La solución definitiva contra el cambio climático: tapar la luz del sol

  • Crear una suerte de esfera de Dyson alrededor de la Tierra para filtrar la luz solar podría ser la última esperanza de la Humanidad.
Recreación artística de una esfera Dyson / DJANDYW.COM
Recreación artística de una esfera Dyson / DJANDYW.COM
Recreación artística de una esfera Dyson / DJANDYW.COM
Recreación artística de una esfera Dyson / DJANDYW.COM

Cubrir el sol no es una idea nueva. En 1960, el físico Freeman Dyson concibió una megaestructura -la conocida como esfera de Dyson- cuyo objetivo sería rodear completamente a nuestra estrella para aprovechar al máximo la energía que desprende. En la escala de Kardashov, este modelo puramente teórico implicaría el paso de una civilización de tipo I -capaz de aprovechar todos los recursos de un planeta- a una de tipo II -capaz de hacer lo propio con la estrella de su sistema- y aún lejos de la de tipo III -capaz de utilizar toda la energía disponible en su propia galaxia-, pero, además, llevar a cabo un proyecto como la esfera de Dyson podría tener una consecuencia más inmediata: salvar a la raza humana de los efectos devastadores del cambio climático, tal y como apunta el vulcanólogo y divulgador Robin George Andrews en este artículo de Earther.

El plan es simple: en lugar de rodear al sol para aprovechar su energía, el objetivo de todos los proyectos teóricos que se están planteando en los últimos años en materia de geoingeniería es el de cercar la Tierra de algún modo para filtrar la luz solar que recibimos. Se trata de una idea algo extrema, pero que está ganando adeptos en los últimos tiempos, especialmente tras la constatación empírica de los terribles efectos que el cambio climático está teniendo sobre nuestro planeta. Más aún, teniendo en cuenta la inacción de las grandes potencias en este sentido: el año pasado, EEUU abandonaba los Acuerdos de París contra el cambio climático, una serie de compromisos para evitar el desastre que, en cualquier caso, nadie está cumpliendo.

¿Una atmósfera de azufre?

La mayoría de las propuestas para filtrar la luz solar que nos llega van encaminadas a usar aerosoles que impregnen la atmósfera de partículas reflectantes. La única discusión al respecto es qué tipo de tecnología sería necesaria para lograrlo: los ingredientes necesarios para crear este espejo gigante van desde la sal de mesa y los óxidos de aluminio hasta el polvo de diamante obliterado. Sin embargo, el elemento que podría conseguirlo con casi total certeza, según los científicos, es el azufre, debido principalmente a que es bastante más abundante en la Tierra que cualquier otro compuesto.

Tapar la luz del sol sería factible, pero muy caro / Pixabay
Tapar la luz del sol sería factible, pero muy caro / Pixabay

Además, nuestra experiencia durante las erupciones volcánicas nos indica que cuando ocurre este fenómeno se emiten grandes cantidades de azufre a la estratosfera, donde se concentra en gotas de ácido sulfúrico reflectante. Es más, desde que se tienen registros de grandes erupciones volcánicas ricas en azufre, se sabe que son capaces de enfriar la temperatura media del planeta en un grado y sus efectos pueden llegar a notarse durante uno o dos veranos; el azufre es, por tanto, el reflectante natural que podría actuar como filtro efectivo contra la luz solar, explica George Andrews.

Artillería para bombardear de azufre la atmósfera

El problema es que, en teoría, llevar azufre a la atmósfera sería posible a través de una sofisticada tecnología capaz de llevar cantidades ingentes de este elemento hasta la altura precisa y dispersarlas en el momento oportuno, algo que parece improbable conseguir a día de hoy: haría falta un número imponderable de aerosoles para irrigar el cielo con millones de toneladas de azufre que, en poco tiempo, se separarían de la atmósfera y habría que reponer. Es decir, que para que funcionase, sería necesario un sistema de dispersión permanente de azufre en la atmósfera. Y, por el momento, no es algo que se pueda adquirir en cualquier ultramarinos. Ni en la NASA.

Con estas limitaciones, el sistema que más se acerca al objetivo de suministrar permanentemente azufre a la atmósfera es el de la artillería naval, que fue rescatado en 2009 por científicos para plantear una solución bombardeando con unas 8.000 descargas diarias el cielo: en este caso, el problema es el coste, estimado en unos 30.000 millones de dólares anuales. Otra opción es utilizar misiles sin carga explosiva programados para dispersar el elemento a cierta altitud y volver a utilizarlos tras cada viaje, a modo de diminutas aeronaves. Por otra parte, también existe la posibilidad de enviar globos llenos de azufre a la atmósfera, un sistema similar al que ya emplea China para crear lluvia artificial en el Tíbet con yoduro de plata. Sin embargo, en los tres casos, la tecnología necesaria está aún lejos de inventarse.

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