El factor que puede predecir si te ascenderán o no en el trabajo

  • Un nuevo estudio asegura que la percepción de compañeros y jefes sobre nuestro grado de estrés puede determinar una promoción pero ¿a qué precio?
¿Crees que tu jefe se va a dar cuenta de lo mucho que trabajas? / Andrés Nieto
¿Crees que tu jefe se va a dar cuenta de lo mucho que trabajas? / Andrés Nieto

Son características comunes de las personas que aspiran a un ascenso: hacen la pelota al jefe, echan más horas de las necesarias y hacen ver a todo el mundo que tienen muchísimo trabajo. Pero cuando tienen ataques de ansiedad la cosa cambia. Ciertos grados de estrés pueden ser considerados positivos, pues tendemos a pensar que los mejores trabajadores no se toman las cosas con calma ni se van a casa a su hora –algo tan pernicioso como falso–, pero ¿en qué momento perciben los jefes que sus empleados tienen demasiado estrés?

Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv apunta que la percepción del estrés varía enormemente entre colegas y lo que pensamos es una buena estrategia para acceder al preciado ascenso –currar a destajo aunque peligre nuestra salud– puede en realidad estar jugando en nuestra contra.

Gracias a una serie de experimentos, los investigadores israelitas han comprobado que la mentalidad que tiene cada persona dada hacia el estrés determina la forma en que percibe la salud, la productividad laboral y el grado de agotamiento de un compañero o empleado. Y esto no solo afecta a las promociones: crea importantes disfunciones en el clima laboral.

“Si un directivo percibe que un determinado empleado no sufre de estrés, es más probable que lo considere digno de promoción”, asegura la profesora Sharon Toker, autora principal del estudio. “Pero como ese directivo cree que el estrés es una cualidad positiva que conduce a la autosuficiencia, el gerente también tendrá menos posibilidades de ofrecer asistencia si el empleado la necesita”. En definitiva, si un directivo considera el estrés como algo positivo, inherente a un trabajo exigente, tenderá a menospreciarlo.

No pongas la mano en el fuego

Para realizar la investigación, Toker y sus colegas reclutaron a 377 trabajadores estadounidenses para que respondieran un cuestionario online sobre “estrés en el trabajo”. Se pidió a los participantes que leyeran una descripción de “Ben”, un empleado ficticio que trabaja muchas horas, tiene un puesto directivo y necesita realizar múltiples tareas. Luego los empleados calificaron sus niveles de agotamiento y completaron un cuestionario de mentalidad de estrés sobre Ben.

“A medida que los participantes veían el estrés como algo positivo y valioso, menos percibían el agotamiento que podía estar sufriendo Ben y en consecuencia lo calificaban como más digno de ser promovido”, dice el profesor Toker.

En otra serie de experimentos, los investigadores dividieron a los participantes en dos grupos: uno que veía el estrés como algo positivo y otro que lo veía como una rémora. “Los participantes con una actitud positiva hacia el estrés aseguraban que Ben sufría menos síntomas relacionados con éste y, por tanto, eran más propensos a concederle un ascenso. Además eran menos proclives a ofrecerle ayuda”, explica el profesor Daniel Heller, otro de los autores del estudio. “Pero los que veían el estrés como algo debilitante y negativo sentían que Ben estaba más quemado y, en consecuencia, era menos apto para ser promovido”.

¿Puede ser el estrés positivo?

Técnicamente, el estrés no es más que un conjunto de reacciones de nuestro organismo ante una amenaza, por la que se activa el sistema nervioso simpático: el encargado de poner al cuerpo en estado de alerta. Éste libera distintas hormonas –como la adrenalina, la noradrelanina o la cortisona– y nos prepara para una potencial situación de peligro. Es, en definitiva, un mecanismo natural de nuestro cuerpo para lidiar con situaciones críticas. El estrés no es malo per se si se da de forma puntual, es malo cuando empieza a ser crónico, pues nuestro cuerpo sufre si está permanentemente en estado de emergencia.

Aunque es difícil saber cuándo tenemos demasiado estrés, pues la línea que separa el bueno del malo varía en cada persona, hay diversas señales de alarma que nos deben hacer recapacitar; y como apunta el estudio que acaban de publicar los investigadores de la Universidad de Tel Aviv, es improbable que nadie en la empresa se preocupe por ello, así que todo depende de ti.

Cuando el estrés es excesivo, empezamos a estar cansados, tenemos mayores niveles de ansiedad, estamos irritables y tenemos pérdida de memoria. Es en este punto, además, cuando el estrés crónico puede causar problemas mayores como son el síndrome del colon irritable o la colitis ulcerativa. Y ningún trabajo es tan importante como para llegar a este punto.

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