Regalos de San Valentín

Cupido en el trabajo: ¿pueden recibir los empleados paquetes en la oficina?

Ross le lleva regalos a Rachel oficina.
Ross le lleva regalos a Rachel oficina.
Warner Bros

Hubo un tiempo en el que enviar un ramo de rosas al trabajo era la versión analógica de enviar un emoji con corazones por ojos a esa persona especial por WhatsApp. Con la llegada del e-commerce, la amalgama de opciones para regalar se ha disparado: flores, fotos, libros, discos e, incluso, el último grito en satisfacción sexual. Todo ello con la máxima discreción que ofrecen los paquetes de empresas como Amazon. Pero no solo en San Valentín, sino que en cualquier época del año se reparten regalos (románticos o no) en el lugar de trabajo. Hay quien, incluso, decide regalarse a sí mismo un detalle de vez en cuando. Por eso, la pregunta es evidente: ¿se pueden recibir paquetes en el trabajo?

Tal como explicaba 'Garrigues' hace unos meses, la aceptación, prohibición o limitación de la recepción de las compras en la oficina debe formar parte de las políticas internas de la empresa, informando de manera clara y anticipada de su criterio para que los empleados sepan a qué atenerse y para ordenar el uso de los recursos empresariales que pueda requerir. Es decir, que aunque no existe una ley como tal que lo prohíba, recibir regalos en el lugar de trabajo sí puede suponer una infracción de la normativa interna de una empresa.

Por eso, como sucede en otras épocas del año en las que se disparan las compras (como el Black Friday o las Navidades), el comercio electrónico vuelve a erigirse como una de las plataformas preferida por los consumidores, tanto por el poco tiempo que disponen para acudir a los comercios tradicionales, como por las facilidades de todo tipo que ofrecen las compras por internet. Eso sí, tal y como señala Garrigues, este auge creciente del e-commerce está ocasionando que numerosas empresas tengan que dedicar parte de sus recursos -humanos y espacio- a recibir y custodiar los paquetes personales de sus empleados. Y no es raro ver alguna que otra cara larga por parte de quien se encarga de la recepción de los paquetes.

 El centro de trabajo se ha convertido en el lugar ideal para recibir esas compras, entre otras razones, por el poco uso de los puntos de recogida (a pesar de la creciente moda del mayordomo, un servicio de punto de entrega digitalizado que permite a los empleados recibir paquetes sin molestar a nadie) y porque las limitaciones en la elección del horario de entrega de las compras así como los horarios laborales existentes en España hacen que el domicilio personal no sea el lugar ideal para el destino de aquellas ante la incertidumbre de que haya alguien que pueda atender al servicio de mensajería.

Cómo decidir sobre recibir paquetes

Por eso, Garrigues apunta que, a medida que estas prácticas se van extendiendo, las empresas deben plantearse cómo afrontar la situación, porque ya sabemos que la frontera entre la práctica meramente consentida y los derechos adquiridos no es muy clara, sobre todo cuando se trata de conductas repetidas en el tiempo y conocidas y consentidas por la empresa. En este sentido, la tolerancia a que el centro de trabajo sea lugar de entrega y recogida de paquetes personales puede convertirse en una condición más beneficiosa exigible por los empleados y, sobre todo, no eliminable unilateralmente por la empresa.

Por ello, Garrigues reitera que recibir paquetes en el lugar de trabajo debería ser materia de una regulación expresa donde la empresa, como parte de sus políticas internas, informe de manera clara y anticipada de su criterio para que los empleados sepan a qué atenerse y, sobre todo, para ordenar razonablemente el uso de los recursos empresariales (tiempo y espacio) que esta actividad puede requerir.

Una decisión que debe tomarse teniendo en cuenta diversos aspectos. Si, por un lado, es innegable el consumo de recursos empresariales que este tipo de hábitos conlleva; por otro lado, también hay que tener en cuenta los aspectos emocionales asociados a estas situaciones (además de la propia satisfacción de recibir un paquete) que, en cierta medida, pueden considerarse que ayudan a conciliar la vida laboral y la personal, haciendo que el centro de trabajo no sea únicamente el lugar de prestación de servicios, sino un espacio de convivencia que forma parte de nuestra rutina diaria y de nuestro entorno personal, apuntan desde Garrigues.

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