El perfil del jefe 'gilipollas': "No sabe que lo es y siempre adelanta por la derecha"

Jack Nicholson y Adam Sandler en 'Ejecutivo Agresivo'
Jack Nicholson y Adam Sandler en 'Ejecutivo Agresivo'
Columbia Pictures

No es una ciencia exacta, pero a lo largo de una carrera profesional es más que probable que alguna vez te topes con un mal jefe, que te trata con desprecio o te explota laboralmente o te hace la vida imposible... Hay decenas de motivos que pueden convertir a tu jefe en tu enemigo. Pero si hay uno que sobresale sobre los demás es que puede que estés ante un jefe que es gilipollas, entendiendo como tal a alguien "necio o estúpido", tal y como lo recoge la RAE y como lo concibe David Pérez, autor de '¿Es tu jefe un gilipollas? Radiografía severa del jefe idiota'.

En su libro, Pérez diferencia hasta 30 tipos de jefes necios: el esporádico, el esférico ("un tipo de jefe que, lo mires por donde lo mires, es un gilipollas"), el telegilipollas, el ingenuo, el optimista, el chistoso, el político, el gilipollas recalcitrante... Algo que nos hace pensar: ¿es posible que todos seamos un poco gilipollas? "Depende de la consideración de cada uno. Por lo tanto, yo en algunas ocasiones he podido ser considerado como tal: he sido directivo, he tenido empleados... Puede que alguien me haya considerado alguna vez un jefe gilipollas", explica el autor, que tiene claro en qué contexto ha podido tener más actitudes poco inteligentes: al volante. 

De hecho, los malos conductores son uno de los ejemplos que Pérez utiliza para explicar las peores cualidades de los malos jefes: "Nunca saben que lo son y, además, faltan al respeto a los demás, se creen los reyes de la carretera... Son los típicos que se incorporan a una autopista en el último momento y los que te adelantan por la derecha". La tercera cualidad característica del jefe gilipollas es que "hace que sus empleados no sean felices".

Otro caso paradigmático es el de los políticos: "Si son jefes de todos nosotros, a los que les hemos conferido una autoridad, y son gilipollas, es una cosa muy seria porque nos afecta a todos... Todos tenemos en nuestra mente a algún político que nos parece gilipollas". Aunque Pérez no cita al suyo particular, a lo largo de varios capítulos de su libro utiliza la figura del "presidente del Gobierno" como ejemplo universal (y algo hiperbólico) del jefe gilipollas.

Inteligencia vs gilipollez

Hay otro concepto interesante en el que Pérez ahonda: la gilipollez como antónimo de inteligencia... con el cual sostiene una visión pesimista sobre la Humanidad. "Si somos cada vez menos inteligentes, llegaremos a un momento en el que seamos más gilipollas. Lo que sí parece cierto es que la inteligencia, que antes se medía por el mero cociente intelectual, hay muchas voces que consideran que ahora podrían existir inteligencias múltiples y otras formas de medirlas... Si esto es así, se podría medir también la gilipollez", reflexiona.

Según esta teoría, uno puede ser muy creativo pero un zote en matemáticas. "O puedes ser muy inteligente y ser un maltratador", añade Pérez. "Tenemos la visión de gente como Einstein como la de grandes genios, pero Einstein no permitía a su mujer entrar en su despacho cuando no estaba trabajando porque pensaba que era un ser inferior", explica. Por eso concibe el maltrato a los empleados como uno de los síntomas de un pésimo gestor... Hasta el punto de que resulta complicado definir qué rasgos concretos diferencian a un psicópata de "un jefe realmente gilipollas".

"No sé si en el sentido clínico un jefe gilipollas puede ser un psicópata, pero desde luego yo he encontrado a personas que, siendo jefes, maltratan a los empleados", comenta Pérez, que pone un caso concreto: "Yo he conocido a un presidente de una empresa pública que consiguió que el 80% de los empleados fuesen al psiquiatra, a base de maltrato... Puede estar muy cerca de ser un psicópata, pero debemos diferenciarlos de los grandes psicópatas de la Humanidad: los Hitler, Maduro, Kim Jong-Un son gente a los que no podríamos considerarlos como meros jefes gilipollas... En cualquier caso, en una empresa, a base de ser tonto puedes estar en la antesala de ser un gran psicópata".

Cómo es el jefe ideal

Por eso, Pérez expone en su libro un modelo de jefe ideal, basado en cinco elementos centrales: el interés por la productividad, capaz de anteponer los resultados al tiempo empleado (en lugar de los jefes que prefieren que el empleado 'caliente' la silla), que sepa de todo y no le suene a chino ningún proceso de la cadena en la empresa, capaz de motivar y mantener contentos a los empleados y, por último, que no fomente la cultura de los 'pelotas' o chivatos en su equipo.

"Los jefes ideales tendrían que ser cultos, que no significa tener muchas carreras universitarias; gente culta con capacidad de asombro. También creo que deberían ser innovadores y creativos [...], gente capaz de hacer algo que no existe y que mañana tenga sentido. También tendrían que ser optimistas, porque el optimismo crea éxito y abundancia, y no crea fracaso ni escasez... Todo eso es lo que yo creo que sería el antídoto de un jefe gilipollas", culmina.

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