Los cuatro atajos para ingresar en Harvard sin ser el mejor estudiante

  • Cada año miles de estudiantes se enfrentan a un proceso de admisión azaroso, pero cuya dificultad no siempre es la misma para todos 
Todos quieren entrar en Harvard, muy pocos lo consiguen. / Michael Hicks
Todos quieren entrar en Harvard, muy pocos lo consiguen. / Michael Hicks

La Universidad de Harvard, situada en la ciudad estadounidense de Cambridge (Massachusetts) es la institución educativa más antigua del país y una de las más prestigiosas del mundo, que aparece siempre en las primeras posiciones de los rankings.

Estudiar allí no es fácil (ni barato), aunque pasar por sus aulas prácticamente garantiza un puesto en la élite empresarial o científica. Es por ello que cada año miles de estudiantes se enfrentan a un proceso de admisión siempre azaroso, pero cuya dificultad no siempre es la misma para todos los estudiantes.

El pasado octubre se celebró un juicio después de que la universidad fuera acusada de discriminar al colectivo de aplicantes asiáticoamericanos. Harvard ha negado rotundamente que exista tal sesgo, pero, gracias al juicio, hemos podido conocer algunos detalles del opaco proceso de selección, por los que se eligen quiénes de los 40.000 alumnos que quieren ingresar por año ocupan alguna de las 1.600 plazas vacantes.

Anemona Hartocollis reúne en The New York Times los diversos sesgos que Harvard introduce en el proceso de admisión. Algunos sirven para dar prioridad a ciertos alumnos privilegiados, mientras que otros procuran todo lo contrario: dar una oportunidad a minorías o estudiantes con historias vitales difíciles. Estos son los criterios:

1. Ser A.L.D.C

En el proceso de admisión Harvard da preferencia a los atletas (A); los 'legados' (L), hijos de graduados en la Universidad; los candidatos recomendados por decanos o directores (D), que suelen incluir a los hijos de los donantes más adinerados; y los hijos (C) de profesores y empleados.

Solo un 5 % de los alumnos que piden admisión en Harvard están en este grupo, pero representan el 30 % de los estudiantes finalmente admitidos. La Universidad recibe finalmente a entorno el 45 % de los alumnos presentes en este listado, comparado con el resto, que solo tiene entre un 4,5 y un 5 % de probabilidades de ser seleccionado.

Los testigos de Harvard que participaron en el juicio aseguraron que era importante preservar la ventaja del legado porque alienta a los exalumnos a dar su tiempo, experiencia y dinero a la universidad.

2. Ser un estudiante del “país disperso” o de otra minoría

Harvard califica como ‘sparse country’ (que podríamos traducir como “país disperso”) a veinte estados rurales de EEUU en los que hay muy pocos estudiantes que apliquen para estudiar en la Universidad.

Todos los años, Harvard manda correos invitando a los estudiantes que sacan mejores notas en el instituto a presentarse a la selección. Esta carta hace que el candidato tenga directamente el doble de posibilidades de pasar el proceso, pero no se manda a todo el mundo a partir de cierta nota.

Los hispanos, los nativos americanos y los negros hombres necesitan una puntuación de 1100 para recibir esta nota, mientras que las mujeres blancas o asiáticoamericanas necesitan una nota de 1350 y los hombres blancos y asiáticoamericanos necesitan una nota de 1380. A no ser que sean de estos 20 estados rurales, en los cuales solo necesitan una puntuación de 1310.

Harvard da ventajas a las minorías, pero también a los ricos. / Paul Geffen
Harvard da ventajas a las minorías, pero también a los ricos. / Paul Geffen

3. Ser un solicitante efervescente (o reflexivo)

Como explica The New York Times, y se ha escuchado en el juicio, Harvard recomienda a sus oficiales de admisiones que busquen candidatos con “cualidades personales inusualmente atractivas”, que pueden incluir “efervescencia, caridad, madurez y fortaleza de carácter”.

Al final, según se puede recoger de los testimonios, son los estudiantes más extrovertidos los que se llevan esta ventaja. Unas nuevas directrices publicadas justo antes del juicio advierten, no obstante, de que estas características no son siempre sinónimo de extroversión, y que los estudiantes “particularmente reflexivos, perspicaces y dedicados” también deben obtener altas calificaciones personales.

4. Tener una historia de vida emocionante

Los documentos analizados en el juicio muestran repetidamente que se otorgan claras ventajas a los estudiantes pobres y aquellos que se encuentran en circunstancias desfavorecidas. Pero también da puntos tener una buena historia vital que contar, en la que el alumno haya tenido que superar numerosos obstáculos.

¿Un ejemplo? Thang Diep, un estudiante de último año de Harvard que vino de Vietnam cuando era niño, habló sobre como le acosaban en el colegio por su acento en inglés, y cómo fue un profesor de Harvard el primer maestro al que escuchó pronunciar su nombre correctamente.

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