Por mucho que lo repitan, ahorrar no es sencillo. Aunque es verdad que todo el mundo puede ir guardando en la hucha una cantidad por pequeña que sea, no es lo mismo hacerlo cobrando 800 euros que cobrando 2.000, o teniendo dos hijos que no teniéndolos. Pero a veces enfocamos el ahorro de la manera incorrecta.
Si bien es importante separar una parte de lo que ingresamos al mes para no gastarlo, más importante aún es controlar nuestros gastos, evitando todo lo que sea superfluo o, peor aún: todo aquello que podríamos conseguir más barato.
En el mundo actual las empresas tienen múltiples estrategias para lograr que gastemos más de lo que deberíamos y es muy fácil que estemos comprando productos o servicios que podríamos obtener más baratos o ni siquiera necesitamos.
Estas son las formas más habituales por las que perdemos dinero sin darnos cuenta siquiera, y basta hacer una revisión periódica de este tipo de gastos para ahorrar una importante suma al año, que podemos ahorrar (o gastar en cualquier otra cosa más útil).
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1. Comisiones
Los bancos cobran comisiones por operaciones que en ocasiones son inevitables, pero es posible vivir sin pagar una sola comisión, si escogemos el banco que mejor se adapta a nuestras necesidades y, sobre todo, estamos al tanto de los cambios en sus políticas.
A día de hoy no tiene sentido pagar comisión por sacar dinero en un cajero, pues todos los bancos te permiten sacar dinero gratis en determinadas redes –y los hay que te permiten sacar en cualquier cajero a partir de una cantidad–, ni mucho menos hacerlo por realizar transferencias, tener tarjeta de crédito o labores de mantenimiento.
Muchos bancos cobran por este tipo de comisiones, pero basta cambiar tu cuenta a otra entidad que no lo haga para ahorrar en un gasto fijo que, por pequeño que sea, acaba notándose a final de año.
2. Suministros
Hay gastos fijos del hogar imposibles de evitar, como son la luz, el gas, el internet y el teléfono, pero que sean inevitables no significa que se pueda ahorrar dinero en ellos. La diferencia de precio entre una u otra compañía puede ser inmensa, y las tarifas cambian con el tiempo.
Lo ideal es asegurarnos de cuál es nuestro consumo y adaptar nuestras tarifas a este. No tiene sentido pagar por una potencia eléctrica o unas gigas que no utilizamos. La mejor forma de ahorrar es estando al tanto de nuevas ofertas y cambiar de compañía siempre que sea necesario, pero ten en cuenta la “permanencia”. En general, es mejor evitar atarse a ninguna compañía y asegurarte de que vas a poder cambiarte sin problemas cuando una empresa ofrece una oferta que se adapta mejor a tus necesidades.
Estudiando bien tu consumo y el mercado se puede ahorrar una importante suma de dinero en este apartado de los gastos fijos. Quizás en el que más.
3. Suscripciones
Además de los gastos fijos imprescindibles, es habitual que estemos suscritos a otros servicios que no lo son: 'streaming' de música o vídeo, gimnasio, revistas, ONG…
Nadie dice que tengas que prescindir de cualquiera de estos servicios para poder ahorrar, pero sí es importante pensar si realmente les estás dando uso. Dejando al margen el dinero que das a ONG, que se trata de un gesto altruista, el resto de las suscripciones solo se justifican si las utilizas, y esto no siempre ocurre. ¿Cuál fue la última vez que fuiste al gimnasio? ¿De verdad necesitas estar suscrito a la vez a Netflix, HBO y Filmin? ¿Estás usando todos los paquetes de la televisión de Movistar? Son preguntas cuya respuesta te puede permitir ahorrar mucho dinero.
4. Compras sin rebajas
A la hora de comprar cualquier cosa es importante comparar precios, pero más importante aún es aprovechar los periodos de rebajas. Si nos acostumbramos a comprar cuando hay descuentos podremos ahorrar muchísimo dinero. El caso de la ropa es paradigmático: solo hace falta esperar unos meses para encontrar las mismas prendas a menos de la mitad del precio.
Esto no quiere decir que no debamos comprar algo cuando lo necesitamos, pero siempre que podamos es mejor esperar a la época de rebajas. Recurrir a la segunda mano también es una buena idea para ahorrar.
5. Seguros y servicios de mantenimiento
Se trata de otro gasto fijo que no siempre es necesario. Por supuesto, necesitas un seguro para el coche, puede que también uno para el hogar, pero las coberturas varían enormemente, así como el precio de estas de un año para otro y entre compañías. Al igual que ocurre con los suministros básicos, es importante revisar cada año por qué estamos pagando, reducir las coberturas si vemos que no las necesitamos, y cambiar de compañía si encontramos otra más baratas.
Especialmente sangrante son algunos servicios de mantenimiento, como el de las calderas, que en general son absolutamente innecesarios, más aún si vivimos de alquiler y, en realidad, no somos responsables del equipamiento básico de la vivienda.
6. Gastos fijos no imprescindibles
Por último, hay una serie de gastos fijos no imprescindibles que puede suponer una importantísima suma de dinero al mes, no siempre bien meditada. No hay nada de malo en salir a tomar todos los días un café con tus compañeros, pero ¿necesitas hacerlo en el Starbucks?
Cada uno gasta su dinero en lo que quiere, y no pasa nada por comer un día fuera, pero si te acostumbras a no cocinar por las noches la factura en comidas puede elevarse hasta límites insospechados, y es el tipo de gasto al que no le damos importancia pero puede suponer la diferencia entre ahorrar algo y no ahorrar nada.
Lo mismo ocurre con otros gastos superfluos, en los que incurrimos por una mala planificación, como puede ser coger taxis porque no llegamos a tiempo a un encuentro, comprar productos higiénicos de viaje (que son hasta un 750% más caros) en vez de rellenar nuestros propios botes, o gastar un dineral en un sándwich de aeropuerto por no habernos hecho uno en casa.
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