Esta compañía vale 1.000 millones y tiene 800 empleados, pero ni una sola oficina

  • Fiel a su idea de que todo el trabajo puede hacerse en remoto, InVision no tiene oficinas. Todos sus empleados trabajan desde donde les viene en gana.
Dos personas usan InVision en remoto. / InVision
Dos personas usan InVision en remoto. / InVision

Los software que permiten trabajar en remoto están viviendo un auge espectacular: a medida que aumenta su potencia, aumenta también la posibilidad de realizar un mayor número de tareas de forma deslocalizada, lo que, a su vez, incrementa su uso. Un círculo virtuoso del que InVision es quizás el mejor ejemplo.

La herramienta, que utilizan ya conocidas empresas como Netflix, Amazon o Starbucks, permite a los diseñadores de productos crear prototipos digitales rápidos y compartirlos sin problemas con los empleados de otros departamentos cuyos comentarios son necesarios, desde ventas hasta el departamento legal y, claro está, la cúpula directiva.

Hoy InVision, que nació hace solo siete años en Brooklyn (Nueva York) es una gran compañía. Su 'software' es utilizado por 4,5 millones de personas en todo el mundo, tiene 800 empleados y un valor en bolsa aproximado de 1.000 millones de dólares. Pero fiel a su idea de que todo el trabajo puede hacerse en remoto, no tiene una sola oficina. Todos sus empleados trabajan desde donde les viene en gana.

Aunque hoy esta política es un reclamo de 'marketing' estupendo para una compañía que vende que todo el trabajo puede hacerse en remoto, en su día surgió por una cuestión de necesidad.

El mejor talento, donde quiera que esté

Como explica el fundador y CEO de InVision Clark Valberg en un reportaje de 'Inc.', Valberg identificó la necesidad de un software como InVision mientras dirigía una agencia creativa en Nueva York. Se sentía frustrado por la incapacidad de hacer que los diseñadores y los clientes estuvieran en la misma mesa virtual, lo que resultaba en un sinfín de reuniones, en los que los participantes menos capacitados tecnológicamente no dejaban de dar problemas. En esta época estaban surgiendo ya programas como Slack, y Valberg vio claro que se podría construir una plataforma similar pero pensada específicamente para el desarrollo de producto.

Entonces se puso a buscar profesionales que pudieran llevar su idea a buen puerto, pero se encontró con un enorme problema. Google acababa de expandir su oficina en Manhattan y Valberg no podía permitirse competir con ella por la limitada oferta de programadores en la ciudad. Así que, en lugar de eso, se puso a buscar buenos ingenieros en lugares remotos y les ofreció el doble de lo que ganaban –aunque mucho menos de lo que podrían haber ganado en Silicon Valley o Nueva York–. Les permitió además controlar sus horarios y lugar de trabajo.

Clark Valberg, CEO de InVision. / InVision
Clark Valberg, CEO de InVision. / InVision

La experiencia funcionó tan bien que Valberg se olvidó de la idea de tener una oficina. Y a día de hoy, pese a las dimensiones que ha adquirido la compañía, sigue sin planteárselo. La mayoría de los empleados trabajan desde sus casas, donde quiera que estén, pero hay gente como el director de vídeo que lleva un año viajando por Estados Unidos sin tomarse un día libre: sencillamente, va realizando su trabajo donde le viene en gana. Y, según Valberg, está haciendo una labor encomiable.

No es necesario el contacto físico

Tenemos la idea de que, si bien se pueden realizar las tareas del día a día en remoto, es necesario un cierto contacto físico para sacar adelante los proyectos más creativos y contar con un equipo bien engrasado. Pero Valberg insiste en que esto no es cierto.

“La innovación no es magia”, explica el CEO de InVision en 'Inc.' “Es la conclusión de una configuración correcta. Cuando tienes esta intención sucede con mucha más frecuencia”. Y si tienes las herramientas adecuadas, no hace falta ningún tipo de contacto físico.

En opinión de Valberg, en el panorama empresarial de hoy en día, gran parte de las victorias y las derrotas se deciden en la pantalla de un ordenador, una televisión o un móvil. Lo importante es lo que sepas ofrecer en estas, y para ello no necesitas oficinas, algo que encarece enormemente la operatividad de una compañía.

“La pantalla se ha convertido en el lugar más importante del mundo”; sentencia Valberg.

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