¿Vagos o genios?

Por qué procrastinar puede ser la mejor fórmula para ser creativo y tener éxito

La historia ha demostrado en varias ocasiones que, para crear obras de arte, incluso los grandes autores han tenido que dejar de lado o posponer parte de sus tareas en su trabajo habitual.

Fotograma de 'Miedo y asco en Las Vegas'
Fotograma de 'Miedo y asco en Las Vegas'
Rhino / Summit / Universal Pictures

Uno de los grandes secretos de la productividad que compartían Steve Jobs, cofundador de Apple, y Albert Einstein era no hacer absolutamente nada, tomarse largos descansos de su trabajo para generar sus mejores ideas. Pero la procrastinación no solo significa desconectar de todo y de todos, sino que también puede implicar posponer las tareas diarias para destinar ese tiempo a fines más creativos, especialmente cuando el trabajo principal, el sustento de una persona, se vuelve tedioso o aburrido. En este sentido, la historia ha demostrado en varias ocasiones que, para crear obras de arte, incluso los grandes autores han tenido que procrastinar. Y mucho.

Tal y como explica el autor Bruce Grierson en este artículo de 'Psychology Today', hay varios casos notorios. Por ejemplo, el de Norton Juster, quien falleció la semana pasada y era conocido por haber escrito la novela 'La cabina mágica' en los años 60. Lo que poca gente sabe es que Juster era arquitecto de profesión. De hecho, creó su famosa obras mientras trabajaba. En realidad, procrastinando parte de sus tareas para completar un encargo subvencionado que recibió paralelamente: un libro de no ficción sobre cómo los niños perciben las ciudades. En este sentido, ¿cuántas obras geniales se han creado mientras el autor se 'escaqueaba' en su trabajo?

Para crear 'Guerracivilandia en ruinas' (1996), George Saunders evitaba como podía su trabajo como redactor técnico, en el que se suponía que trabajaba para una empresa de ingeniería. Hoy en día, Saunders ya no tiene que rellenar libros de instrucciones y, gracias a su procrastinación, hoy es un autor reconocido mundialmente y ampliamente galardonado. Quizás, la pregunta más adecuada en este caso es: ¿cuántas obras maestras se hubiese perdido el mundo si algunos de los grandes autores hubieran fichado de nueve a seis?

Otro ejemplo. En 1950, James Thurber se encontraba en las Bermudas tratando de escribir una novela que le habían encargado. Sin embargo, su bloqueo creativo lo llevó a posponer su trabajo (de por sí, creativo) para centrarse en un relato fantástico que se haría famoso en su día: 'Los trece relojes'. Algo parecido a lo que le sucedía al periodista Hunter S. Thompson y que reflejaba a la perfección Johnny Depp en 'Miedo y asco en Las Vegas', donde el autor pasaba olímpicamente de cubrir una carrera a la que le había mandado el periódico. A cambio, sus particulares crónicas (repletas de drogas y excesos) le permitieron crear un nuevo género: el periodismo 'gonzo'.

Y otro caso más. A mediados del siglo XX, el Departamento de Pesca de Estados Unidos le encargó a la bióloga marina Rachel Carson crear un simple folleto informativo. Sin embargo, sus descubrimientos le hicieron aprovecharse de los fondos estatales que recibía para centrarse en la conservación, especialmente en los problemas que ella consideraba que eran causados por el uso de pesticidas sintéticos. El resultado fue el libro 'Primavera Silenciosa' (1962), el cual llevó a un nivel sin precedentes la preocupación sobre el medio ambiente en la conciencia colectiva de la sociedad estadounidense, y que muchos consideran el germen del ecologismo actual.

En este sentido, recuerda Grierson, la procrastinación puede tener mala reputación, pero eso no implica que no sirva para nada. "Posponer algo puede fructífero. [...] Si postergar realmente nos hace más creativos (esa es una afirmación que se escucha cada vez más), hay algo que decir a favor de pivotar cuando estás estancado. [...] El obstáculo es el camino, como decían los estoicos". Y, si no, que se lo pregunten a Jeffrey Eugenides, el autor que concibió 'Las vírgenes suicidas' en los años 80 mientras trabajaba como administrativo. Probablemente, hacer fotocopias era la última de sus preocupaciones en aquel momento.

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