“En el futuro el principal trabajo no será el de ingeniero sino el de filósofo”

  • Pablo Rodríguez, uno de los mayores responsables de innovación en Telefónica, asegura que la Inteligencia Artificial cambiará nuestras vidas a mejor
Pablo Rodríguez / Telefónica
Pablo Rodríguez / Telefónica

El término Inteligencia Artificial (IA) se acuñó hace más de sesenta años y, desde entonces, hemos imaginado una sociedad en la que las máquinas evolucionaban tanto que eran, incluso, indistinguibles de los seres humanos.

Lo cierto es que tal sociedad es (todavía) una quimera, pero la IA no deja de avanzar y es, sin duda, el campo de la tecnología con desarrollos más prometedores y el que verdaderamente podría suponer un cambio más importante para nuestra evolución como Humanidad.

Pablo Rodríguez, doctor en informática, empezó a usar los ordenadores cuando aún existían los discos flexibles y se programaba en Fortran, y ha vivido cómo evolucionaban estos desde lugares tan privilegiados como Silicon Valley o la Universidad de Columbia. En la actualidad, Rodríguez es el director ejecutivo de Telefónica Innovation Alpha, la unidad de la compañía que se dedica a explorar ideas radicales y tecnología pionera.

En su libro Inteligencia Artificial, cómo cambiará el mundo y tu vida (Deusto), Rodríguez explora la historia de la computación y pronostica un futuro en el que el procesamiento de grandes cantidades de datos hará del mundo un lugar mejor. Charlamos con él durante su visita a Madrid y nos explica en qué se basa este optimismo.

Nos pasamos el día hablando de Inteligencia Artificial, pero tengo la impresión de que no siempre sabemos qué implica exactamente. ¿En qué va a cambiar nuestras vidas la IA?

La IA es la capacidad de las máquinas de tener inteligencia y lo hacen alrededor del procesado de grandes cantidades de datos, con ordenadores muy potentes, y con la capacidad de realizar algoritmos que no dejan de ser como las recetas de los ordenadores para resolver problemas que a los humanos nos costaría mucho resolver o sería imposible. Cuantos más datos tienen más aprenden y más cosas son capaces de hacer. En algunos momentos la IA se ha mitificado y se compara un poco con los robots, los humanoides, Star Trek... Pero la realidad es que la IA ya está aquí, la tenemos en el día a día desde que nos levantamos hasta que nos acostamos: es lo que nos ayuda a encontrar un mejor camino cuando usamos los mapas, nos recomienda una película que ver basada en nuestros patrones de gustos, ayuda a un radiólogo a interpretar una radiología y encontrar patrones tempranos de cáncer o permite a las cámaras de las autopistas entender cuando hay un atasco. Ya está aquí y está aquí para quedarse.

El gran público, y puede que el no tan grande, cuando piensa en la IA le viene a la mente Terminator ¿Es una idea equivocada? ¿No debemos temer una rebelión de las máquinas?

En este momento la IA probablemente tendrá la misma capacidad que el cerebro de un ratón. Estamos todavía a unos 30 o 40 años para que podamos tener ordenadores con niveles de computación que podría tener una parte del cerebro humano. Mucha gente me pregunta si deberíamos retardar la innovación de la IA porque puede poner en riesgo los trabajos e incluso nuestra propia existencia. No creo que sea el caso. La IA está aquí para ayudarnos con fines muy positivos, para ayudarnos a disfrutar de un planeta mejor, que haya menos desigualdades, que podamos ocuparnos de grandes retos sociales y para ayudarnos a conocernos a nosotros mismos.

¿Qué aplicaciones y desarrollos de la IA considera más prometedores?

La primera generación de IA se ha ocupado de encontrar patrones en los datos, patrones más o menos complejos, de movimientos a gran escala. El siguiente nivel va a poder encontrar patrones mucho más profundos y el impacto lo estamos viendo en la voz y en el vídeo. Estamos viendo interfaces como Siri o Cortana que empiezan a tener capacidades conversacionales como los humanos y lo estamos viendo en la capacidad que tenemos de reconocer con cámaras lo que está pasando alrededor nuestro. Las cámaras están viendo lo que el ojo no ve y están permitiendo que los coches anden solos. Esta capacidad de pasar al siguiente nivel de detalle es lo que nos va a permitir dar el gran salto en la IA y aplicarlo al mundo de la medicina, por ejemplo, donde podamos hacer temas de micromedicina, medicina personalidad, prevenir enfermedades nuevas, saber el estado en el que estamos en cada momento y qué es lo que más nos conviene para mantener nuestra energía alta. Y todo esto se va a ir acelerando a medida que se acelere la capacidad de computación.

