Esta influencer pasó de 'au pair' de niños ricos, a multimillonaria con solo 33 años

Amada Frances
Amada Frances
Amada Frances

Amanda Frances ha convertido su nombre en una firma multimillonaria pero, a lo largo de sus 33 años, sirvió cócteles, dio brochazos de pintura, fue becaria en un periódico y enrolló burritos en un restaurante mexicano. De las decenas de trabajos que llevó a cabo en su etapa universitaria, antes de lograr un puesto de CEO en Malibú, su faceta más duradera fue la de 'au pair' de los niños de las familias ricas de Highland Park, en el estado de Texas. Mientras calentaba biberones y doblaba sábanas de algodón egipcio que nunca hubiera pensado poder costearse, Frances se dio cuenta de que debía descubrir cómo ganar dinero marcando la diferencia.

Cuando apenas había pasado de los veinte, esta emprendedora estudiaba Psicología, se estaba licenciando como terapeuta, y empezaba a trabajar en un doctorado que, finalmente, tuvo que abandonar para centrarse en su propio proyecto. El negocio partió de una humilde página web que ella misma diseñó y programó. La misma Frances, explica en sus tutoriales cómo se dedicó a colgar anuncios de este sitio online en las cristaleras de los Sturbucks de Dallas, donde era consciente de que muchos de sus potenciales clientes pasaban largas tardes con en busca de una buena dosis de cafeína... y no se equivocaba.

Los primeros usuarios en ponerse en contacto con ella llegaron desde estos establecimientos, atraídos por el mensaje y la estética de sus anuncios, pero ¿cuál era exactamente su producto? Frances se formó a si misma de manera paralela a la educación reglada aunque afirma que nunca ha comprado un libro de negocios ni ha asistido a ningún curso empresarial. Cuando abandonó el doctorado, la empresaria acumulaba una deuda de un par de cientos de miles de dólares por los créditos con los que había tenido que financiar sus estudios. Ese fue precisamente el pilar que sostuvo su empresa.

Amanda Frances optó por enfocar todos sus esfuerzos en encauzar y dominar su carrera y gestionar el presupuesto que tenía en su poder. Una vez que lo logró, su objetivo se hizo más ambicioso: "Quise enseñar a otras mujeres a hacer lo mismo". Con este fin la estadounidense ha logrado definir los tres puntos esenciales de su propio crecimiento personal, algo que valoran sus casi 500.000 seguidores de Instagram.

Define bien lo que quieres conseguir... y escríbelo

Durante casi una década al frente de su empresa, Amanda Frances Inc., la CEO se ha dado cuenta de que en muchas ocasiones las personas dicen y repiten que van a hacer algo pero después las ideas se traspapelan y algunas tareas quedan en el fondo del cajón. Frances resolvió empezar a redactar un diario donde quedaran impresos aquellos objetivos que, en el día a día, se tornan inalcanzables. 

Esta idea, como muchas otras, es una de las acciones que la joven lleva realizando desde su faceta de niñera cuando "enumeraba quién era, qué iba a tener que hacer y hacia dónde iba". Así, ha logrado redactar una especie de hoja de ruta a largo plazo que le impide perder de vista las metas.

Mira al día a día sin olvidarte del largo plazo

Cuando empezó en el universo empresarial, Frances ya sabía que su meta estaba en crear una firma millonaria... pero antes debía llenar la nevera y pagar el alquiler de su modesto piso. Ahora, la experiencia le ha enseñado que, aún en la cima del éxito, se deben mantener ambas visiones: "Te animo a que te veas en tu próximo nivel de éxito mientras continúas haciendo lo que se requiere en tu vida diaria". Esta es la única manera en la que, según la CEO, puedes cumplir con las necesidades que fija la urgencia cotidiana... sin perder de vista por qué empezaste y hacia dónde te diriges.

Aprende a hacer 'oídos sordos'

El mayor consejo que la multimillonaria hace apuntar a los alumnos de sus cursos digitales es el de ignorar a todo el mundo... "y digo a todo el mundo". Según sus propias vivencias, la gente que nos rodea siempre tiene algo que decir respecto a las metas que te marcas, los plazos que te impones y los senderos que escoges para alcanzarlas. Todo ello puede desviarte de tu camino y, si cedes demasiado, también de tu felicidad. 

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