanzó un valor de 329.000 millones de dólares, y tres cuartas partes de esta suma provenían del sector privado, no de los gobiernos.

Los planes de Elon Musk, fundador y dueño de SpaceX, son, de hecho, bastante más ambiciosos que los de EEUU o China. Su intención es probar su “cohete jodidamente grande” (BFR, por sus siglas en inglés) en 2022 y programar cuatro viajes a Marte en 2024, dos de ellos tripulados. Sus objetivos finales son colonizar Marte, construir una base en la Luna y establecer viajes comerciales a cualquier parte de la Tierra en menos de una hora.

Los tres retos de que hay que superar para llegar a Marte

Pero, fantasmadas de Musk aparte, lo cierto es que, como explica Bharmal, para poner un pie en Marte tendremos que abordar tres grandes problemas, que aún están lejos de solucionarse. Son estos:

Los cohetes

El cohete Falcon 9 / Space X
El cohete Falcon 9 / Space X

Para llevar personas a Marte es necesario tener cohetes lo suficientemente grandes como para almacenar el combustible necesario para la ida y la vuelta (aunque una de las opciones que se baraja es que haya exploradores que nunca regresen). Pero, además, hay que lograr esto sin dejarse una cantidad demasiado gigantesca de dinero. Con las tecnologías actuales, una misión de ida y vuelta podría costar entre 100.000 y 500.000 millones de dólares.

La única manera de que los costes no se disparen es que los cohetes sean reutilizables. Este es el principal objetivo de SpaceX, que ya ha logrado lanzar y aterrizar su modelo Falcon 9 que, de hecho, se está utilizando ya para enviar suministros a la Estación Espacial Internacional. La empresa de Musk planea lanzar este año un nuevo cohete, bautizado como Falcon Heavy, que será un paso esencial para alcanzar su verdadero objetivo, el BFR, capaz de transportar a 100 personas y una carga útil de 150.000 kilos.

En opinión de Bharmal no cabe duda de que Musk tendrá listo su “cohete jodidamente grande” en 2022 y seguro que para 2033, sino antes, estará listo para llevar misiones tripuladas a Marte –vendiendo su tecnología al mejor postor–.

Hay que apuntar, además, que el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, también tiene su propia empresa de cohetes, Blue Origin, y aunque va más retrasado que su competidor tiene el músculo suficiente para entrar en la carrera.

La salud mental de la tripulación

En 2013 se llevó a cabo la misión espacial simulada más larga de la historia: un viaje de ida y vuelta de 17 meses al planeta rojo en una nave espacial falsa ubicada en un polígono industrial de Moscú. De los seis participantes en el experimento cuatro sufrieron graves problemas mentales.

Parece que el principal problema no es la movilidad o la ausencia de ciclos horarios –todo esto se puede mitigar– sino el aburrimiento que supone estar tanto tiempo en un espacio tan limitado, con las mismas personas. Los participantes en el experimento mataban el tiempo leyendo, viendo películas o jugando al Guitar Hero, pero pese a esto la monotonía de la rutina les paso factura.

Este no es el único experimento que se ha llevado a cabo al respecto. El Hi-Seas Project (Hawaii Space Exploration Analog and Simulation) lleva cinco años colocando a grupos de astronautas en una nave simulada colocada en el interior de un volcán, para recrear en la medida de lo posible las condiciones de una futura colonia en Marte. Se está probando desde el impacto en la salud de la dieta que se podría llevar en el planeta rojo, hasta la impronta psicológica que acarrea la convivencia en un entorno claustrofóbico.

Los participantes en el Hi-Seas Project, a diferencia de los que estuvieron encerrados en un polígono de Moscú, tienen agendas ocupadas durante toda la jornada, imitando los posibles trabajos que se harían en Marte y de momento no se han registrado problemas significativos.

En opinión de Bharmal no conoceremos el verdadero impacto sobre la salud de un viaje tripulado a Marte hasta que se efectúe, pero esto no será óbice para que se haga de todas formas.

La radiación

Boceto del proyecto In Sight en Marte / Nasa
Boceto del proyecto In Sight en Marte / Nasa

Un viaje de ida a Marte expondría a la tripulación a 15 veces el límite de radiación anual que soporta un trabajador en una planta de energía nuclear, lo que expone a los astronautas a sufrir problemas de visión, demencia y todo tipo de cánceres.

Para evitar la radiación es necesario proteger las naves con escudos, pero estos incrementan la masa, lo que aumenta el consumo de combustible y, por tanto, el coste de la misión, que sigue siendo uno de los principales problemas. La radiación puede reducirse también yendo más rápido, pero para eso se necesitan, de nuevo, mejores cohetes.

En los próximos años, no obstante, tendremos más datos sobre la radiación cósmica. Este es uno de los principales campos de estudio en la Estación Espacial Internacional y la Voyager 1, por lo que cada vez tendremos más información sobre cómo planificar las misiones para reducir su impacto.

En mayo, además, la Nasa lanzará un nuevo programa de exploración marciana bautizado como InSight (acrónimo en inglés de “Exploración Interior utilizando Investigaciones Sísmicas, Geodesia y Transmisión de Calor”), un robot geofísico que estudiará, entre otras muchas cosas, el comportamiento de la radiación del viento solar en la superficie de Marte.

Pese a estos avances, Bharmal cree que la radiación es el problema que más lejos está de solucionarse si queremos llegar con éxito al planeta rojo en 2033.

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