Así es el 'cole' de moda en Silicon Valley: “Los niños son conejillos de indias”

  • AltSchool parecía el futuro de la educación, pero decenas de padres aseguran que han estado experimentando con sus hijos por 27.000 dólares al año
En AltSchool los niños conviven con tablets y ordenadores en la más tierna infancia / AltSchool
En AltSchool los niños conviven con tablets y ordenadores en la más tierna infancia / AltSchool

En 2013, el ejecutivo de Google Max Ventilla dejó al gigante informático para fundar AltSchool, una compañía destinada a revolucionar para siempre la educación Primaria. La idea, como todo lo que sale de las mentes de Silicon Valley, parecía prometedora: gracias a una plataforma informática, que monitoriza constantemente la actividad de los niños, los profesores pueden personalizar los contenidos que les ofrecen.

“Con la capacidad de capturar momentos de aprendizaje activo a medida que ocurren, nunca ha sido más fácil documentar, compartir y analizar el crecimiento socioemocional y el progreso académico de un niño”, se puede leer en la página web de la escuela, cuyos claims parecen sacados de Un mundo feliz.

Pero a los próceres del valle del Silicio el hecho de controlar a los niños con cámaras durante toda su existencia les pareció una buena idea y, en solo dos años, Ventilla logro recaudar 175 millones de dólares. Solo la Founders Fund, la sociedad de capital riesgo que lidera el fundador de PayPal, Peter Thiel, invirtió 100 millones de dólares en la compañía, que también recibió financiación del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg.

El año pasado, se abrieron seis escuelas en San Francisco, Palo Alto y Brooklyn, y un puñado de afortunados padres pudieron matricular a sus hijos tras aportar la friolera de 27.000 dólares al año por niño. Desde entonces se han escrito cientos de artículos sobre su modelo educativo, que ha sido ensalzado hasta la saciedad como el futuro de la educación primaria: un aprendizaje basado en proyectos, donde los niños trabajan de forma colaborativa, con un programa adaptado a sus progresos, un profesor por cada ocho alumnos, robots e impresoras 3D.

Pero las cosas no han ido tan bien como se esperaba.

El Facebook de AltSchool está repleto de niños felices con 'tablets' / AltSchool
El Facebook de AltSchool está repleto de niños felices con 'tablets' / AltSchool

De utopía a distopía

Hace unas semanas AltSchool anunció que cerrará dos de sus escuelas. Según ha explicado su fundador a Bloomberg, la compañía está reduciendo sus “escuelas laboratorio” -así las llama- para enfocarse en el desarrollo del software que utilizan, que es un negocio más rentable. Pero la decisión quizás tenga también algo que ver con la denuncia que varios padres acaban de hacer en un reportaje publicado por Business Insider.

“Llegamos a la conclusión de que, en realidad, AltSchool como escuela era una especie de fachada de lo que Ventilla realmente quiere hacer, que es desarrollar el software que esté vendiendo”, ha explicado uno de los doce padres que han compartido su experiencia con la periodista Melia Robinson.

Algunos padres no dudan en asegurar que la escuela ha usado a los niños como “conejilos de indias” para probar su plataforma tecnológica, lo que ha provocado, entre otras cosas, que algunos estudiantes con problemas de aprendizaje no hayan sido diagnosticados, pues no había ningún profesor que realmente valorara el trabajo que estaban haciendo. La respuesta de AltSchool a los padres fue que estos niños necesitaban un tutor especializado que debían abonar aparte, por entre 200 y 850 dólares.

Las aulas de AltSchool están equipadas con lo último en tecnología / AltSchool
Las aulas de AltSchool están equipadas con lo último en tecnología / AltSchool

¿Un modelo que puede extenderse por todo EEUU?

AltSchool empezó a otorgar licencias de su tecnología a cuatro escuelas privadas en agosto y tiene planes de llegar a los colegios en todo el país en los próximos tres a cinco años. Un ambicioso plan de expansión que los padres han visto con recelo.

“Sabíamos que Ventilla estaba tratando de crear un software que mejorara el sistema educativo”, ha explicado una madre a Business Insider. “Pero ¿cómo puedes dar una educación personalizada en otras escuelas si estás fallando miserablemente en la que estás dirigiendo?”.

Los padres creen que la aplicación de la tecnología en la escuela se estaba llevando demasiado lejos. Una madre ha explicado al medio estadounidense que su hija, que cursaba segundo de Primaria, escuchaba audiolibros en la tablet en vez de aprender a leer. Aunque se quejó varias veces, desde la escuela le decían que tuviera paciencia, pues su hija se retrasaba en la lectura. Al final resultó que la niña tenía un trastorno de aprendizaje.

“Les matriculamos pensando que iban a ser early adopters, pero no sabíamos que iban a estar en una fase beta”, explica uno de los padres con respecto a sus hijos. Algo que no parece importarle a otras familias, que siguen manteniendo a sus niños en la escuela a pesar de las evidencias. “¿Está Max haciendo algo que es noble y es una causa digna? Creo que sí. ¿Va a cometer errores? Sí”, apunta uno de los padres que defienden a la escuela.

Cabría preguntarse si una escuela puede comportarse a imagen y semejanza de cualquier otra start-up, con un proceso de innovación donde el producto se está probando en los propios niños. En Silicon Valley tienen claro que sí y además piensan vender lo aprendido al mejor postor.

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