Producir más en menos tiempo

El proyecto valenciano de la jornada de cuatro días en el que se inspiró Errejón

Enric Nomdedeu, secretario autonómico de Empleo de la Generalitat Valenciana, explica a 'La Información' las claves del plan autonómico aprobado a finales de 2020.

Un trabajador autónomo.
Un trabajador autónomo.
Imagen de StartupStockPhotos en Pixabay.

La jornada de cuatro días ya es una realidad. Al menos, sobre el papel, después de que este fin de semana el portavoz de Más País, Íñigo Errejón, anunciase que el Gobierno había aceptado una propuesta para destinar 50 millones de euros a la implementación en varias empresas de una jornada 'reducida' de 32 horas, a modo de proyecto piloto, durante los próximos tres años. Un plan inspirado directamente del que se aprobaba a finales de 2020 por parte de la Generalitat Valenciana. De hecho, Errejón ha contado incluso con alguno de los ideólogos del proyecto autonómico, como el caso de Enric Nomdedeu, secretario autonómico de Empleo de la Generalitat Valenciana y una de las primeras personas en España que planteó la necesidad de explorar la jornada de cuatro días.

"Es una cuestión que ha presentado Errejón, pero que hemos estado trabajando nosotros con ellos y con alguna asociación de empresarios que están defendiendo esta propuesta. A falta de conocer más detalles, cabe recordar que nosotros en la Generalitat ya lo teníamos incluido, con una partida de 1,5 millones. Por lo tanto, solo cabe celebrar que el Gobierno central haya entendido la necesidad de ir un pasito más allá", explica Nomdedeu a 'La Información'.

Se trata de un proceso largo, a caballo entre la investigación académica y la creación de un renovado contrato social. En el caso de la Valencia, "estamos todavía en la fase de recabar toda la información necesaria para presentar una propuesta en la reunión entre Gobierno [de la Generalitat], sindicatos y patronal. Hay que tomar una decisión colaborativa, entre todas las partes, porque entendemos que es una decisión que no puede salir de una legislación que obligue a nadie a hacer nada, sino simplemente a aquellas empresas que crean que tienen la opción, nosotros queremos acompañarles económicamente en los primeros compases"

David Blay, consultor y reputado conferenciante sobre trabajo flexible, añade que "el primer paso debería ser, sin duda, la creación de una formación acerca de educación digital y teletrabajo. En el primer ámbito debemos planificar por escrito cómo serán nuestras relaciones tecnológicas entre nosotros y con los clientes (cuánto tiempo podemos tardar en responder un mail, un WhatsApp o una llamada y qué herramientas usaremos para no recibir mensajes en multicanal). Y, en el segundo, generar los procesos adecuados para asegurarnos de que somos eficientes, no trabajamos de más y no nos quemamos".

Aquí es donde puede entrar en juego el papel de las universidades públicas citadas por Errejón durante su anuncio del proyecto piloto sobre la jornada de cuatro días: más que llevar a cabo la investigación de campo (de eso se encargan las propias empresas), su labor consistiría en participar como consultor, desde la perspectiva de la formación. "He tenido varias videoconferencias en las últimas semanas con Íñigo [Errejón] y, hasta donde yo sé, se trata de pedirle su opinión a las universidades públicas, como nosotros hemos empezado a hacer con el IVIE [Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas], para hacer las cosas lo más sensatamente posibles. Pero, desde luego, con esto se está pensando en la empresa privada, no se está pensando en hacer esa prueba en las universidades", explica Nomdedeu.

La empresa ideal para la jornada de cuatro días

En este sentido, ¿a quién va dirigido este proyecto piloto? O, dicho de otro modo, ¿qué perfil de empresa es el que podría adaptarse más fácilmente a una jornada de cuatro días? "El sector terciario avanzado es el que más fácil lo va a tener", apunta Nomdedeu. "Todo lo que sean transferencias de conocimientos ligados a la gestión y organización, como por ejemplo la publicidad, las tecnologías de la información, ingenierías, despachos de arquitectura... lo van a tener mucho más fácil", añade, aunque matiza que la idea es que cualquier empresa de cualquier ámbito pueda adherirse al plan.

Pero el tamaño también importa. "No es lo mismo una empresa con tres personas que otra con seis: en la última, se podrán organizar mejor tres turnos de trabajo de lunes a jueves y otros tres de martes a viernes, por ejemplo, algo que le permitiría a la empresa seguir abierta cinco días a la semana y a los trabajadores estar solo cuatro días trabajando. De tamaño medio a grande va a ser más sencillo implementar la jornada de cuatro días", señala Nomdedeu.

Blay lo explica de otro modo: "La implantación en pymes puede parecer más sencilla por disponer de menor personal, pero en realidad es escalable el modelo a grandes empresas con cientos o miles de trabajadores. Pero exige negociar un nuevo contrato social: cuáles serán los puntos comunes para toda la compañía, qué idiosincrasia diferencial deberá administrar cada departamento y cómo interactuarán estas normas diversas para crear una cultura común productiva".

Sea como fuere, Blay insiste en que no se trata de "agrupar todas las horas del viernes entre lunes y jueves. Al fin y al cabo, entre cafés, salidas a fumar, tiempo en redes sociales cuando hemos terminado nuestras tareas y no nos podemos marchar por horario y reuniones poco productivas perdemos gran parte de nuestra capacidad... Si mantenemos el horario (o mejor, lo hacemos flexible, aunque la cultura laboral española y las leyes para fichar lo hacen muy complicado) no será necesario trabajar más. No olvidemos que antes de la pandemia España era el penúltimo país europeo en ratio horas trabajadas/productividad".

Mejorar la productividad trabajando menos horas

Ahora, la situación en Europa no es mucho mejor. "Cuando nos comparamos con los países de nuestro entorno, España está en la franja más alta en horas realizadas (eso sin contar las horas extras y las que se hacen en negro en negro) y en la franja más baja de productividad. En esa ecuación, para mejorar la productividad no depende solo de las horas trabajadas; también depende de mejoras organizativas", apunta Nomdedeu, que cita un caso conocido de reorganización del trabajo: "Hace 100 años, en la Ford de EEUU decidieron trabajar solo 40 horas y parecía que se iba a acabar el mundo, pero terminaron produciendo muchos más coches en menos tiempo. ¿Por qué? Porque inventaron un sistema de trabajo diferente".

"El modelo a seguir para lograr esas mejoras organizativas dependerá de cada sector", explica Nomdedeu, quien matiza que "implementarlo no pasa por el intervencionismo del Estado, sino que compete estrictamente a las empresas. Nosotros lo que vamos a hacer es que nos presenten un proyecto de reorganización productiva a aquellas empresas que quieran adherirse a este piloto". Es decir, que la innovación nazca de la propia empresa, que al mismo tiempo será el 'laboratorio' de pruebas de la jornada de cuatro días.

En cualquier caso, Nomdedeu tiene algunas ideas claras antes de que comience oficialmente el experimento. Por un lado, la implementación del trabajo por objetivos: "Si tienes que producir seis sillas en una semana y el trabajo está hecho el jueves, el quinto día cerramos la fábrica". Por otro, que las nuevas tecnologías permiten desarrollar parte de la actividad en remoto, una ventaja en términos de productividad en todos los sentidos. Por eso, zanja: "Sobran horas de presencialidad".

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