La historia de Combi 3: el día en que toda Cataluña perdió a la lotería

  • En 2009 la Generalitat estrenó un nuevo sorteo. Estaba mal diseñado. De haber continuado más días, habría llevado a la ruina al erario catalán
Un grupo de catalanes posa junto a La Grossa, icono de la lotería catalana / Lotería de Catalunya
Un grupo de catalanes posa junto a La Grossa, icono de la lotería catalana / Lotería de Catalunya

El primer juego de lotería del que se tiene constancia data de la dinastía Han, en la China imperial, en el siglo II a.C. Ya entonces lo recaudado sirvió para financiar la construcción de la Gran Muralla China. Desde entonces, numerosos gobiernos han impulsado sorteos similares como una forma de financiación extra, una suerte de impuesto voluntario que sigue una norma básica: recaudar más de lo que se reparte. Pero en ocasiones esta máxima falla. Y es lo que ocurrió en 2009 en Cataluña.

El 20 de septiembre de aquel año la Lotería de Cataluña estrenaba un nuevo juego que había anunciado a bombo y platillo: el Combi 3. Se trataba de un complemento de la tradicional Loto 6/49, que se promocionaba bajo el eslogan et toca i et toca (“te toca y te toca”) aludiendo a la posibilidad de obtener un beneficio doble.

Pero solo cuatro días después de su estreno, la Entitat Autònoma de Jocs i Apostes (EAJA), anunciaba que suspendía el sorteo “temporalmente”. Como se preguntaba Antoni López en La Vanguardia: “¿Qué es lo que ha inducido a la Generalitat a abortar un proyecto en el que había efectuado una considerable inversión? Inversión en publicidad y promoción, en tecnología –los terminales de los comercializadores debieron ser actualizados–, en material como boletos de juego...”

Las razones oficiales que se esgrimieron eran confusas: se estima “conveniente adecuar la variante Combi 3 a lo que establece la normativa vigente” o “se ha detectado en el primer –y único– sorteo una incidencia de carácter técnico”.

La realidad es que el juego permitía una combinación de apuestas en la que siempre había premio. Y hubo gente que se dio cuenta de esto en la misma inauguración del sorteo. Esa noche, 33 boletos fueron agraciados con el máximo premio, 3.000 euros, muchos adquiridos por las mismas personas. No habían hecho trampas, solo echaron cuentas.

Anuncio de la Lotería de Catalunya /Lotería de Catalunya
Anuncio de la Lotería de Catalunya

Un error garrafal

El problema principal del sorteo es que ofrecía premios fijos independientemente de la recaudación. Gracias a esto, jugando en concreto 228 combinaciones, a un euro cada una, se ganaba el premio máximo (3.000 euros) sin riesgo alguno. En definitiva, bastaba invertir 228 euros para embolsarse la nada despreciable suma de 2.772 euros.

Como explicó Jesús García en El País, los técnicos de loterías detectaron el incidente a los 20 minutos del fin del sorteo. Se retiraron de inmediato todas las papeletas, pero el daño ya estaba hecho. La Generalitat tuvo que desembolsar 99.000 euros, mucho más de lo que había recaudado por los 14.000 boletos que se vendieron durante los cuatro días que duró el sorteo en ventanilla. De haber continuado más días, el Combi 3 habría llevado a la ruina al erario catalán.

Curiosamente, el Combi 3 preveía la posibilidad de adquirir boletos para las próximas ocho sesiones. Hasta el 17 de octubre, la Generalitat estaba obligada a seguir efectuando el sorteo y repartiendo premios. Pero solo dos personas habían comprado ya boletos para la última timba. Dos personas que a buen seguro sabían lo que se cocía y debieron llevarse un buen dinero.

La Generalitat pidió responsabilidades a la empresa que diseñó (mal) el sorteo, Jocs del Mediterrani, una UTE formada por la empresa estadounidense Scientific Games Corporation e Indra, que tuvo que desembolsar un millón de euros para deshacer el entuerto.

“Fue una cagada enorme”, reconoce a La Información una de las personas que formaban parte del consejo de administración de Jocs del Mediterrani. “El problema fue que se tardó dos años en que se aprobara el juego. Nos estuvieron mareando desde el tripartito con rectificaciones, volver a hacer las prescripciones, las tablas de premios... El error lo cometió la empresa americana, pero los controles de calidad deberían haber advertido que los premios que se daban eran mayores que la facturación. La culpa fue nuestra, pero nos marearon tanto que entiendo que se cometieran fallos”.

La empresa, al igual que la Generalitat, se percató del error el mismo día del sorteo. “Las gente curiosamente sí se dio cuenta del fallo antes que nosotros, por eso jugaron para ganar”, apunta el exresponsable de Jocs del Mediterrani, que pese a que reconoce que el error fue suyo, no tiene palabras amables para la lotería catalana. “Es una lotería que nunca ganará dinero, solo existe por su sentido nacionalista”, asegura. “Todos los que se metieron en ese proyecto palmaron pasta”.

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