Guerra Fría en la red o por qué China quiere reescribir las reglas de internet

  • Xi Jinping ha creado un poderoso organismo que controla la política cibernética. Y está enseñando cómo controlar internet a otros países.
EL presidente de China, Xi Jinping, en una reciente visita a Rusia / Kremlin
EL presidente de China, Xi Jinping, en una reciente visita a Rusia / Kremlin

La guerra comercial que podrían librar Estados Unidos y China tiene en internet, y el ámbito tecnológico en general, su mayor campo de batalla. Esta semana, el Senado estadounidense ha votado el restablecimiento de las sanciones a ZTE, una de las mayores compañías de móviles China, por comerciar con Irán y Corea del Norte.

Meses antes, Trump había levantado esas sanciones como parte de su juego de tira y afloja con China, en el que también está sumido Apple, una empresa que se vería enormemente afectada por los nuevos aranceles al acero y al aluminio (y que, se especula, podría contar con ciertas excepciones), y Huawei, junto a ZTE el otro gran fabricante de móviles chino, que se ha sabido compartía datos con Facebook –lo que hace temer que China esté en posesión de datos confidenciales de ciudadanos estadounidenses–.

Pero, como apunta el profesor Samm Sacks, del Center for Strategic and International Studies, en The Atlantic, el rifirrafe comercial, provocado en gran medida por la política proteccionista de Trump, puede hacer que perdamos el foco de lo que verdaderamente está en juego, que no es otra cosa que el control de internet.

A fines de abril, el presidente de China Xi Jinping pronunció un discurso en el que exponía su visión de convertir a su país en una “superpotencia cibernética”. Su proyecto, respaldado por todo tipo de declaraciones y políticas efectivas que ha llevado a cabo desde que asumió el poder, tiene un claro objetivo: redactar las reglas para una gobernanza cibernética global, muy diferentes a las que estableció Occidente en el nacimiento de internet.

Los tres objetivos de la política cibernética China

La visión del Gobierno chino es clara: no quiere que las empresas estadounidenses controlen los datos de sus ciudadanos, pues, para eso, prefieren controlarlos ellos. Es por ello por lo que exigen a las empresas extranjeras que quieran operar en China el cumplimiento de ciertos estándares de seguridad como, por ejemplo, la obligación de que los datos de los usuarios se almacenen exclusivamente en territorio chino (o fuera solo con un permiso expreso del Gobierno). Además, las agencias y empresas gubernamentales (que en China son una amplia mayoría) tienen la obligación de abastecerse solo de proveedores locales.

Para gestionar todo esto, Xi Jinping ha creado un poderoso organismo gubernamental que controla con mano de hierro la política cibernética. Además de aprobar una importante ley de ciberseguridad, el Gobierno ha impulsado docenas de regulaciones y estándares técnicos que, en conjunto, refuerzan el control y la visibilidad del Gobierno sobre todo el ecosistema de Internet: la infraestructura que lo sustenta, el flujo de datos, la diseminación de información en línea, y la composición del software y hardware que forman la base de todo, desde el comercio electrónico hasta los sistemas de control industrial.

El plan del Gobierno tiene tres objetivos claros, totalmente lógicos desde la óptica China:

1. Abordar los desafíos de ciberseguridad, como son los ataques de los hackers y el robo de datos personales.

2. Impulsar la industria nacional, con el fin de acabar con la dependencia china de componentes extranjeros para ciertas tecnologías que se consideran esenciales para la seguridad y economía nacional. Si en este proceso participan empresas extranjeras lo pueden hacer solo con el permiso expreso de Pekín y bajo su supervisión constante.

3. Controlar la difusión de información económica, social y política en internet.

Xi Jinping se reúne con el presidente de Rusia, Vladimir Putin / Kremlin
Xi Jinping se reúne con el presidente de Rusia, Vladimir Putin / Kremlin

Un modelo que pone en riesgo internet tal como lo entendemos

No es ningún secreto que la libertad de expresión no es el fuerte de China. La ONG Freedom House califica a China como “el mayor abusón de la libertad en internet”, y asegura que emplea a cientos de miles e incluso millones de personas para monitorizar, censurar y manipular el contenido de la red. Y el contenido extranjero que no puede manipularse, sencillamente queda vetado.

El problema principal, como apunta Sacks, es que este modelo, tan diferente al internet abierto que, al menos aparentemente, reina en Occidente, podría extenderse a otros países. Y, en definitiva, “no podemos dar por sentado que Internet seguirá siendo un lugar en el que exista libertad de expresión y pueda florecer el libre mercado”.

China ejerce una enorme influencia en el resto de Asia y, sobre todo, África, donde está realizando inversiones masivas en infraestructuras, como es el caso de la nueva ruta de la seda, e importantes colaboraciones militares. Su participación en las instituciones internacionales es cada vez mayor, y la gobernanza de internet es un asunto central en sus negociaciones.

En 2015, por ejemplo, China seleccionó a Tanzania como país piloto para el establecimiento de una colaboración más estrecha con los países africanos y enseguida usó su influencia para que el país aprobara una ley de delitos cibernéticos y restricciones sobre el contenido de Internet y la actividad de blogs a imagen y semejanza de la que rige en China. Grandes aliados del país asiático, como Etiopía, Sudán, Egipto o Nigeria están estableciendo medidas similares, asesorados por el Gobierno chino.

Otros países, pese a no colaborar tan estrechamente con China, están regulando internet de forma similar. Es el caso de Rusia, que cuenta ya con el mayor sistema de localización y vigilancia de datos del mundo, pero también de Vietnam, que ha aprobado una ley muy parecida a la China, o India, que hasta ahora se había mantenido al margen pero está empezando a legislar en este sentido.

Como apunta Sacks, las implicaciones de todas estas políticas para el ecosistema global de internet son, cuanto menos, preocupantes: “El modelo de control impulsado por China desafía la apertura internacional, la interoperabilidad y la colaboración, los cimientos de la gobernanza mundial de Internet y, en última instancia, a la propia Internet. El siglo XXI verá una batalla sobre si se impone el modelo de China o el principio de gobernanza más inclusivo, transparente y colaborativo que sustentó el ascenso de Internet”.

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