El negocio de las sexdolls para pedófilos: ¿una solución o una perversión?

Unicef alerta de la existencia de menores españoles víctimas de trata con fines de explotación sexual
Unicef alerta de la existencia de menores españoles víctimas de trata con fines de explotación sexual
EUROPA PRESS

La industria de las sex dolls ha encontrado en la pedofilia un nuevo nicho de mercado: muñecas de silicona con el cuerpo y el peso de un niño. Ante el crecimiento de sus ventas, la alerta social se ha disparado y en algunos lugares, como el estado de Florida, ya han vetado su comercialización. Aún así, hay quienes dejan el debate abierto: ¿podrían estas 'mini sexdolls' sera la base de una nueva terapia para los pedófilos?

La senadora Lauren Book, quien jugó un papel clave para que Florida cerrase sus puertas a estas sexdolls, no lo cree así. En su proyecto de ley, Book estableció un paralelismo entre los efectos de la pornografía y los que podría conllevar la utilización de las muñecas en personas con inclinaciones pedófilas. Book se basó en un estudio de la Universidad de Ottawa, cuyas conclusiones coincidieron con las de un grupo de investigación de Pensilvania: ambos determinaron que la frecuencia del uso de la pornografía era el mayor factor de riesgo para los delincuentes sexuales reincidentes. 

En este sentido, El pasado mes de junio, en España, un informe denominado 'Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales', elaborado por la red Jóvenes e Inclusión y la Universitat de las Illes Balears para estudiar el impacto de la pornografía en los jóvenes y adolescentes, establecía que un 70% de los jóvenes españoles ha visto porno en internet, al que se accede por primera vez a los 8 años, aunque su consumo se generaliza a los 14. El problema es que el estudio relaciona los contenidos que ven los menores (cargados de machismo y prácticas de riesgo) con un incremento en el consumo de la prostitución y cambios profundos en las relaciones interpersonales.

Un negocio 'made in' Asia

Por eso, la gran pregunta que se hicieron en Florida es si el consumo de sexdolls es también un catalizador que 'provoca' que un pedófilo pueda convertirse en un pederasta eventualmente. El problema es que existe un oscurantismo que rodea al negocio. Book denunciaba en Florida que estas muñecas "se fabrican en China, Hong Kong o Japón y se envían a los EE.UU con una etiqueta de maniquíes para evitar la detección". Así lo han corroborado los agentes fronterizos de Reino Unido, que en menos de un año interceptaron más de 100 sexdolls infantiles, que habían sido producidas en Asia y se estaban distribuyendo a través de plataformas como Amazon o eBay. La británica National Crime Agency (NCA) aseguró que de los siete detenidos en esta operación, a seis se les imputaban delitos de pornografía infantil.

Uno de los principales fabricantes de esta prolífica industria es la compañía japonesa Trottla cuyo fundador, el empresario Shin Takagi considera su trabajo una forma de "creación artística". Takagi, que ha manifestado públicamente sus tendencias pedófilas, asegura que sus productos son una manera de "ayudar a gente que quiere expresar sus deseos legal y éticamente".

La situación en España: 'Ojos que no quieren ver'

El último informe de Save the Children sobre los abusos sexuales a menores en España, 'Ojos que no quieren ver', ha sacado a la luz las enormes dimensiones de este fenómeno: entre un 10 y un 20% de la población española sufre abusos antes de la mayoría de edad. La cifra es aún más alarmante si se tiene en cuenta que, de cada diez casos abiertos en los tribunales, solo siete llegan a juicio. 

El documento recoge las estadísticas del Ministerio del Interior que contabilizó más de 3.000 denuncias a lo largo de 2017. La ONG calcula que esta cifra comprende solo el 15% de los casos, lo que significaría que ese año se produjeron alrededor de 20.000 abusos sexuales a menores, por lo que la distribución de este tipo de sexdolls infantiles solo podría contribuir a 'normalizar' este tipo de relaciones nocivas y delictivas de adultos con menores.

Cristina Sanjuán Vázquez, técnica de Sensibilización y Políticas de Infancia de esta ONG, comunicó a La Información que la sociedad española "está muy poco sensibilizada porque no es del todo consciente de la magnitud del problema". Sanjuán reclama una formación más específica dentro de las fuerzas de seguridad y de aquellos oficios ligados a la población infantil, que asegure a sus profesionales una detección rápida de los signos del abuso. Además, señala que "es imprescindible empoderar a los niños en base a la autonomía corporal y el respeto a uno mismo", ya que el informe ha demostrado que los menores emocionalmente más fuertes son menos proclives a sufrir abusos sexuales.

Una industria internacional y transversal

La situación que refleja 'Save the Children' ha reforzado las voces que exigían una Ley Orgánica de protección de menores contra la violencia, pero: ¿qué posición debería tomar la legislación española respecto a las sexdolls?

En la otra punta del planeta lo tuvieron claro: más de 60.000 australianos firmaron una petición para prohibir la importación de estas muñecas en 2016. En consecuencia, el Departamento de Inmigración y Protección de Fronteras del país concluyó que poseer estos productos se consideraría una forma más de explotación infantil.

La globalización dificulta el control de este tipo de mercancías y sus redes obstaculizan la acción policial frente a la pederastia. Así lo asegura el Santiago Redondo, profesor de Psicología y Criminología de la Universidad de Barcelona, quien afirma que Internet consolida el engaño del pedófilo ya que "gracias a la Red, el individuo contacta con un grupo y se siente ubicado". Internet es un factor de riesgo, y Redondo ha asegurado a La Información que, como especialista, "no conozco ninguna evidencia científica que permita sugerir que las sexdolls pueden ser una terapia".

El relativo éxito de las 'mini sexdolls' a nivel global refuerza otra de las conclusiones del informe: los abusos no se reducen a las clases sociales más bajas. El precio de estas muñecas llega a rondar los miles de euros, por lo que su adquisición se vincula a las rentas elevadas y desmiente este prejuicio: la pedofilia no entiende de clases.

Mostrar comentarios