Por qué Harley-Davidson abre la puerta a la desbandada de empresas americanas

  • La decisión de llevar parte de su producción al extranjero en respuesta a la guerra comercial podría abrir la veda a una descentralización masiva.
Unas 15.000 Harley-Davidson recorren el centro de Barcelona
Unas 15.000 Harley-Davidson recorren el centro de Barcelona

Make America great again. Con estas cuatro palabras, Donald Trump resumió a la perfección durante la campaña electoral de 2016 sus planes en política interior y exterior si llegaba a la Casa Blanca: por un lado, devolver a EEUU a la posición dominante en el plano internacional; por otro, fomentar el producto nacional frente a los florecientes mercados asiáticos, sudamericanos y europeos. El resultado es de sobra conocido: EEUU ha recuperado el tono beligerante, casi imperialista, de antaño, al tiempo que la ansiada guerra comercial del Presidente ha derivado en un aislacionismo que sólo le beneficia a él. Ese discurso, a ratos nacionalista y por momentos segregacionista, es el que le sostiene entre sus votantes más reaccionarios.

Sin embargo, esta particular cruzada comercial empieza a incomodarles incluso a ellos. A pesar de que la idea de la autosuficiencia y la cultura de los hombres hechos a sí mismos sigue estando muy arraigada en el corredor central de EEUU, ya hay quien empieza a cuestionarse si es necesario vetar las importaciones de otros países, teniendo que ajustar a la producción al mercado local y, sobre todo, sabiendo que además esa política arancelaria implica que tanto China como la UE respondan con tasas similares, lo que perjudica también la exportación.

La primera bofetada a la política exterior de Trump

En esta línea, Harley-Davidson, el famoso fabricante de motos estadounidense, acaba de anunciar que derivará parte de su producción fuera de EEUU para poder sortear los aranceles que desde el extranjero, especialmente Europa, empezarán a aplicarse a partir del próximo 6 de julio. Una decisión que no sólo supone un importante beneficio comercial para la compañía, sino que también representa la primera bofetada de un icono yanqui a la política exterior impulsada por Donald Trump, tal y como se reflexiona en este artículo de The New York Times.

DONALD TRUMP (ESTADOS UNIDOS)
Donald Trump está metiendo a EEUU en un buen lío /  Gage Skidmore

La ecuación es simple: para Harley-Davidson sale más barato llevar parte de su producción fuera de EEUU que permanecer impasible en el país sin soliviantar a Trump por una suerte de patriotismo impostado. Curiosamente, los negocios, el punto fuerte del Presidente, son el principal motivo de que el fabricante de motocicletas haya decidido posicionarse contra la Casa Blanca y su política exterior. En resumen, Harley-Davidson, como todas las empresas estadounidenses que tienen parte de sus negocios fuera del país, ha tenido que elegir entre ese Make America great again y lo contrario, que en la lógica polarizada de Trump sería algo así como Make America worse again. Y la compañía, incluso sabiendo las consecuencias que su decisión tendría en el mercado estadounidense, ha optado por lo segundo, aunque con una concepción distinta: EEUU sólo será grande si mantiene intacta su reputación -y sus ventas- en todo el planeta.

Unos aranceles inasumibles

En respuesta a la imposición de aranceles de Trump al acero y el aluminio europeos, la UE anunciaba la semana pasada su decisión de aumentar en un 25 % los aranceles a distintos productos procedentes de EEUU, incluyendo las motocicletas de Harley-Davidson. En la práctica, esto supondrá a partir del próximo 6 de julio que la tasa pasará del 6 % actual al 31 %. Un coste prácticamente inasumible para la compañía, ya que tendría que aumentar una media de 2.200 dólares por unidad vendida en el viejo continente para rentabilizar el coste arancelario adicional.

En un principio, Harley-Davidson ya anunció desde un principio que no quería subir los precios de sus motocicletas, entre otras cosas por el previsible descenso de ventas que acarrearía, por lo que la única solución pasa por aguantar el batacazo inicial cuando entren en vigor los nuevos aranceles -con unas pérdidas previstas de entre 90 y 100 millones de dólares al año- y, paralelamente, elaborar un plan a 18 meses vista para sacar de su sede en Milwaukee parte de su producción a países que no apliquen este tipo de tasas. Y hacer que Trump se lo piense dos veces la próxima vez.

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