“Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, cantaba Serrat en el tema Sinceramente tuyo. Y no le faltaba razón: la honestidad suele ser una de las herramientas más productivas en cuanto a relaciones interpersonales se refiere. Y más si hablamos del entorno laboral, donde la falta de comunicación es la tónica dominante a todos los niveles, entre empleados, entre jefes y subordinados, entre directores de área... Por eso, ir con la verdad por delante es también la mejor forma de afrontar uno de los momentos más delicados, el despido. O eso es lo que defiende en este artículo Jason Fried, cofundador de Basecamp, una de las mayores empresas dedicadas a la gestión de actividades al aire libre.
“La estancia media de un trabajador en una empresa tecnológica es breve, en torno a los 18 meses. Pero la nuestra es mayor. Alrededor de la mitad de los 56 empleados que trabajan en Basecamp han estado con nosotros al menos cinco años, mientras que 12 de ellos llevan más de siete”, asegura Fried, quien en cualquier caso se muestra comprensivo con quienes deciden irse: “Algunos se siguen yendo. Buscan nuevos retos en otras compañías, o no están a gusto, por lo que debemos dejarles marchar. Es el ciclo natural de los negocios”.
Dar explicaciones a toda la plantilla
“Lo que nunca ha sido natural en las compañías, en cualquier caso, es cómo esas salidas son gestionadas. Por eso, en Basecamp hemos creado un ritual para cuando alguien se marcha: se le cuenta a todos en la compañía el por qué. No sólo al equipo con el que trabajaba esa persona o sus compañeros más cercanos. La plantilla entera recibe la explicación”, asegura Fried, quien critica abiertamente que en otras compañías lo usual sea “no volver a mencionar el nombre” de quien deja la empresa.
“Una cosa que sabemos de la naturaleza humana es que cuando hay un misterio, la gente lo resuelve por sí misma: llegan a sus propias conclusiones y casi siempre son peores que la realidad. Y ese el problema, porque si no le explicas a la gente el porqué, ellos se lo imaginarán. Y un porqué erróneo es casi siempre destructivo. La ausencia de información se rellena con rumores y los rumores llevan a la ansiedad”, añade. Una situación común en la mayoría de empresas, en las que apenas se ofrecen explicaciones sobre los motivos detrás de una marcha.
Dar la oportunidad de despedirse
En este sentido, para Fried es importante que quien deja la empresa pueda dar su versión y despedirse apropiadamente. “Por eso, en Basecamp, cuando alguien se marcha -voluntariamente o no- le damos a esa persona la opción de despedirse en sus propios términos mandando un mensaje a toda la compañía. Este puede incluir cualquier cosa que quiera el empleado y, siempre que no sean ataques personales o insultos, lo aprobamos. Los compañeros a menudo contestan deseándole lo mejor, mientras que algunos comparten fotos y recuerdos”, asegura.
“Más tarde, pocos días después de la marcha de esa persona, su superior escribe un post de seguimiento que también es enviado a la compañía al completo. Este texto añade detalles que no estaban incluidos en la despedida del empleado. Compartimos la razón por la que alguien se va o por qué se le pidió marcharse, para asegurarnos de que no queden dudas en la cabeza de nadie. Si alguien es despedido por un tema de conducta (no relacionado con su rendimiento en el trabajo), comentamos lo justo, siendo conscientes de que no podemos desvelar más detalles. Es importante ser claro y honesto”, concluye.
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