Por qué hay gente que trabaja mejor de noche (y no debería madrugar nunca)

  • Al contrario de lo que siempre se ha pensado, trabajar de noche, para el 30 % de la población, es mucho más productivo.
Hay gente que trabaja mejor por la noche. Punto. / Pexels
Hay gente que trabaja mejor por la noche. Punto. / Pexels

Se trata del cronotipo personalizado. Aunque el ritmo del trabajo esté establecido y dibujado siguiendo el patrón de los grandes madrugadores, lo cierto es que los ritmos son muy diferentes dependiendo de cada uno. De hecho hay diferentes tipos de personas según sus ritmos. Están los conocidos como "alondras" (40 % de la población y su ritmo interno coincide con el establecido en nuestra sociedad) y los bautizados como "búhos o noctámbulos" (que son el 30 % y cuyo ritmo vital está más apegado a la noche). El resto de la población estaría repartido en esa franja horaria intermedia entre los dos.

Siguiendo el estudio Why We Sleep de Matthew Walker, director del Centro de Ciencias del Sueño Humano de la Universidad de California en Berkeley, el mito de las aves nocturnas toma tintes serios. “Los noctámbulos no son búhos por elección. Están obligados a seguir un cronograma retrasado por el inevitable entramado de su ADN. No es un fallo consciente, sino su destino genético”, dice Walker en su estudio.

Arranca un nuevo día y llega lo establecido. Son las rutinas de las alondras que se ponen en marcha por la mañana temprano. Para los noctámbulos, estas primeras horas del día son muy duras y poco productivas. Esto es debido a que su corteza prefrontal, la encargada de manejar los procesos de pensamiento y la lógica, “permanece desactivada o fuera de línea. Como un motor frío” señala Walker. Y añade que a este motor frío “en un intento de arrancar temprano, le lleva mucho tiempo calentarse y conseguir la temperatura ideal para su funcionamiento”.

Las dos caras del noctámbulo

Estamos acostumbrados a leer y escuchar acerca de los diferentes transtornos del sueño y cómo la gente a la que le cuesta dormir, o lo hace a horas intempestivas, pone en riesgo su salud física y mental. De esta manera, una alondra frente a un búho se encuentra en ventaja frente al ritmo en el que se mueve nuestro mundo.

También hay estudios que dicen que esta raza es más proclive a fumar, beber y a ser más promiscuos. Ni hablar de la desestabilidad mental a la que suponen que están condenados.

Pero todo esto empieza a sonar muy antiguo. Grandes personalidades triunfaron desde su atalaya del cronotipo vespertino. El mismísimo fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, dijo que nunca fue una persona madrugadora. Y si hablamos de los programadores, en la mayoría de los casos, sus horas de trabajo se enfrentan a la noche más cerrada. Mientras los grandes emprendedores de las nuevas tecnologías anuncian sus tendencias nocturnas como un símbolo de estatus.

Sus desafíos comenzaron en 2009
Zuckerberg nunca ha sido amigo de madrugar. / Efe

Y parece de lo más normal que se sientan orgullosos. Con el tiempo se fueron cambiando las tornas y algunos estudios comenzaron a definir a estas aves nocturnas como personas especiales. Ya en 2009, un psicólogo evolucionista de la London School of Economics and Political Science, Satoshi Kanazawa, comenzaba a sugerir que los búhos podrían ser más inteligentes que las alondras. Que tienen “un nivel mayor en su complejidad cognitiva”, decía el psicólogo.

Lo importante es respetar y aprovechar los ritmos de cada cronotipo. Para mayor productividad hay que conocer los momentos de mayor estímulo para cada indivíduo... Y esto parece tendencia.

Por la diversidad de cronotipo

Cada vez son más la empresas que dan flexibilidad a la hora de organizar el trabajo. Esto, de cara a los noctámbulos, es un empujón hacia sus días de felicidad laboral.

Pero los cronotipos humanos no tienen edades y queda mucho por alcanzar para todos aquellos que han sido destinados genéticamente a su esplendor más taciturno. Camilla Kring, consultora y autora danesa, fundó B-Society, un grupo de defensa nocturno que está presionando para que finalice el horario único de día, que se estandaricen los horarios de trabajo flexibles y un ajuste en los horarios de las escuelas, “para apoyar a los diferentes cronotipos humanos”, apunta Kring.

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