No hemos vuelto a la luna en 45 años, pero debemos volver (y será pronto)

  • Desde la misión Apolo 17 se ha especulado enormemente con la posibilidad de volver a aterrizar en la Luna, pero ninguna misión se ha matrerializado
Los últimos astronautas que pisaron la Luna, Eugene A. Cernan, Harrison H. Schmitt, y el piloto que les acompañaba en la misión Apolo 17, Ronald E. Evans / NASA
Los últimos astronautas que pisaron la Luna, Eugene A. Cernan, Harrison H. Schmitt, y el piloto que les acompañaba en la misión Apolo 17, Ronald E. Evans / NASA
Los últimos astronautas que pisaron la Luna, Eugene A. Cernan,  Harrison H. Schmitt, y el piloto que les acompañaba en la misión Apolo 17, Ronald E. Evans / NASA
Los últimos astronautas que pisaron la Luna, Eugene A. Cernan y Harrison H. Schmitt, y el piloto que les acompañaba en Apolo 17, Ronald E. Evans / NASA

El comandante estadounidense Gene Cernan fue el último ser humano que pisó la superficie de la Luna, en concreto el 11 de diciembre de 1972, hace 45 años (y medio).

Desde aquella misión Apolo 17 se ha especulado enormemente con la posibilidad de volver a aterrizar en la Luna, pero la exploración espacial ha ido por otros derroteros. Los 12 miembros de las misiones Apolo han sido los primeros y últimos valientes en visitar la Luna y nadie ha vuelto a preocuparse por llevar a nuestro satélite a nuevos astronautas. Hasta hora.

Casi medio siglo después del último alunizaje tripulado, hay numerosas razones para volver a pisar la Luna. Y, sobre todo, para establecer una base en su superficie.

Numerosos científicos piensan que una base permanente en la luna sería tremendamente útil, por muchos motivos: serviría para contar con un depósito de combustible donde repostar para abordar misiones más lejanas; para experimentar con la conformación de colonias en otros planetas –con la mirada puesta, claro está, en Marte–; para resolver numerosos enigmas científicos, que necesitan de un trabajo de larga duración fuera de la Tierra; e, incluso, para generar beneficios en torno al turismo espacial. Tener base en la Luna puede ser interesante, incluso, para realizar extracciones mineras de materiales como el helio-3, que serviría como combustible de futuros reactores de fusión nuclear

“Una estación humana de investigación permanente en la Luna es el siguiente paso lógico”, asegura en Business Insider el exatronauta canadiense Chris Hadfield –famoso por haber interpretado Space Oditty en la Estación Espacial Internacional–. “Está a solo tres días de distancia. Podemos permitirnos equivocarnos y no matar a todos. Y tenemos un montón de cosas que tenemos que inventar y luego probar para aprender antes de que podamos adentrarnos más allá”.

Un problema de dinero

En estos años, todas las grandes agencias espaciales han especulado con la posibilidad de enviar de nuevo al ser humano a la Luna.

Nada más llegar al cargo, en 2015, el director general de la Agencia Europea Europea del Espacio (ESA), Johann-Dietrich Wörner, aseguró que quería ir a la Luna, en concreto a la cara oculta, “y tener allí robots y humanos en una estación permanente, y no llevándose todo lo necesario desde aquí, sino utilizando material lunar, y construir allí, por ejemplo, un gran telescopio”. Sus palabras no se han concretado en ningún proyecto serio.

En la NASA se ha especulado enormemente con esta posibilidad, pero después del accidente del trasbordador espacial Challenger, que acabó con la vida de siete astronautas, pensar en poner a gente de nuevo en la Luna se hizo aún más difícil. George W Bush Jr anunció que pondría en marcha el proyecto Constellation, con el que pretendía que la NASA regresara al satélite en 2020. Pero el proyecto fue demorándose por cuestiones presupuestarias y en 2010 Obama lo canceló definitivamente.

Trump ha valorado también esta posibilidad, pero cambia constantemente de opinión y, en lo que importa, que es dar más dinero a la NASA, no se ha mostrado nada generoso.

Una ley firmada en marzo de 2017 por el presidente otorga a la NASA un presupuesto anual de alrededor de 19.500 millones de dólares, que podría subir a 19.900 en 2019. Parece mucho, pero hay que tener en cuenta que el presupuesto en defensa es de 600.000 millones y, además, la NASA contó con una financiación muy superior en el pasado –lo que permitió, de hecho, que EEUU ganara la carrera espacial–. El presupuesto de la agencia llegó a suponer el 4 % de todo el gasto público del país en 1965. Ahora supone solo el 0,4 % del presupuesto federal.

El presupuesto de Trump cuenta de hecho con regresar a la Luna y, después, realizar una visita orbital a Marte. Pero dado el aumento de los costos y las demoras relacionadas con el programa de cohetes SLS de la NASA, es posible que no haya suficientes fondos para llegar a cualquiera de los destinos, incluso si la Estación Espacial Internacional se desactiva antes de tiempo, como se está valorando.

También Rusia quiere enviar un cohete turístico que dé vueltas alrededor de la Luna a razón de 100 millones de dólares el billete y, con el tiempo, aterrizar. China asegura que quiera alunizar entre 2025 y 2039, e incluso la India planea una misión con destino el satélite terrestre.

Todo está por ver, pero quizás del siguiente alunizaje no pueda presumir ningún país en concreto.

Jeff Bezos posa junto a uno de sus cohetes. / Blue Origin
Jeff Bezos posa junto a uno de sus cohetes. / Blue Origin

La iniciativa, en manos privadas

De un tiempo a esta parte, son empresas privadas las que han presentado los proyectos más ambiciosos para llevar de nuevo al ser humano a la Luna. El dueño de Amazon, Jeff Bezos, planea invertir miles de millones en su empresa Blue Origin, cuyo principal objetivo es fundar el primer asentamiento humano en la Luna.

A largo plazo, Bezos pretende establecer una red espacial en la que millones de personas puedan vivir y trabajar lejos de la Tierra en hábitats basados en el denominado Toro de Stanford. Para el magnate, este es el único modo de lidiar con los problemas que generarán en las próximas décadas la superpoblación de nuestro planeta y la escasez de alimentos y energía.

Por su parte, el fundador de Tesla, Elon Musk, ha insistido también en que el desarrollo de su BFR (“Big Fucking Rocket”), el gran proyecto de su empresa SpaceX, podría allanar el camino para visitas lunar regulares y asequibles.

SpaceX incluso podría visitar la luna antes que la NASA o Blue Origin. El nuevo cohete Falcon Heavy de la compañía es capaz de lanzar una pequeña cápsula espacial Crew Dragon más allá de la Luna y de regreso a la Tierra, y Musk ha dicho que dos ciudadanos privados ya han pagado un gran depósito para continuar el viaje.

No cabe duda es de que la Humanidad volverá a pisar la tierra, pero aún es difícil saber quién y cómo logrará acometer la hazaña.

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