Cómo Islandia ha logrado ser el mejor país en el que una mujer puede vivir

Katrín Jakobsdóttir, primera ministra de Islandia. / Magnus Fröderberg-norden.org
Katrín Jakobsdóttir, primera ministra de Islandia. / Magnus Fröderberg-norden.org

Según el Global Gender Gap Report, que publica cada caño el Foro Económico Mundial –la fundación que organiza el conocido como Foro de Davos–, Islandia es el país del mundo en el que la brecha de género entre hombres y mujeres es menos pronunciada.

El informe evalúa 144 países en su progreso hacia la paridad de género en cuatro dimensiones temáticas: Participación y Oportunidad Económica, Logro Educativo, Salud y Supervivencia, y Empoderamiento Político.

Los hallazgos del informe de 2017 muestran que, en general, se ha cerrado tan solo el 68 % de la brecha global de género. Se trata de un ligero deterioro respecto a 2016 y 2015, cuando la brecha fue de 68,3 % y 68,1 %, respectivamente. Según este informe, al ritmo de progreso en Igualdad, la brecha de género no se cerrará como pronto hasta dentro de un siglo. Pero hay países que van mucho mejor que otros.

En concreto, Islandia obtiene la máxima puntuación del mundo, con un 0,878 sobre 1. En comparación, nuestro país obtiene solo un 0,746: el puesto 24 del mundo, por debajo de países de nuestro entorno como Francia, Alemania o Reino Unido.

¿Cómo ha logrado Islandia situarse a la cabeza del mundo en lo que Igualdad se refiere? Es lo que trata de explicar su primera ministra, Katrín Jakobsdóttir, en un artículo publicado en la web del Foro Económica Mundial.

La igualdad necesita políticas sociales

La política, presidenta del Movimiento de Izquierda-Verde –que lidera el país desde el pasado año–, tiene claro que hay una relación directa entre un fuerte estado del bienestar y la igualdad de oportunidades.

“Cabe señalar que los países nórdicos ocupan cuatro de los cinco primeros lugares del índice en 2017”, explica Jakobsdóttir. “Esto no es una coincidencia. Los países nórdicos son todos estados de bienestar y el apoyo a las políticas sociales universales es generalmente alto. Tales políticas son el ingrediente clave en la construcción de sociedades que trabajan para las mujeres”.

Esto está directamente relacionado, además, con el alto nivel de activismo de las mujeres y, por tanto, la fortaleza del movimiento feminista, que fue pionero en muchos sentidos.

“El movimiento de las mujeres ha sido efectivo y organizado en los países nórdicos”, explica Jakobsdóttir. “En Islandia, las mujeres han mostrado en repetidas ocasiones una solidaridad extraordinaria a través del día de huelga de las mujeres, que en 1975 atrajo al 90 % de las mujeres en Islandia que se negaron a trabajar ese día. Esto resaltó todas las tareas visibles e invisibles, pagadas y no pagadas, que las mujeres realizan todos los días, en todas partes, y forman la base de nuestras comunidades. Este día fue el comienzo de un movimiento enorme y poderoso que resultó en un enorme cambio social en Islandia”.

Mientras en España seguimos sin haber tenido nunca una presidenta, Islandia tuvo su primera en 1980: Vigdís Finnbogadóttir, que fue la segunda mujer del mundo en ser elegida presidente de una república y la mujer que cuenta con el mandato más largo, con 16 años exactos –la primera fue Sirimavo Bandaranaike, primera ministra del entonces Domino de Ceilán, hoy Sri Lanka, en 1960–.

El Gobierno de Finnbogadóttir tuvo un gran impacto en las mujeres islandesas. “Para nosotras, significaba que no nos obligaban a elegir entre tener una familia o tener una carrera; una opción que enfrentan las mujeres en muchos países, lo que limita la participación de las mujeres en el mercado laboral y su acceso a la toma de decisiones”, asegura la actual primera ministra.

Vigdís Finnbogadóttir, a la derecha, primera presidenta de Islandia. / Rob C. Croes (ANEFO)
Vigdís Finnbogadóttir, a la derecha, primera presidenta de Islandia. / Rob C. Croes 

Las dos políticas fundamentales para lograr la Igualdad

Jakobsdóttir cree que para lograr reducir la brecha de género hay dos políticas fundamentales, sin las cuales es imposible alcanzar la igualdad.

En primer lugar, una red de guarderías universal y de gran calidad, que permita a las mujeres participar en la economía y en la sociedad en general. “Como las mujeres aún cargan con la mayor parte de la crianza de los hijos, los costos del cuidado infantil impiden que las mujeres de todo el mundo se unan al mercado laboral, regresen al mismo o participen en la política”, asegura la primera ministra.

La segunda política que considera clave es la implantación de una baja de paternidad intransferible. “El permiso parental compartido bien financiado, con una proporción de uso o pérdida para padres, aborda la discriminación sistemática que las mujeres han sufrido en el trabajo, debido solo a la posibilidad de que puedan tener hijos”, explica Jakobsdóttir. “Si los hombres tienen las mismas posibilidades de tomar una baja para cuidar a los niños, esta discriminación estructural disminuye”.

Queda mucho por hacer

Aunque la primera ministra de Islandia se muestra orgulloso del progreso que ha hecho su país en materia de igualdad es consciente de que queda mucho por hacer, sobre todo en lo que respecta a la erradicación de la violencia contra las mujeres.

“El movimiento #Metoo ha expuesto el acoso sistemático, la violencia y el sexismo cotidiano al que están sometidas las mujeres en todos los niveles de la sociedad islandesa”, reconoce Jakobsdóttir. “Además, el movimiento ha revelado las múltiples discriminaciones sufridas por las mujeres migrantes en un país que a lo largo de la historia ha sido relativamente étnicamente homogéneo”.

Para la primera ministra de Islandia es alarmante que ningún país del mundo haya encontrado la manera de acabar con la lacra de la violencia machista que no deja de ser una causa, asegura, de la desigualdad que sufren las mujeres. Ni siquiera, explica, se está midiendo bien esta: el propio informe del Foro Económico Mundial ignora las métricas al respecto.

A falta de que se publique el informe de 2018, que verá la luz en diciembre, Jakobsdóttir tiene claro que queda trabajo por hacer “y no debemos ceder en la lucha por la igualdad de las mujeres, aunque alcancemos hitos importantes”.

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