Como sabe hay gente que asegura que los avances tecnológicos van a permitir al ser humano evolucionar hasta convertirse en otra especie. ¿Cree que la tecnología va a transformar al ser humano de una forma tan profunda?

La IA está sobrepasando en algunos aspectos a la inteligencia humana, ya lo ha hecho en computación, en memoria, en percepción… pero hay una serie de campos en los que a la IA le queda mucho recorrido, como el sentido común. Los robots hablan, pero no saben lo que dicen, tampoco saben hacer analogías o planificaciones. No sé si llegará este momento de la singularidad, donde daremos luz a una nueva especie, pero si pasa pasará dentro de más de 100 años. Los problemas de hoy son otros y son problemas más reales, sobre cómo el humano vuelve a conectar con su humanidad, conociéndonos a nosotros mismos, creando un espacio para ver qué papel vamos a jugar en este nuevo mundo, desarrollando un sentido común digital y no pensar solo qué queremos hacer sino por qué queremos hacerlo. Tenemos muchísimas capacidades en nuestras manos y la IA las proveerá.

En su libro Armas de destrucción matemática Cathy O ´Neil habla de cómo los modelos matemáticos que analizan los grandes conjuntos de datos se están utilizando para propagar errores del pasado, como por ejemplo garantizar la supervivencia de una sociedad más desigual. No sé si conoce el libro, pero, aun así, ¿cree que es una crítica acertada?

Me gustaría dar un sentido positivo a todo esto porque creo que la capacidad de democratizar tanto el acceso a datos como el acceso a la tecnología y los algoritmos de la IA será cada vez mayor y la sociedad demandará más transparencia, más control y habrá más oportunidades para hacer cosas. Esto no quiere decir que no tengamos retos, sobre todo a la hora de mantener el control de nuestra información. Lo hemos visto con la GDPR, en la UE, por la que se exige más transparencia del uso que se hace de los datos y cómo los algoritmos están tomando decisiones. Tendremos que tener como sociedad debates importantes y tendremos que discutir un nuevo pacto social, en el cual en esta transición a la industria 4.0, igual que tuvimos una transición del mundo de la electricidad al mundo digital, habrá cosas que tendremos que replantearnos, que tendremos que discutir como sociedad, pero lo hemos hecho antes y estoy seguro de que lo volveremos a hacer.

¿Es la privacidad un problema o cree que es algo a lo que, sencillamente, merece la pena renunciar pues hacerlo tiene otras ventajas?

Lo importante es que haya elección y transparencia y que se le dé elección a los usuarios. La línea entre tener un servicio bueno y que te guste y que tu privacidad no se sienta invadida es muy fina. La línea entre que los datos se estén utilizando para proveerte servicios que te ayuden a tener una vida mejor y disfrutar más o que invada tu día a día es algo que estamos aprendiendo como sociedad. Estamos viendo que los reguladores están mostrando más atención por esto, la UE ha tomado cierto liderazgo en esta cuestión y las empresas digitales están cambiando sus políticas de transparencia y control de datos y la prueba es la cantidad de correos que hemos recibido estos días avisándonos de que tienen nuestros datos y pidendo nuestro consentimiento para usarlo. El debate está ahí, eguirá candente y es muy importante que desarrollemos una nueva ética digital.

El debate al final se desarrollará en la arena política, pero ¿no cree que los políticos están perdiendo un poco el tren en este asunto? Da la impresión de que la legislación va con mucho retraso...

Es un problema de conciencia social, de que el usuario en el día a día entienda mejor que puede volver a tomar control de parte de su vida digital. Nosotros por ejemplo tenemos un laboratorio de transparencia digital de datos con el MIT, Mozilla, y el Instituto de Datos Abiertos que lidera Tim Berners-Lee para crear una fundación que se dedique a dar más información de cómo se usan tus datos y cómo los algoritmos toman decisiones y que haya más transparencia y más rendición de cuentas. Creo que estamos empezando a afrontar este debate como sociedad. Por primera vez los ordenadores, la IA, puede hacer muchas cosas que antes solamente podíamos hacer los humanos.

Pablo Rodríguez cree que lograremos proteger nuestra privacidad / Telefónica
Pablo Rodríguez cree que lograremos proteger nuestra privacidad / Telefónica

Es usted un veterano del mundo de la informática. ¿Qué aplicación de hoy en día nunca habría imaginado?

