La ola de calor también afecta al bolsillo: el precio de combatir más de 40 grados

Aire acondicionado
Aire acondicionado
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La ola de calor que recorrerá Europa esta semana amenaza con temperaturas altísimas, poco comunes en esta época del año. De hecho, en buena parte de España se superarán los 40 grados a partir del miércoles y desde la Aemet ya se ha emitido una alerta por la amenaza que supone, especialmente en grupos de riesgo como ancianos o niños. Por eso, como cada vez que se produce una ola de calor en España, hay una serie de consejos que la Cruz Roja ha difundido para combatirla, principalmente, intentar no exponerse al sol y evitar hacer actividades en ciertas horas del día. Eso sí, protegerse de la ola de calor no solo es una cuestión de salud, sino que también afecta al bolsillo.

Como es lógico, en espacios cerrados el uso de ventiladores y, especialmente, de aparatos de aire acondicionado se dispara ante este tipo de eventos climáticos extremos. Consecuentemente, se dispara el gasto eléctrico en hogares y espacios de trabajo: concretamente, un 7% más por cada grado menos que programamos en el caso del aire. Esto implica que, cuanto más calor haga, más nos costará crear un espacio a una temperatura soportable y que, paralelamente, el mal uso del aire acondicionado, como por ejemplo cuando programamos una temperatura excesivamente baja, encarecerá aún más la factura de la luz.

Este es un grave problema para la salud: una de las máximas del uso del aire acondicionado es no programar una temperatura que sea más 12 grados menor que en el exterior, para evitar el choque térmico que se produce al cambiar de un entorno a otro. Así, si en la calle hace 40 grados, no deberíamos tener el aire acondicionado en casa o en la oficina por debajo de 28 grados. Con este tipo de medidas, no solo prevendrás a tu cuerpo de cambio brusco de temperatura, sino que ahorrarás mucho.

Evolución del precio de la electricidad
Evolución del precio de la electricidad. / Nerea de Bilbao

Paradójicamente, el uso del aire acondicionado representa un grave problema para el calentamiento global y, por consiguiente, para el aumento de la frecuencia de las olas de calor. Según un estudio de la Agencia Internacional de la Energía, la cantidad de aparatos de aire acondicionado en el mundo se disparará de los 1.600 millones de unidades en la actualidad hasta unos 5.600 millones para mediados de siglo. Esto significa que las emisiones de gases de efecto invernadero que liberan las plantas de carbón y gas natural cuando generan la electricidad necesaria para el funcionamiento de esos equipos pasarán de 1.250 millones de toneladas en 2016 a 2.280 millones de toneladas en 2050. El círculo vicioso del aire acondicionado parece tender al infinito: cuanto más aire acondicionado se consume, más se calienta el planeta y más aire acondicionado se necesita.

Más bajas laborales y menos productividad

Por otra parte, la ola de calor que viviremos esta semana tiene otros costes asociados, especialmente en el ámbito del trabajo. Desde el sindicato CGT advierten cada año de los efectos de de las olas de calor, por lo que recomiendan hacer la jornada lo menos dura posible tomándose descansos más prolongados de lo normal e hidratándose constantemente. Estas medidas están pensadas no solo para proteger la salud, sino también para que la productividad de las empresas no decaiga en exceso en esos días de calor extremo a causa del mayor número de bajas laborales que se producen.

El año pasado, una investigación llevada a cabo por el Instituto de Salud Global de Barcelona y publicado en la revista 'Environmental Health Perspectives' relacionaba el número de accidentes desde 1994 hasta 2013 cuando se producen olas de calor. Y la conclusión es tan clara como reveladora: el calor extremo incrementa el riesgo de accidente en un 9%. Si trasladamos el dato al ámbito laboral, se hace aún más evidente el incremento, ya que incluso con el absentismo laboral en niveles récord, es prácticamente el doble que el porcentaje de bajas laborales que se registró en 2018, el 4,8%.

En este sentido, resulta inevitable que la productividad baje con las olas de calor (o con el aumento generalizado de las temperaturas debido al cambio climático): según un estudio publicado en 2018 en la revista 'Journal of Cleaner Production', el aumento de las temperaturas se traduce en una media de 6,6 días menos trabajados al año por una persona en países en desarrollo y en 3,3 días menos en el caso de los países desarrollados. Es decir, que aumenta el número de bajas laborales y, con ello, afecta a la productividad del trabajador en una empresa.

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