Esta 'start-up' quiere solucionar el gran problema de todo autónomo

  • Los habituales retrasos en los cobros como 'freelance' pueden llegar a ser un gran inconveniente. Y para solucionarlo nació Qwil.
Autónomos, esos seres misteriosos que trabajan en casa / Pixabay
Autónomos, esos seres misteriosos que trabajan en casa / Pixabay

Uno de los grandes problemas de los autónomos suele llegar a la hora de cobrar. En España, el plazo de pago puede prorrogarse varios meses hasta que, al fin, el cliente liquida una factura. Por desgracia, poco más se puede hacer que esperar: la persona a la que se le envía una factura no tiene por qué ser la misma que efectúa el pago y, a menudo, la falta de comunicación entre departamentos puede llegar a retrasar un pago indefinidamente (o hasta que el freelance llama al cliente para advertir de esta situación).

Un inconveniente que, llegada una situación límite, puede derivar en un verdadero problema a la hora de afrontar pagos propios. Y eso es precisamente lo que le ocurrió a Johnny Reinsch, fundador de Qwil, tal y como explica en este artículo de Inc.: se acercaba la fecha de pago de su hipoteca, pero no tenía dinero suficiente dinero para pagarla; Reinsch había ganado dinero suficiente y sabía que el cliente terminaría abonando el importe, pero aún así llegó a pasar por una pequeña crisis financiera en aquel momento. Y fue en aquel momento cuando nació la idea de fundar Qwil.

Un intermediario entre el autónomo y el cliente

Se trata de un proyecto que pretende hacer de intermediario entre el autónomo y sus clientes. El mecanismo es simple: Qwil se encarga de gestionar los pagos al freelance, independientemente de que el cliente aún no haya abonado una factura. Así, el autónomo está seguro de que podrá disponer de su dinero a tiempo, a cambio de una pequeña comisión. Además, Qwil se encarga de perseguir a clientes morosos, lo que permitió que Reinsch inscribiese su compañía como una corporación de beneficio público en el registro.

Quizás, el único inconveniente es que Qwil sólo trabaja “por ahora” con autónomos que trabajan con compañías que se han registrado con ellos. Es decir, que un freelance no puede empezar a utilizar Qwil y buscar a clientes, sino que son las compañías las que se inscriben en Qwil y eligen con quién trabajar de su red de autónomos. En este sentido, el grueso del negocio no es la comisión que se le cobra al freelance por los adelantos, sino el dólar que cada empresa paga por trabajar con uno de los trabajadores independientes que Qwil ofrece.

Las empresas asumen el coste

“Lo mejor es una empresa que tiene muchos trabajadores autonómos y que está dispuesta a mantener felices. La gran ventaja es la retención masiva” de estos trabajadores independientes. Eso sí, las compañías deben responder: “la tarifa aplicada a una startup con un pobre historial de pagos será mayor que la de una que realiza sus pagos a tiempo”. Un modelo que trata de asegurar a las dos partes una relación mercantil de calidad gracias a una base de datos de profesionales cualificados en todas las áreas y una selección de empresas que, además, asumen el coste inicial.

Estrictamente hablando, Qwil actúa de manera similar a otras compañías de cazatalentos, pero con una diferencia sustancial: mientras que los headhunters buscan perfiles específicos para competir descarnadamente entre sí para vendérselos a un tercero, Qwil crea dos redes interdependientes de empresas y autónomos. La clave reside en la calidad que garantiza tanto en el profesional como en los clientes.

De hecho, cuando se da el raro caso en el que un cliente no paga, Qwil se compromete a emprender las acciones necesarias contra esa compañía. En este sentido, es al autónomo al que se protege, ya que incluso siendo una startup joven, Qwil tiene más recursos legales que la mayoría de los trabajadores independientes.

En cualquier caso, lo cierto es que si bien Qwil carga la mayoría del peso financiero en la red de empresas y no en los trabajadores independientes, el auge de este tipo de plataformas -como Factoo en España- evidencia el proceso irreversible de precarización laboral de los últimos tiempos, en los que cada vez es más difícil acceder a puestos indefinidos y bien remunerados, mientras que cada vez es más común la presencia de falsos autónomos en grandes compañías.

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