No pierdas los papeles: cómo superar con éxito una racha de mucho trabajo

  • Hay momentos en los que, nos guste o no, hay que trabajar a un ritmo mayor del habitual, y es importante seguir unas pautas para no sufrir estrés
Es fácil que el trabajo se te haga bola. / jLasWilson-Pixabay
Es fácil que el trabajo se te haga bola. / jLasWilson-Pixabay

Se habla mucho de lo peligroso que es el estrés laboral. Y no es para menos, teniendo en cuenta que lo sufren más de la mitad de los trabajadores. Pero, aunque la empresa se preocupe verdaderamente del bienestar de sus empleados, es casi imposible evitar momentos en los que hay demasiada tarea.

Lo cierto es que, por mucho que tengamos un horario fijo, los flujos laborales funcionan a su manera: todos los sectores tienen temporadas en las que hay más o menos trabajo y es casi imposible evitar los tapones. Hay momentos en los que, nos guste o no, hay que trabajar a un ritmo mayor del habitual. Y esto no debe implicar que dejemos la puerta abierta al estrés, siempre y cuando sepamos lidiar con este tipo de situaciones.

Parece paradójico pensar que existe un cierto nivel de estrés que puede no ser peligroso, pero lo cierto es que existe, y es incluso saludable, pues mantiene a nuestro cuerpo activo. El estrés es bueno, o al menos no preocupante, siempre que mantengamos una sensación de control sobre las acciones que estamos acometiendo. Es la falta de control, el estar sometido a una continua improvisación, lo que acaba minando nuestra salud mental.

Todos sabemos que es bueno dormir bien, separar los momentos de trabajo y ocio, y tomarnos la vida con calma, pero, al margen de estas obviedades, ¿hay algo concreto que podamos hacer para superar con éxito una racha de mucho trabajo?

Esta es la pregunta que se ha hecho la psicóloga clínica Alice Boyes que, en un artículo para ‘Harvard Businesss Review” comparte cinco estrategias basadas en la evidencia que nos permiten controlar con éxito este tipo de situaciones.

1. Usar el principio de Premack

Este principio psicológico, formulado por el psicólogo estadounidense David Premack en los años 60 del pasado siglo, afirma que cuando dos estímulos se vinculan, el que tiene mayor probabilidad de ocurrir refuerza positivamente a otro menos probable. ¿Qué significa esto? Que si vinculamos la realización de una tarea que no nos gusta a otra que sí nos gusta nos será más fácil abordar esta con éxito.

Se trata de un principio bien conocido por los padres de todo el mundo, el mítico “cuando acabes los deberes podrás ver la televisión” o “nada de consola hasta que laves los platos”. Y funciona igual para toda la familia.

Si tenemos que abordar en el trabajo una tarea muy pesada, como puede ser redactar un informe complejo, haremos esta de mejor gana si sabemos que, después, podemos abordar otra tarea necesaria, pero no tan difícil, como puede ser contestar unos correos pendientes. No parece el mejor plan del mundo, pero al alternar tareas duras con otras que no lo son tanto nos permite recargar las pilas sin llegar a parar, que es al fin y al cabo lo que necesitamos.

2. Compartimentalizar las tareas

Como explicábamos anteriormente, el estrés laboral aparece, sobre todo, cuando perdemos el control de lo que estamos haciendo: tenemos mil cosas en la cabeza y somos incapaces de concentrarnos.

Al abordar las tareas por partes es más sencillo concentrarnos en cada subtarea concreta, lo que no solo nos permite evitar distracciones, sino también disfrutar de los deberes que nos gustan. Al articular aspectos distintos y agradables de las tareas, puedes ser más conscientes de las mismas y saborearlas sin pensar en el resto de los asuntos que te preocupan.

El estrés es muy común en estas fechas. / Pexels
El estrés laboral está muy extendido. / Pexels

3. Guardar los pequeños parones para descansar

Cuando estamos muy atareados aprovechamos cualquier momento para atender llamadas, escribir correos o adelantar cualquier asunto que tengamos entre manos, ya sea en nuestros desplazamientos, en el tiempo muerto mientras esperas a los asistentes de una reunión o en la cola del supermercado.

Aunque puede parecer útil aprovechar estos tiempos muertos, lo cierto es que son ideales para tomar pequeños descansos, que sí son verdaderamente necesarios en momentos de tensión. Quizás no descanses más en todo el día y, pese a que sean solo unos breves parones mentales, tienen importancia cuando estás trabajando a destajo.

4. Ejecuta rituales de descomprensión física

Eso de “rituales de descomprensión física” puede sonar demasiado pedante, pero en realidad no es nada extraño. Cuando tenemos mucho trabajo podemos acumular demasiado tensión física, un síntoma habitual de la ansiedad, que va acompañada además de cierta agresividad, que haríamos bien en contener.

Es importante hacer ejercicios de respiración y, si tenemos siquiera media hora libre, es ideal hacer algo de deporte, que nos puede ayudar a liberar mucha tensión.

5. Vive al máximo los pequeños momentos de descanso

Por mucho que el trabajo no ahogue siempre tendremos momentos de asueto al llegar a casa y, sobre todo, los fines de semana. Para evitar el estrés es necesario aprovechar estos descansos al máximo en tareas que sean realmente placenteras y nos mantengan despreocupados respecto a la que se nos viene encima el día siguiente.

Cuando estamos exhaustos solo pensamos en tirarnos en el sofá, pero esto puede llevar a que nos pasemos nuestro único día libre rumiando lo insoportable que es volver a trabajar. Es preferible que aprovechemos estos momentos para hacer actividades que puedan relajarnos o, a menos, que nos ayuden a no pensar en le trabajo, ya sea salir a la montaña, cocinar, ir al cine o visitar una exposición.

Un reciente estudio asegura, además, que es posible aumentar el efecto reparador de los fines de semana si pensamos en ellos como si fueran unas verdaderas vacaciones, lo que hace que cambie nuestra mentalidad respecto a ellos.

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