Me ha sorprendido mucho la capacidad de la IA de acelerar su capacidad de aprendizaje. Me sorprendió mucho el hecho de que empezara a jugar videojuegos de niños y en pocas horas fuera capaz de competir con el mayor experto del mundo, o que fuera capaz de ganar al campeón chino en el juego de Gong, un juego milenario y le ganara como en su momento IBM ganó a Kaspárov, pero a las dos semanas se creó otro programa de IA que ganó a la anterior IA que había ganado al campeón del mundo 100 a 0, y lo hizo jugando consigo mismo, aprendiendo de los errores. Esto nadie se lo podría haber imaginado, que podríamos haber llegado tan rápido, que un ordenador fuera capaz de adquirir el conocimiento que le ha llevado a los humanos miles de años en 48 horas.

¿Y qué aplicación pensaba que llegaría antes y aún no funciona correctamente?

Pensaba que la capacidad de conectar todos los dispositivos que tenemos a nuestro alrededor y se conectasen entre ellos iba a ocurrir de forma más rápida. Ha pasado ya, se están conectando, pero hay un proceso de estandarización que estamos pasando y también depende mucho del abaratamiento del coste de los chips para poder meterlos en cualquier cosa: en la ropa, objetos inteligentes... Me habría gustado que hubiere pasado más rápido, pero llegará.

Yo estoy frustrado con la que debía ser la gran esperanza de los periodistas: los programas para transcribir automáticamente un audio en texto. Recuerdo que hace una década se intentaron vender y había empresas trabajando en ello, pero nunca funcionaban correctamente. ¿Cómo es posible que hoy en día esto se haya olvidado por completo?

Pasan dos cosas. En primer lugar, estamos mucho más cerca de lo que creemos. La capacidad de una máquina de entender a una persona en este momento es mayor que la capacidad de una persona de entender otra persona. El error de reconocimiento de palabras era del 15% hace unos años, ahora es del 5%. Lo que pasa que esto se ha empezado por los lenguajes donde se tienen más datos, el español se estará adaptando ahora, pero la tecnología ya lo permite. Lo segundo que hay que resaltar es que los humanos en nuestra relación con las máquinas tenemos que tener también un viaje emocional, y este viaje tiene que ver con los permisivos que somos con los errores de las máquinas. Ponemos una confianza enorme en lo que hacen y nos frustra mucho cuando tienen un error porque nos gustaría que no pasase. Sabemos que si en la carretera no condujesen las personas y solo condujesen las máquinas bajaría el número de muertes de varios millones que hay ahora a diez mil, lo bajaríamos por un factor de 100, pero por cada muerte las personas estarían muy molestas porque pensarían que el error lo ha cometido una máquina y no un humano. Todo esto es un viaje emocional que no es la primera vez que pasa, nos ha pasado muchas veces, como cuando dejamos de tener ascensores que eran enviados por el ascensorista. Entrabamos al ascensor, no había nadie y nos sentíamos incómodos y huevo una huelga en Nueva York porque querían que volvieran los ascensoristas hasta que nos dimos cuenta de que era mejor y hoy a nadie se nos ocurriría que necesitamos un ascensorista. Es un proceso en el que la tecnología está avanzando muy rápido y es el humano el que debe adaptarse y hacer un viaje emocional.

¿Cuál será el futuro del trabajo? Sabe que hay un debate enorme sobre si el avance de la tecnología creará más trabajos de los que va a destruir.

Es verdad que el 40 % de los trabajos que habrá en 2030 hoy no existen, pero de la misma forma que cuando yo estudiaba no existían los trabajos que hay hoy de app developer o media marketing. No sé cuáles serán los trabajos del futuro, pero sí creo que lo que las máquinas podrán hacer lo harán y nosotros nos dedicaremos al resto de cosas, porque hay muchas cosas que necesitan de la relación humanas, del amor y empatía, y esto va a ser muy difícil que las máquinas lo reemplacen. Y veremos trabajos nuevos en torno a los terapeutas, la medicina, el liderazgo, enfermeras, trabajadores sociales.... Profesiones en las que se necesita calidez humana y donde las máquinas lo tendrán más difícil Este no es un problema nuevo, lo que es nuevo es que está pasando más rápido que antes.

En las conclusiones del libro se imagina cómo será el mundo en 2045 y pinta un escenario muy positivo. ¿Logrará la tecnología ayudarnos a superar los mayores errores de la Humanidad? ¿No habrá guerras ni cambio climático?

Vivimos en una época privilegiada, donde la tecnología nos está permitiendo hacer cosas impensables, los retos son enormes también, pero va a depender mucho de nosotros. En esta sociedad futurista uno de los principales trabajos no será el de ingeniero sino el de filósofo porque ya no tendremos que pensar qué podemos hacer sino con qué propósito y con qué intención lo vamos a hacer. Si soy optimista y creo que tendremos un mundo mejor.

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