Cómo el síndrome del impostor afecta a tu carrera (y cómo usarlo a tu favor)

  • Cuando ascendemos en el trabajo podemos atribuir nuestro éxito a la pura suerte, la coincidencia o a un fraude, un fenómeno muy extendido
¿Sientes que no te mereces tu puesto? No estás solo. / Pixabay
¿Sientes que no te mereces tu puesto? No estás solo. / Pixabay

Aunque el síndrome del impostor no está oficialmente reconocido en los manuales de diagnóstico psiquiátrico, se trata de un fenómeno psicológico ampliamente estudiado, sobre todo en el entorno empresarial.

El término fue acuñado por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes en un estudio publicado en 1978 para definir el fenómeno por el cuál las mujeres que alcanzaban puestos de responsabilidad en la jerarquía empresarial eran incapaces de internalizar sus logros, a pesar de las pruebas externas de su competencia. Las 150 mujeres entrevistadas atribuían su éxito a la pura suerte, la coincidencia o una suerte de fraude, como el resultado de hacer pensar a otros que son más inteligentes y competentes de lo que ellas creen ser.

Las investigadoras determinaron que las mujeres que experimentaban el síndrome del impostor mostraron síntomas relacionados con la depresión, la ansiedad generalizada y la baja confianza en sí mismas.

Aunque esta investigación inicial se centró en las mujeres, estudios posteriores han concluido que el síndrome afecta a hombres y mujeres en proporciones similares, y es uno de los miedos más extendidos en la Alta Dirección. Aunque es imposible establecer a ciencia cierta una prevalencia, hay psicólogos que señalan que lo sufren hasta siete de cada diez personas en algún momento de su carrera laboral.

Las razones por las que creemos ser un fraude

En realidad, el síndrome del impostor es más un fenómeno que un síndrome: se trata de una respuesta que hacemos ante un determinado estimulo o evento, directamente relacionada con la baja autoestima y la sensación de fracaso, síntomas asociados a la depresión que sí reconocen los manuales de diagnóstico psiquiátrico.

Pero haríamos mal en ver un fenómeno tan extendido como algo patológico. Lo cierto es que, como señala en Medium Kelsey Ramsden, autora del libro 'Success Hangover', la mayoría de la gente experimenta el síndrome del impostor en uno u otro grado cuando sale de su zona de confort, esto es, cuando se enfrenta a situaciones y entornos nuevos en los que no sabe bien cómo actuar. Y esto es sinónimo de que su carrera laboral está avanzando.

En realidad, el síndrome del impostor es solo una forma de sentir la vulnerabilidad. Y el éxito requiere exponerse a la incertidumbre: pedir aumentos, negociar nuevas ofertas de trabajo, presentarse a duros procesos de selección…

En este sentido, podemos ver el fenómeno como algo positivo. El problema surge cuando este nos bloquea y nos impide avanzar. Si, por ejemplo, llegamos a un punto de nuestra carrera en la que empezamos a coincidir en congresos u otros eventos con altos directivos o personalidad de nuestro sector, pero pensamos que no nos merecemos estar ahí, es más probable que no interactuemos con nadie, lo que no es para nada positivo.

El síndrome del impostor puede limitar nuestra valentía a la hora de buscar nuevas oportunidades, explorar áreas potenciales de interés o vender nuestra marca personal.

Por ello, si has experimentado este síndrome, debes tratar de darle la vuelta. Hay buenas razones para hacerlo.

Lo importante es no perder la confianza. / Pixabay
Lo importante es no perder la confianza. / Pixabay

Utilizando el síndrome del impostor a nuestro favor

El síndrome de impostor es más frecuente entre la gente exitosa –lógicamente, no vas a sentir que tus logros solo se deben a la suerte si no logras nada–, pero también puede ser una señal de humildad, una cualidad mucho más valiosa en el ámbito de los negocios de lo que solemos pensar. Y dudar del potencial de uno es a menudo una señal de que se tiene potencial.

En 1999 los psicólogos de la Universidad de Cornell Justin Kruger y David Dunning definieron un sesgo cognitivo por el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas. Pero esto ocurre, entre otras posibles causas, porque las personas más competentes tienen una tendencia a subestimar su propia competencia. Esto provoca que el resto se crear mejor, pero también les empuja a seguir mejorando, lo que, a su vez, les hace más competentes.

Sentirse inseguro no es necesariamente malo, siempre que sea un sentimiento que puedas controlar. Sin inseguridad, sin miedos, es imposible avanzar. Si conocemos el síndrome del impostor, y sabemos mantenerlo a raya, no solo tendremos un indicativo de que vamos por el buen camino, además nos ayudará a mantener los pies en el suelo.

Saber convivir con la incertidumbre sin que esta te provoque problemas reales te mantiene alerta, pero además te permite ser más realista, admitiendo, por ejemplo, cuando necesitas ayuda para terminar una tarea.

“Muchos de nosotros, los más exitosos y motivados, estamos empujados a creer que lo que somos es lo que hemos hecho”, concluye Ramsden. “Si creemos que somos nuestros logros, entonces, cuando logramos algo que no se ajusta a nuestras expectativas de quiénes somos, tenemos una grieta en la que el síndrome del impostor se filtra. Cuando finalmente encontramos que lo que hemos hecho es secundario a lo que somos, comenzamos a liberarnos del síndrome del impostor”.

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