Qué hacer cuando tu jefe no te aguanta: ¿debe Gareth Bale marcharse del Madrid?

  • El caso del galés en el equipo blanco es el mejor ejemplo de un empleado que se niega a negociar una salida amistosa.
Gareth Bale, en un partido con el Real Madrid
Gareth Bale, en un partido con el Real Madrid
EFE

Hay jefes con los que, sencillamente, no hay química en el trabajo. Al igual que sucede con ese compañero con el que no os aguantáis mutuamente, tu relación con tu superior puede ser complicada por muchos motivos: temor a que pongas en peligro su puesto, diferencias de opinión respecto a la metodología a seguir o, simplemente, incompatibilidad de caracteres. Sea como fuere, llegados a un punto de estancamiento, la situación puede volverse realmente tensa y no puede que no haya más solución que separar los caminos de trabajador y empresa. Pero, ¿y si la compañía no quiere asumir una costosa indemnización y el empleado no desea negociar una rebaja? Entonces, se produce una 'situación Gareth Bale'.

El galés, fichaje estrella del Real Madrid en la temporada 2013-14, fue una apuesta personal de Florentino Pérez como relevo natural a largo plazo (entonces tenía 24 años recién cumplidos) de Cristiano Ronaldo. En su primera temporada cumplió con las expectativas brillando en grandes citas, marcando en la final de la Champions League que el conjunto blanco ganó ante el Atlético de Madrid por 4-1 y anotando el gol de la victoria en la final de Copa del Rey ante el FC Barcelona tras una memorable carrera de 60 metros.

En los años posteriores, Bale ha ido alternando grandes partidos con pobres actuaciones y periódicas lesiones que le han dejado fuera del equipo en varios tramos de cada temporada. Sus defensores aseguran que hasta ahora no ha tenido suerte, tal vez eclipsado precisamente por Cristiano Ronaldo. Pero en la última temporada, en la que la estrella portuguesa había puesto rumbo a la Juventus de Turín y Zidane (que había pedido su traspaso) había dejado el banquillo blanco, Bale tampoco fue capaz de liderar al Real Madrid y se diluyó en una temporada gris que ha terminado con el más que posible fichaje de un relevo de primer nivel como interior izquierdo, como es el caso de Eden Hazard.

Llegados a este punto, el regreso de Zidane al Real Madrid ha reabierto sus viejas rencillas con Bale, a quien ha ninguneado en el tramo final de la temporada, apostando por otros jugadores menos habituales con el anterior técnico, Santiago Solari, como Isco o Brahim Díaz. Como sucedía hace un año, el técnico francés parece no contar con Bale de cara a la próxima temporada, pero eso no parece preocupar al galés, que ya el año pasado se negó en rotundo a salir del Real Madrid. Por eso, este verano se intuye como una segunda temporada del culebrón sobre su marcha.

Y todo parece indicar que Bale es quien tendrá la última palabra: actualmente percibe unos 18 millones de euros al año y tiene contrato hasta 2022, por lo que los números indican que el Madrid tendría que abonarle 48 millones de euros para rescindir unilateralmente su contrato. Sin embargo, en el fútbol, como en el sector empresarial, se estilan las negociaciones a la baja para perder el menor dinero posible, por un lado, y para que el empleado pueda seguir su carrera en otro sitio. Claro que las cifras en una oficina suelen ser menores: con lo que gana Bale por semana (más de 350.000 euros), bien le merece la pena sentarse en el banquillo los domingos de los próximos tres años y jugar al golf en su tiempo libre. A sus 29 años, parece complicado que pueda encontrar un contrato mejor que en el Bernabéu.

Cuando seguir trabajando es insostenible

El problema es que parece que a Bale le empieza a afectar anímicamente la situación. Algo que le podría pasar a cualquier empleado y que, en otros entornos menos de élite que la Liga Santander tiene consecuencias más serias: una reorganización del departamento que cambie por completo tus funciones pero sin llegar a degradarte (¿se imaginan a Bale de portero?) o el aislamiento de los demás compañeros. En ese momento, la mayoría de las personas tratan de cambiar de empleo lo antes posible para evitar que la situación te afecte psicológicamente.

Pero si eres un futbolista de élite que gana millones de euros por un trabajo deportivo, parece existir una censura social hacia los problemas psicólogicos que te puedan afectar. Solo hay que recordar que un icono como Andrés Iniesta tardó casi 10 años en confesar que padeció una etapa depresiva tras ganar el triplete con el Barcelona y la muerte de Dani Jarque.

A veces, no queda más remedio que esperar en tu empresa actual a que surja una oportunidad en otro lado, tal y como argumenta el editor Michael Skapinker en este artículo del 'Financial Times'. Y la seguridad económica también es un elemento importante a tener en cuenta; por eso, renunciar a casi 50 millones de euros no es una opción para un reconocido futbolista como Bale, como tampoco lo es (en otra escala) renunciar a un valioso período de cotización en la Seguridad Social, menos aún si el empleado en cuestión está cerca de la jubilación.

Entonces, ¿qué se debe hacer si tu situación en la empresa empieza a ser insostenible? Skapinker da varias opciones. La primera pasa por sentarse a negociar un despido con una indemnización menor a la que le correspondería pagar a la empresa si fuese improcedente. Quizás no consigas todo el dinero que esperabas, pero podrás salir de un ambiente tóxico con un acuerdo que, además, evitará iniciar un procedimiento judicial. Y, si no hay más opción o la empresa incumpliese los términos del despido, siempre existe la posibilidad de interponer una demanda.

Otra vía es la sindical: el comité de empresa puede ser una buena vía negociadora con la compañía, además de que te puede asesorar sobre los pasos a seguir. Aunque siempre es mejor sentarse a hablar directamente con el responsable de tu jefe para tratar de encontrar una solución que evite tu salida: incluso si no consigues nada, al menos tendrás pruebas por escrito de que lo habrás intentado por la vía diplomática. En este sentido, la comunicación por e-mail es la mejor forma de registrar esas interacciones.

Pero hay otra opción aún más remota. Skapinker sostiene que no hay mal que por bien no venga: si tu mala relación con tu jefe te ha terminado por aislar de tu equipo o del proyecto, quizás sea el momento de mostrar tu iniciativa e involucrarte en otras líneas de negocio para seguir siendo productivo y, sobre todo, para que la situación no te desborde mentalmente. Tal vez tengas futuro en otro departamento, así que trata de estrechar lazos y de colaborar en todo lo posible con él. Quién sabe, puede que no estés dispuesto a chupar banquillo en el Real Madrid, pero tal vez puedas llegar a dirigir el equipo de ojeadores.

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