Así será la universidad en el futuro: 5 elementos clave para su supervivencia

  • La educación superior necesita adoptar cuanto antes las nuevas tecnologías y, lo que es más importante, flexibilizar su oferta.
Los campus seguirán existiendo, pero su funcionamiento será muy distinto / Pixabay
Los campus seguirán existiendo, pero su funcionamiento será muy distinto / Pixabay

No cabe duda de que la educación superior seguirá siendo decisiva en el futuro, pero parece claro que la universidad necesita un enorme lavado de cara. Debido a su rígida estructura, se trata de una institución que se adapta de forma muy lenta a los cambios, y en un mundo como el actual esto no es una opción.

La educación superior necesita adoptar cuanto antes las nuevas tecnologías y, lo que es más importante, realizar cambios estructurales que permitan ofrecer la educación que se demanda en cada momento: ya no vale cambiar el Plan de Estudios cada veinte años.

En opinión de Nafis Alam y Graham Kendal, profesores de las universidades de Reading y Nottingham, respectivamente, “dentro de unos pocos años, las universidades bien pueden haber cambiado más allá de todo reconocimiento”. Así lo apuntan en un artículo en The Conversation en el que aseguran que el principal motor de este cambio será la inteligencia artificial (IA). Y estos son los cinco elementos clave que permitirán a las universidades adaptarse a los nuevos tiempos:

1. Aprendizaje personalizado

Las universidades más punteras ya están usando algoritmos de inteligencia artificial para personalizar el aprendizaje y ofrecer contenidos que se adapten a las necesidades de los estudiantes y a su ritmo de aprendizaje, una tendencia que continuará creciendo.

Como explican Alam y Kendal, numerosas investigaciones muestran que diferentes personas tienen diferentes aptitudes, habilidades y orientaciones para aprender cuando se exponen a los mismos contenidos y entornos de aprendizaje. “Ofrecer plataformas de aprendizaje adaptativas y personalizadas reconoce la diversidad que es parte de cualquier ecosistema de aprendizaje”, apuntan los profesores. “Este será un cambio significativo para las universidades, ya que se aleja del modelo tradicional de “un plan de estudios para todos”.

No cabe duda, además, que las universidades tendrán que inventar ofertas académicas más flexibles, que se adapten a las necesidades del mercado laboral, algo indispensable para competir con las cada vez más potentes plataformas de aprendizaje online por cursos.

Muchos autores piensan ya que, en muchos casos, las carreras y grados desaparecerán tal como los conocíamos, y la educación superior se brindará en un conjunto de cursos flexibles, más similares a los posgrados actuales, durante gran parte de la vida laboral.

La educación será cada vez menos presencial / Pixabay
La educación será cada vez menos presencial / Pixabay

2. Aprendizaje a distancia y flexible

Al igual que la oferta académica tendrá que ser a la fuerza más flexible, también lo será la forma en que se impartan las clases. “A medida que se desarrolla la IA educativa, los estudiantes podrán estudiar donde quieran, cuando quieran y utilizando la plataforma que deseen”, apuntan Alam y Kendal. Las tabletas y los móviles serán herramientas indispensables.

Esto no quiere decir que vayan a desaparecer las clases presenciales, pero teniendo en cuenta que cada vez más personas compaginarán estudios y trabajo, y la enseñanza será cada vez de tipo más práctico, la flexibilidad en este sentido será imprescindible.

Las nuevas tecnologías permitirán además que las clases físicas sean más interactivas, permitiendo, por ejemplo, que participen estudiantes o profesores que no están en el aula.

3. Campus inteligentes

El “internet de las cosas” transformará la vida en el campus. Las aulas estarán equipadas con dispositivos que permitan adaptar el espacio a cada necesidad concreta. En este sentido, habrá un cambio importante en la seguridad: la supervisión de la asistencia y los exámenes también se automatizarán y serán mucho más robustas. La universidad no puede permitirse más casos como el de Cristina Cifuentes si quiere mantener el prestigio que le queda.

El desarrollo de la tecnología también permitirá que los campus inteligentes adopten sistemas avanzados para monitorizar y controlar automáticamente todas las instalaciones, ya sean los aparcamientos, las alarmas de los edificios, el uso de las aulas, la calefacción o la iluminación, con el consiguiente ahorro de costes.

4. Mejor atención al estudiante (y menos burocracia)

Como todo el mundo que ha estudiado una carrera sabe, las secretarías de las universidades suelen ser un caos: la información es confusa, las matriculaciones complicadas y la burocracia para cualquier trámite una tarea ardua. Pero la inteligencia artificial puede ser muy útil para agilizar todos estos trámites.

Un ejemplo pionero es el de la Deakin University, en Australia, que ha llegado a un acuerdo con IBM para implementar su supercomputadora Watson en el servicio de atención al estudiante. Este ordenador, combina la inteligencia artificial y un sofisticado software analítico para responder a las preguntas de los usuarios. Gracias a Watson la universidad tendrá un servicio de atención 24 horas, automático y que se podrá consultar en remoto.

5. Análisis del rendimiento de estudiantes e investigadores

La tecnología de blockchain –o cadena de bloques, en castellano– será decisiva en el futuro, también en el ámbito universitario. A grandes rasgos, el blockchain es una forma de transmitir los datos por la cual todos los implicados en el proceso tienen la información de lo que ha ocurrido en cada transmisión de información. Esto permite una transparencia total y una mayor seguridad, algo tremendamente útil en el ámbito universitario, tanto en lo que respecta a la burocracia como a la investigación: se podría desterrar por completo cualquier tipo de fraude.

El blockchain permitiría además ser mucho más riguroso en cuestiones como las convalidaciones o las estancias, lo que agilizaría enormemente el intercambio de estudiantes e investigadores entre centros. Como apuntan Alam y Kendal la cadena de bloques también puede utilizarse para registrar los derechos de propiedad intelectual que surgen de la investigación académica y serviría para rastrear si reutilización para evaluaciones de impacto. “Esto transformará la forma en que operan las universidades y ayudará a demostrar el verdadero impacto que la investigación académica puede tener”, aseguran los profesores.

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