El año en que conocimos el verdadero objetivo de las empresas tecnológicas

  • 2019 podría ser el año en que el Big Tech se preocupara por la ética. No lo será. Nadie está limitando su poder, y están ganando muchísimo dinero.
El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, durante su visita al Parlamento Europeo. / UE
El CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, durante su visita al Parlamento Europeo. / UE

Visto desde fuera, 2018 no parece que haya sido un buen año para las grandes empresas tecnológicas, conocidas ya como Big Tech.

Ha sido el año en el que nos hemos dado cuenta de lo poco que podemos confiar en Facebook, la importancia que tiene para las empresas la privacidad de nuestros datos y lo adictos que somos a nuestras pantallas. Ha sido el año en el que la desinformación en línea (las conocidas como 'fake news') se han mostrado como una realidad inevitable, y en el que Google, Microsoft y Amazon se han enfrentado a revueltas protagonizadas por sus propios empleados debido a sus comportamientos poco éticos.

2019 podría ser el año en el que estas grandes compañías comenzaran a tomarse en serio estas cuestiones. Pero no va a serlo. No existe una verdadera regulación para limitar su poder y, mientras, están ganando muchísimo dinero.

Apple, Amazon, Facebook y Alphabet, la empresa matriz de Google, generaron 166.900 millones de dólares en ingresos solo en el tercer trimestre de 2018, un 24 por ciento más que el año anterior. El fundador de Amazon Jeff Bezos acumula más dinero del que nunca ha tenido nadie en la historia.

Controlarlo todo

La palabra “disrupción” lleva siendo varios años el vocablo estrella en Silicon Valley. Las empresas quieren romper el orden establecido de las cosas. Lo han hecho con el negocio del taxi, el alquiler turístico o el comercio minorista, y lo harán en el futuro con muchos otros sectores. Tantos como puedan.

Google ya está construyendo en Toronto un barrio desde sus cimientos, una microciudad equipada con tecnologías inteligentes que utilizarán los datos de sus vecinos para gestionar el tráfico, las plazas de aparcamiento, las citas en el médico e, incluso, las emisiones de gases de efecto invernadero.

Jeff Bezos posa junto a uno de sus cohetes. / Blue Origin
Jeff Bezos posa junto a uno de sus cohetes. / Blue Origin

El llamado “internet de las cosas” planea llevar la conectividad a cualquier aparato que nos podamos imaginar. El objetivo del Big Tech pasa por colocar un ordenador en todos los aparatos inimaginables y, a ser posible, conectar estos a la red.

Viviremos en casas, ciudades y coches más cómodos e inteligentes, pero dependiendo aún más de un puñado de compañías. Públicamente, estas insisten en que garantizan la seguridad y privacidad de sus consumidores, pero a la vista de los últimos acontecimientos la pregunta es clara: ¿podemos fiarnos de ellas?

La expansión del Big Tech no ha hecho más que empezar

“Las compañías tecnológicas no se están echando atrás”, explica en The New York Times Bod Staedler, un conocido consultor de Silicon Valley, en relación a los escándalos con los que ha tenido que lidiar el sector en el último año. “Nada les ha golpeado lo suficientemente fuerte como para decirles que se corten. En su lugar, se están expandiendo. Van por todo el país adquiriendo el mejor capital humano para poder crear la próxima moda”.

La sociedad está cada vez más preocupada por el poder que están acumulando estas empresas. Muchas personas tienen miedo de que esté comprometida su privacidad y del problema que para los pequeños negocios y las condiciones laborales puede tener el crecimiento imparable de gigantes como Amazon, pero casi nadie está dispuesto a renunciar a las comodidades que brindan estas compañías (de las que no siempre es fácil prescindir).

Fotografía google
Google tiene más información de los ciudadanos que ningún organismo nunca. / EFE

La lógica indicaría que después de sufrir enormes escándalos, que han llevado a un frenazo en la capacitación de nuevos usuarios, Facebook viviría una época de reajustes, pero lo único que está haciendo es reforzar Instagram, que también le pertenece, para seguir creciendo sin parar. Nadie ha dejado de utilizar las redes sociales, ni siquiera gastamos el tiempo en proteger nuestros perfiles con las herramientas que brindan (por obligación) las propias compañías. Ni nos molestamos en leer la letra pequeña. Se ha dado la batalla de la privacidad por perdida. Y las compañías tienen claro que les seguirá yendo de maravilla.

En 2018 la plantilla de la empresa que lideran Mark Zuckerberg y Sheryl Sandberg se ha incrementado en un 45 %, contratando a 34.000 nuevos empleados y anunciando 2.700 nuevos empleos, solo en Estados Unidos. La plantilla de Google ha crecido un 21 % y Amazon ha triplicado su personal en los últimos tres años.

Como asegura David Streitfeld en 'The New York Time's, este enorme crecimiento muestra a las claras que la expansión (y la acaparación de poder) de las grandes empresas tecnológicas no ha hecho más que empezar.

“Para todos los efectos, estamos a solo 35 años de un proceso de 75 u 80 años para pasar de lo analógico a lo digital”, explica en el diario estadounidense Tim Bajarin, consultor de tecnología para compañías como Apple, IBM y Microsoft.

Está por ver que esta transición no comprometa las libertades civiles, la democracia, o los derechos de los trabajadores, pero todo dependerá de la reacción de la ciudadanía.

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