El creador de Internet asegura que su invento se ha corrompido (y es injusto)

  • Tim Berners-Lee considera que la concentración del poder en la Red por parte de una élite oligárquica es muy peligrosa para el futuro.
Tim Berners-Lee / Veni
Tim Berners-Lee / Veni
Tim Berners-Lee / Veni
Tim Berners-Lee / Veni

Probablemente, el nombre de Tim Berners-Lee no le suene. Y con razón: si existiese un ránking de grandes personajes olvidados por la Historia, el inventor de Internet ocuparía el primer puesto. Más concretamente, fue la primera persona que estableció una comunicación entre un servidor y un cliente utilizando el protocolo HTTP y quien sentó las bases de la web actual estandarizando el famoso WWW (World Wide Web) y creando el lenguaje HTML. Por eso, su opinión respecto al futuro de la Red tiene un peso indiscutible. Y lo cierto es que lo ve bastante negro, tal y como señala en una carta abierta con motivo del 29º aniversario de su invención.

“En los últimos años, hemos sido testigos de la prevalencia de teorías conspiratorias en las plataformas sociales, cuentas falsas en Twitter y Facebook que alimentan las tensiones sociales, actores externos que interfieren en elecciones y criminales que roban datos personales”, explica Berners-Lee, quien considera que todos estos problemas han proliferado por culpa de la concentración de poder en la Red por parte de unas pocas plataformas como Facebook, Google o Twitter, las cuales “controlan qué ideas y opiniones se visibilizan y son compartidas. Lo que en un tiempo fue una rica selección de blogs y sitios web se ha comprimido bajo el poderoso peso de unas pocas plataformas dominantes”.

Un mercado hostil para nuevas ideas

Paradójicamente, el principal problema del Internet social -redes y plataformas sociales- es que, a pesar de ser bastante reciente, apenas deja espacio para nuevas ideas. Berners-Lee opina que cualquier proyecto tecnológico en este campo está condenado al fracaso, ya que en un primer momento es casi imposible que pueda rivalizar con los gigantes del sector y, si consigue hacerse un hueco, terminará siendo devorado o directamente comprado por Google, Twitter o Facebook. Así, las nuevas ideas, provengan o no de estas grandes empresas, terminarán por ser abanderadas por ellas.

Incluso en el caso de las políticas creadas para erradicar problemas en estas plataformas como las llamadas fake news, el uso de bots o las macroperaciones de influencia, Berners-Lee considera que se han llevado a cabo para “maximizar sus beneficios, más que para aumentar el bienestar social”. En este sentido, pide dar un paso más y crear un “marco regulatorio o legal que tenga en cuenta los objetivos sociales para ayudar a aliviar esas tensiones”. Y, para lograrlo, sugiere un gran pacto entre las propias tecnológicas, los usuarios, los gobiernos estatales y representantes de la industria mediática y multimedia.

El obsoleto modelo de la web

Por otro lado, en su carta Berners-Lee insta a superar lo que considera los dos mitos que “limitan nuestra imaginación colectiva”: por un lado, “el mito de que la publicidad es el único modelo de negocio viable para las empresas que operan online y el mito de que es demasiado tarde para cambiar la forma en la que operan las plataformas. En ambos puntos, necesitamos ser un poco más creativos. Quiero que la web refleje nuestras esperanzas y colme nuestros sueños, en lugar de magnificar nuestros miedos y aumentar nuestras divisiones”.

Y es que precisamente la propia web es el mayor motivo de sesgo en la población mundial. A pesar de que la ONU declaró el acceso a Internet como un derecho fundamental del ser humano hace dos años, actualmente menos de la mitad de la población del planeta lo tiene. Una brecha digital que incide en sectores muy concretos: los habitantes del tercer mundo, los pobres, las mujeres y las áreas rurales. “Hoy, estar offline es estar excluido de oportunidades de aprender y enriquecerse, del acceso a servicios de valor y de participar en el debate democrático. Si no invertimos urgentemente en eliminar esta brecha, los mil millones de personas que no tienen acceso no estarán conectados hasta 2042. Eso es una generación entera en el olvido”, concluye.

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