Y menos "trabajo en equipo"

El milagro de Brooklyn Nets, o por qué es necesario más liderazgo compartido

El nuevo 'big three' de la NBA desmonta la división clásica de las grandes corporaciones entre estrellas y clase media trabajadora... gracias a la Teoría de Roles.

Kevin Durant, James Harden y Kyrie Irving
El milagro de Brooklyn Nets, o por qué es necesario más liderazgo compartido. De izquierda a derecha, Kevin Durant, James Harden y Kyrie Irving.
NBA.com

En la mayoría de las grandes corporaciones del mundo existe una concepción jerárquica clásica que divide la fuerza laboral en dos bloques bien diferenciados: estrellas -o supervisores, directores de área, etc.- y clase trabajadora -empleados rasos, especialistas en una función o departamento-. A los primeros se les exige liderazgo, mientras que los segundos deben responder con algo que los reclutadores se han empeñado en llamar "trabajo en equipo" (como si alguien fuese capaz de trabajar completamente solo dentro de una empresa). Pero, ¿y si mezclásemos por un segundo ambos estratos, eliminando la barrera invisible que los separa? ¿Qué nos quedaría? Lo que la ciencia define como liderazgo compartido.

No, no se trata de ningún concepto de herencia marxista-leninista, sino de la evolución lógica de las empresas en un mundo globalizado y deslocalizado; un modelo jerárquico que no impide que haya jefes y empleados, pero que concede más protagonismo al individuo como líder y, al mismo tiempo, parte de un equipo, eliminando la figura de autoridad al que tradicionalmente ha ido unido ese concepto, tal y como explicaba hace unos días el experto el 'management' Scott Dust, profesor en la Universidad de Miami, en este artículo de 'Psychology Today'.

"La idea de que los miembros del equipo pueden ejercer una influencia mutua dinámica entre sí se denomina liderazgo compartido y es un catalizador poderoso para facilitar mejores procesos de equipo y, a su vez, un mayor rendimiento del equipo", explica Dust, que matiza que "el liderazgo compartido va más allá de ser un buen compañero de equipo. Es una oportunidad para que los miembros del equipo desarrollen todo su potencial, influyan positivamente en los demás y optimicen las interacciones del equipo".

El 'big three' y el intercambio de roles

Vale, ¿y qué quiere decir exactamente todo esto? Veámoslo con un ejemplo práctico y actual: el 'big three' que ha conformado esta temporada Brooklyn Nets en la NBA. Kevin Durant, James Harden y Kyrie Irving representan, probablemente, el trío de mayor talento en bruto de la liga en estos momentos. Los tres son líderes natos y lo han demostrado a lo largo de su carrera. Sin embargo, las recientes experiencias con otros tríos de ensueño en la NBA arrojan resultados dispares. 

Si bien algunos han pasado a la historia por su calidad y logros -especialmente el 'big three' de Paul Pierce, Ray Allen y Kevin Garnett en Boston (2007-2012) y el de LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh (2011-2014)-, otros resultaron en fracasos estrepitosos, como el formado por los Lakers de Kobe Bryant, Steve Nash y Dwight Howard hace casi una década. ¿Por qué? Porque no siempre se consigue que tres estrellas de primer nivel consigan sacar lo mejor de sí mismas incluso sacrificando puntos por partido o protagonismo en ataque. Tal vez, porque a veces no se entiende muy bien qué es el liderazgo compartido.

Este concepto se basa en la Teoría de Roles, que sugiere que las contribuciones relacionadas con el trabajo y los patrones de interacción de los individuos se pueden clasificar en varios grupos, tal y como apunta Dust, que describe cuatro roles de líder: los navegantes, que establecen la dirección y organizan las tareas; los ingenieros, que resuelven problemas y entregan resultados; los integradores, que facilitan la cooperación y la comunicación; y los enlaces, que monitorizan el medio ambiente y actúan como conectores para los recursos externos.

Es decir, que por definición una sola persona no puede representar los cuatro tipos de liderazgo. "La primera premisa central del liderazgo compartido basado en roles es que los equipos son más efectivos cuando cada uno de los roles es propiedad de uno o más miembros. Una segunda premisa central es que los equipos son más efectivos cuando pueden reclamar y otorgar ingeniosamente estos roles de liderazgo a sus miembros, dadas sus circunstancias en cualquier momento

En el caso de Brooklyn Nets, los resultados -esta semana lograba cinco victorias consecutivas- parecen avalar esta compenetración entre sus miembros. James Harden es el mejor ejemplo de esta reasignación de roles dentro del equipo: de promediar casi 35 puntos por partido en su última temporada completa en los Houston Rockets, ha pasado a apenas 25 tantos por noche; en cambio, en este tiempo ha aumentado su media de asistencias de 7,5 por encuentro a casi 12. Es decir, que en el proceso de integración a su nuevo equipo, ha asumido que su rol ya no es el de líder absoluto en anotación, sino que ha llegado para asumir la función de 'playmaker', ni más ni menos.

Porque esa función que se le presume tradicionalmente al base de cualquier equipo de baloncesto no es exactamente la que realiza su compañero Kyrie Irving. Esta temporada, se ha mantenido en los números de su carrera, con alrededor de seis asistencias y 27 puntos por partido. Por el contrario, Kevin Durant es el que más ha crecido en el rol de tirador, promediando 29 tantos por noche, tres más que en su última temporada en Golden State. ¿El resultado? Un equipo que con apenas tres jugadores anota más de 80 puntos cada noche, pero sin perder de vista al colectivo. 

A esto hay que añadir el inesperado fichaje de una cuarta estrella fraguado este fin de semana en Brooklyn: la llegada de Blake Griffin supone un auténtico reto para los Nets, ya que el ala-pívot ha fichado por el mínimo de la liga -alrededor de un millón anual-, renunciando así a su ficha de 13 millones de dólares para poder ser campeón. A sus 31 años, ni sus números ni su físico son lo que eran, pero el antiguo all-star añade más fondo de armario a un equipo que lo apuesta todo al colectivo. El mejor ejemplo de ello es que Joe Harris, el escolta titular antes de la llegada de Harden, no solo no ha empeorado sus números de anotación, sino que está por encima de los de la temporada pasada.

Esto se explica en gran parte gracias a la comprensión de Steve Nash -ahora entrenador de los Brooklyn Nets- de ese liderazgo compartido del que habla la Teoría de Roles. En especial, de la mentalidad de intercambio de roles, que reconoce que quien sea más adecuado para un rol de liderazgo específico debe ser el que reclame ese rol de liderazgo. Esta mentalidad también reconoce que la tarea en cuestión evolucionará inevitablemente y es posible que los diferentes miembros del equipo no siempre estén disponibles. Y ahí es donde entra en juego el buen hacer de un entrenador.

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