Según varios estudios

¿El dinero da la felicidad? Por qué ganar más de 85.000 € al año no lo garantiza

Numerosas investigaciones han tratado de responder a esta cuestión, entendiendo 'felicidad' como el bienestar emocional o lo satisfecho que está uno mismo con la forma de vida que lleva.

Una calculadora y billetes de euro.
Una calculadora y billetes de euro.
Imagen de Alexander Stein en Pixabay.

Esta semana el Teatro Real acogió la celebración de la Lotería de Navidad. Como viene siendo habitual, tras el sorteo, muchas fueron las imágenes del jolgorio -pandemia mediante- de los agraciados cuyas cuentas habían pasado a sumar cientos de miles de euros de la noche a la mañana. Dadas las circunstancias, fue el 22 de diciembre más atípico, pero también, se decía, el más necesario, pues suponía un enorme halo de esperanza en el año más difícil que se recuerda. La tasa de desempleo que vuelve a subir, recortes salariales, afectados por ERTE, un mercado difícil de digerir... el dinero y la economía han estado presentes en la mente de las personas más que nunca. 

Ante este panorama, y el que se espera en 2021 lleno de incertidumbre, vuelve a surgir la eterna pregunta: ¿es cierto que el dinero da la felicidad? ¿Serán, a partir de ahora, más felices aquellos a los que les tocó el Gordo en la Lotería? Huelga decir que la respuesta se torna harto complicada. Numerosas investigaciones han tratado de responder a esta cuestión, entendiendo 'felicidad' como el bienestar emocional o lo satisfecho que está uno mismo con la forma de vida que lleva. 

Las investigaciones sí que han determinado el salario que las personas necesitan para ser felices y han analizado por qué realmente no nos satisface tanto como esperamos. Un archiconocido estudio que se realizó hace ya una década por los investigadores Princeton Daniel Kahneman y Angus Deaton encontró que las personas tienden a sentirse más felices cuanto más dinero ganan, pero hasta cierto punto. De hecho, se llegó a fijar el sueldo perfecto en 75.000 dólares (unos 60.000 euros anuales, al cambio). "Después de este límite [la felicidad] se estabilizó", reconoce Sonja Lyubomirsky, profesora de psicología en la Universidad de California, a la CNBC. Se demostró como el nivel de satisfacción con la vida en general mejoraba en aquellos con esos ingresos de 60.000 euros, pero en lo que menos incidía el dinero era en como se sentían a diario.

Otro estudio más reciente de 2018 elaborado en la Universidad de Purdue (Estados Unidos), que se sirvió de datos de la encuesta mundial de Gallup, llegó a una conclusión muy similar al anterior: las personas con ingresos que oscilaban entre 60.000 y 75.000 dólares (50.000 y 60.000 euros) conseguían el bienestar emocional; mientras, si esa cifra ascendía hasta los 95.000 dólares (75.000 euros) se alcanzaba la satisfacción plena con la vida. Pero aún hay más: uno de los datos más sorprendentes que se desprenden del análisis es que la felicidad disminuía en aquellos que ganaban más de 105.000 dólares (86.000 euros).

La idea, dice Lyubomirsky, es que se necesita dinero para satisfacer las necesidades básicas, como el acceso a la atención médica (en el caso de Estados Unidos), o un lugar seguro para vivir. Si creces sin recursos como comida, ropa o refugio y de repente tienes más ingresos, esa diferencia marca una gran diferencia en tu vida y en tu bienestar general. 

"Pero una vez que llegas a ese nivel de clase media, realmente no hay correlación por encima de eso", apunta Brad Klontz, terapeuta financiero y profesor de psicología en la Universidad de Creighton. Reconoce, además, que esta teoría puede resultar difícil de aceptar o, al menos, de digerir, ya que las personas operan bajo el concepto de que el dinero resolverá todos los problemas. "Al final del día, somos humanos y luchamos con problemas más existenciales como 'cuál es el significado de la vida o quién soy'", dice Klontz. "Este tipo de preguntas no desaparecen cuando obtienes un montón de dinero". 

La relatividad del dinero... y de la felicidad

"Más dinero no nos hace más felices, pero hacerlo más relativo a otras personas, sí", sostiene Laurie Santos, profesora de psicología de Yale y autora del podcast The Happiness Lab. "Incluso, las personas más ricas del mundo a menudo pueden mirar a su alrededor y encontrar a alguien que tiene un poquito más de ganancias, y por lo tanto, sus ingresos ya no les hacen sentir tan bien como creen", explica a la CNBC. 

Pero, ¿esto por qué sucede? Básicamente porque -dice Klontz- tenemos una tendencia evolutiva a compararnos con los demás. De hecho, hay varias investigaciones que sugieren que cuando sentimos que no podemos mantener el mismo nivel de vida que nuestros allegados, nos sentimos más infelices. "Como te calificas a ti mismo en términos de bienestar, depende por completo de cómo ves a otras personas a tu alrededor y de todo lo que tienen", apunta Klontz. 

Es lo que se denomina como 'adaptación hedónica'. Lyubomirsky explica que con el tiempo las personas se acostumbran a su nivel de vida y, por tanto, las expectativas cambian". Esto en la práctica podría significar, por ejemplo, una subida de salario en el trabajo. A los pocos meses de conseguir esa mejora de condiciones, las aspiraciones se incrementan un poco más. Es más -según muestran los estudios citados a lo largo de este artículo- en el trabajo, el único objetivo no debe ser tener un sueldo alto; desde el punto de vista de la felicidad es más importante que el empleo proporcione un significado. 

"Debes concentrarte en el trabajo si cumples con lo que a menudo llamamos las 'fortalezas distintivas'", explica Santos. Por poner un ejemplo, a una persona le puede resultar gratificante enseñar a otros. "Tener un significado no solo te hace más feliz, sino que la ciencia ha demostrado que te hace ser más productivo". Una encuesta de 2018 de BetterUp Labs demostró que nueve de cada diez personas cambiarían sus ingresos por tener un trabajo con más significado. Obviamente, no a cualquier precio: recordemos lo que decía la ciencia sobre el salario perfecto.

Otra forma que está estrechamente ligada con el dinero y la felicidad es en cómo se gasta. Comprar cosas más caras o más bonitas no hará que el bienestar aumente, pues son objetos materiales a los que nos acabamos acostumbrando. De hecho, los estudios sugieren que gastar dinero en experiencias como algún viaje o escapada, sí que contribuye a una mayor satisfacción con la vida. 

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