¿Puedo comer carne roja? La ciencia no se pone de acuerdo (y la salud está en juego)

  • Una nueva guía clínica asegura que las advertencias de la OMS son infundadas y que no existen riesgos de cáncer o cardiovasculares.
Reduce el gasto de comida con el método de Erin Chase
Reduce el gasto de comida con el método de Erin Chase
Freepik / javi_indy

Desde 2015, la carne roja es considerada por la OMS como un producto alimentario con serios riesgos para la salud. La recomendación de consumo fija una limitación a una o dos raciones a la semana -o 70 gramos al día- debido a su potencial efecto carcinogénico y a su relación con la patología cardiovascular. Sin embargo, una guía clínica recientemente publicada asegura que las advertencias de la OMS son infundadas y que no existen riesgos de cáncer o cardiovasculares. Una visión que se sale del paradigma actual -las advertencias no provienen solo de la OMS- y que pueden hacer que el consumidor se pregunte: ¿puedo comer carne roja o procesada?

Tal y como explica Juan José López, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), en este artículo de la Agencia SINC, sí se puede comer carne roja o procesada, aunque la nueva guía, publicada el pasado octubre en la revista 'Annals of Internal Medicine', niega que exista ninguna evidencia lo suficientemente fuerte como para cambiar las recomendaciones actuales y disminuir su uso, por lo que se podría continuar consumiendo dichos productos con la frecuencia actual.

"Esta guía rompe con estas indicaciones, basándose en cuatro revisiones sistemáticas independientes sobre el efecto del consumo de carne roja, carne procesada o patrones alimentarios ricos en estas carnes en el desarrollo de patología oncológica, enfermedad cardiovascular y en la mortalidad por todas las causas. El problema surge al analizar dichas revisiones. Si bien se observa una relación entre el uso de estos alimentos con el evento estudiado –lo que ha orientado las recomendaciones de las distintas sociedades científicas hasta ahora–, el grupo de estudio actual alude, desde un punto de vista metodológico, a que el efecto observado es pequeño", apunta López.

"Este dato es bastante relativo, dado que consideramos la reducción de tres raciones por semana de este tipo de productos. Si tenemos en cuenta que la media de consumo de carne roja o procesada a la semana en la mayor parte de los países desarrollados se encuentra por encima del consumo de siete raciones por semana, la reducción que este grupo de estudios mantiene se aleja de las recomendaciones de las distintas sociedades (una o dos raciones por semana). Por tanto, si extrapolásemos esta reducción al consumo habitual, asumiendo las limitaciones que esto conlleva, la amplitud del efecto sería bastante mayor y tanto la tasa de eventos de enfermedad como las muertes al año probablemente cambiarían", señala.

"Otra de las limitaciones que observan los autores es sobre su calidad, al tratarse principalmente de estudios observacionales sometidos a multitud de sesgos. Este factor es común en los estudios relacionados con la dieta en el ámbito de la nutrición humana y es muy difícil de controlar. No obstante, la metodología utilizada para categorizar dicha evidencia fue el método GRADE, que 'penaliza' de inicio a los estudios observacionales", según comenta López.

"Por último, los autores basan parte de la recomendación en una revisión sistemática de estudios en los que se evaluaban las preferencias y el valor de la salud respecto al cambio de la dieta habitual por parte de los pacientes. En esta revisión se concluye que los individuos omnívoros son reacios al cambio de dieta a pesar del daño en la salud que puedan provocar. Este argumento es utilizado por los autores para considerar que es más adecuado mantener los patrones dietéticos habituales", concluye López.

El gran problema, pues, es que a raíz de esta nueva guía clínica puedan cambiar de nuevo los hábitos de consumo de carne roja y procesada que, por cierto, apenas ha notado un descenso en los últimos años: la recomendación oficial de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) es consumir como máximo 125 gramos por persona semanales de carne roja y procesada, y 325 gramos por persona semanales de carne blanca, "mientras que los españoles consumen 1.995 gramos semanales", según un informe publicado el pasado mayo.

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