Esto es lo que ocurre en tu cerebro si trabajas en una oficina mal iluminada

  • Trabajar en una oficina sin luz natural no solo nos hace menos productivos y daña nuestro sueño; también puede ser dañino para nuestra inteligencia.
La mayoría de oficinas no tienen luz natural y están deficientemente iluminadas / David Martín
La mayoría de oficinas no tienen luz natural y están deficientemente iluminadas / David Martín

Aunque los actuales edificios de oficina están pensados para que el entorno de trabajo sea agradable, no todos los empleados tienen la misma suerte. No es raro pasar ocho horas al día en sótanos, viviendas interiores o talleres pésimamente iluminados, y esto tiene un enorme coste para el trabajador. Pero también para el empresario.

Trabajar en una oficina sin luz natural o mal iluminada no solo nos hace menos productivos y daña nuestro sueño; también puede ser dañino para nuestra inteligencia.

Como asegura un nuevo estudio de la Michigan State University, pasar demasiado tiempo en habitaciones con poca luz puede cambiar la estructura del cerebro y dañar la capacidad de recordar y aprender.

Los investigadores han estudiado el cerebro de la rata africana de la hierba –una especie que, como el ser humano, duerme por la noche–, después de exponer a varios especímenes a luz tenue o brillante durante cuatro semanas. Los roedores expuestos a la luz tenue perdieron alrededor del 30 por ciento de su capacidad en el hipocampo, una región crítica del cerebro para el aprendizaje y la memoria, y tuvieron un desempeño pobre en una tarea para probar la inteligencia espacial en la que habían entrenado previamente.

Las ratas expuestas a la luz brillante, sin embargo, mostraron una mejora significativa en esta tarea. Además, cuando los roedores que habían estado expuestos a la luz tenue fueron expuestos a la luz brillante durante cuatro semanas (después de un descanso de un mes), su capacidad cerebral y el rendimiento en la tarea se recuperaron por completo.

Así no se puede trabajar / Nat Welch
Así no se puede trabajar / Nat Welch

Un estudio pionero

El estudio, financiado por los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses, es el primero que muestra que los cambios en la luz ambiental, en un rango habitual para los humanos, conducen a cambios estructurales en el cerebro.

Este hallazgo es relevante, teniendo en cuenta que, en la actualidad, la mayoría de personas pasa gran parte del día en oficinas o viviendas.

“Cuando exponemos a las ratas a la luz tenue, imitando los días nublados de los inviernos del medio oeste o la iluminación interior típica, los animales mostraron deficiencias en el aprendizaje espacial”, asegura Antonio "Tony" Núñez, profesor de psicología y coautor del estudio.

“Esto es similar a cuando las personas no pueden encontrar el camino de regreso a sus automóviles en un estacionamiento concurrido después de pasar unas horas en un centro comercial o una sala de cine”.

Los investigadores creen que la exposición a la luz tenue conduce a reducciones significativas en una proteína conocida como “factor neurotrófico derivado del cerebro”, que ayuda a mantener sanas las neuronas en el hipocampo y en las espinas dendríticas, además de permitir a estas conectarse entre sí.

“Dado que se realizan menos conexiones, se reduce el aprendizaje y el rendimiento de la memoria que depende del hipocampo”, asegura Joel Soler, otro de los autores del estudio. “En otras palabras, las luces tenues producen un ingenio tenue”.

Hágase la luz / Pixabay
Hágase la luz / Pixabay

Un riesgo laboral que no se tiene cuenta

En las típicas guías sobre seguridad y salud en oficinas –que todo el mundo afirma haber leído y nadie lee– se advierte sobre las malas posturas que podemos adoptar en el puesto de trabajo o los peligros del sedentarismo, pero se pasa de puntillas por la iluminación de las oficinas, que solo se menta en relación con la fatiga visual.

En general, para trabajos en oficinas y despachos se recomienda que el nivel de iluminación se encuentre alrededor de los 500 lux, una intensidad similar a la que emiten los halógenos de un de un espejo o la encimera de la cocina, que es además la recomendada para leer.

La antigua Ordenanza General de Seguridad e Higiene en el Trabajo, de 1971, establecía intensidades mínimas claramente insuficientes según cada tipo de trabajo. Mientras el nivel de iluminación recomendado era de, como mínimo, 1000 lux en ebanisterías, joyerías o imprentas solo era de 100 lux en salas de máquinas, depósitos y almacenes, de 200 en industrias conserveras y carpinterías metálicas, y de 300 en oficinas. Su sustituto legal, el Real Decreto 486/1997, de disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo, establece la intensidad mínima en función de las exigencias visuales del trabajo, entre muy altas (1000), altas (500), moderadas (200) y bajas (100), pero no define qué tipo de actividades encajan en cada una de las categorías.

¿En cuántas oficinas se trabaja realmente en estas condiciones?

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