El timo de la gran ciudad: “Estamos tirando dos tercios del potencial del país”

  • Andrés Rodríguez-Pose, profesor de la London School of Economics, ha estudiado la relación entre progreso y urbanismo. Y cree que estamos equivocados
Madrid es la ciudad más grande de España, y en la que más se invierte / Alberto Racatumba
Madrid es la ciudad más grande de España, y en la que más se invierte / Alberto Racatumba
Madrid es la ciudad más grande de España, y en la que más se invierte / Alberto Racatumba
Madrid es la ciudad más grande de España, y en la que más se invierte / Alberto Racatumba

Es habitual medir la riqueza del país por su nivel de urbanización, y parece que, cuanto más grandes son las ciudades que acoge un país, más poderoso es este. Pero se trata de una idea errónea, y peligrosa, en tanto en cuanto divide a la población y mina el progreso de gran parte de esta.

Una serie de estudios dirigidos por Susanne A. Frick y Andrés Rodríguez-Pose, profesores de la London School of Economics, en los que se han analizado la economía de 114 países de todo el mundo, concluyen que el tamaño de las ciudades no influye por lo general sobre el crecimiento.

Sus conclusiones tienen una importancia capital, pues la promoción de las grandes ciudades ha sido la política hegemónica en todo el mundo durante décadas, algo de especial importancia en los países en desarrollo, muchos de los cuales han pasado de no tener ciudades a tener algunas gigantescas.

Andrés Rodríguez-Pose es otro de los científicos brillantes que han emigrado de nuestro país, pero ha vuelto a casa por Navidad, y ha charlado con La Información sobre el presente y el futuro de las grandes ciudades, y cómo este influirá en la riqueza de los países.

El profesor Andrés Rodriguez-Pose durante una charla en el ZEW.
El profesor Andrés Rodriguez-Pose durante una charla en el ZEW.

Desde hace mucho tiempo tenemos la idea generalizada de que las grandes ciudades traen progreso. Pero sus estudios no parecen mostrar esto, al menos en el mundo en desarrollo. ¿Por qué?

La nueva economía urbana, desarrollada sobre todo a principios de este siglo por Edward Glaeser en la Universidad de Harvard, asegura que las ciudades cuanto más grandes más promueven el crecimiento nacional. Esto se ha basado en unas discusiones teóricas y unos análisis empíricos que se han hecho sobre todo con datos para países desarrollados. A partir de ahí se han hecho políticas, sobre todo para países en vías de desarrollo, promovidas por entidades como el Banco Mundial o el Foro Económico Mundial, en las que se han promovido las grandes ciudades. Se va a Ghana y en lugar de apoyar a ciudades intermedias y a las zonas menos desarrolladas del mundo rural, lo que se dice es que se tiene que fomentar el tener una gran ciudad, que sea competitiva a nivel global, la que tenga más capacidad de crecer, y este crecimiento se va a expandir al resto del país. El problema es que esto no funciona, pero no se había demostrado.

¿Y en los países desarrollados?

En los países desarrollados generalmente sí hay una asociación algo positiva entre tamaño de las ciudades y crecimiento, que es en lo que se basaban estas teorías, pero es menor de lo que se pensaba. Hay ciudades de tamaño pequeño, de entre 50 y 250.000 habitantes, que son las que más han crecido en los últimos años y tienen mayor dinamismo. Pero también crecen las ciudades muy grandes, las de más de 5 millones de habitantes, y más de 10, que son muy pocas, y la mayoría están en países en vías de desarrollo.

¿Qué distingue en el plano socieconómico a estas megaciudades?

Las características de las megaciudades que se han creído universales, que dicen que son ciudades abiertas, cosmopolitas, con grandes economías de aglomeración, con externalidades positivas, con grandes mercados de economía cualificada, con un círculo de información y difusión de conocimiento entre empresas e individuos que genera innovación, se dan en ciudades muy específicas. Y no se dan solo en las grandes ciudades, sino también en ciudades medianas y pequeñas si se dan ciertas características.

El problema que se tiene es que cuanto más se baja en el nivel de desarrollo menor es la masa de empresas de alto potencial, menor es el número de empresas competitivas dentro del sector formal, menor es la masa de mano de obra cualificada y por tanto menor es la capacidad para generar externalidades positivas y difusión de estas. Por lo cual, en muchos de los países desarrollados tener grandísimas ciudades no va a hacer que estas características se multipliquen.

Se puede tener una ciudad de tamaño medio, como Zúrich, con medio millón de habitantes, que cumple con todas características de la misma manera casi que Londres, Nueva York o Tokio, que son las grandes ciudades en el mundo desarrollado. Por contra, en los países en vías de desarrollo, tener una ciudad de 15 millones de habitantes, tipo Lagos, en Nigeria, o tener una ciudad de ocho, como Nairobi, no genera externalidades positivas. Se genera una migración del medio rural y de ciudades intermedias a las grandes ciudades para trasladar la pobreza de estas zonas a los guetos de estas grandes ciudades con muy pocas posibilidades de generar empleo. El Banco Mundial está revisando la política.

La ciudad de Lagos (Nigeria) es un enorme foco de pobreza / satanoid
La ciudad de Lagos (Nigeria) es un enorme foco de pobreza / satanoid

Supongo que además en estas megaciudades habrá otro tipo de externalidades negativas.

Hay muchos tipos de externalidades, pero hay cuestiones de congestión, contaminación –que son muy prevalentes en muchas ciudades de Asia–, y alto coste del precio del suelo, pero también crisis sociales y políticas. Es lo que hemos visto en el caso de Tailandia. El descuido de las ciudades intermedias y las áreas rurales en el centro y el este del país, que son las zonas más pobres, más el movimiento de gente empobrecida hacía Bangkok, ha creado un conflicto de carácter social y político que ha dado lugar a la división del país en dos bloques polarizados, el golpe de Estado de 2006 y a que el país haya pasado de ser el que más crecía en el sudeste asiático a estar el último, por debajo de Malasia, Vietnam, Indonesia... Todos los países vecinos con la excepción de Myanmar.

Y en el mundo desarrollado, ya plenamente urbanizado, ¿qué consecuencias tiene seguir apostando por las grandes ciudades?

Lo que se viene a decir en los países desarrollados es que el futuro está en la ciudad, las grandes, el problema es que haciendo esto se corre un riesgo enorme, pues se dice que en las áreas rurales y en las ciudades pequeñas y medianas hay menor potencial. Y, primero, esto no está claramente demostrado; segundo, nuestra investigación demuestra que en las ciudades pequeñas e intermedias –y no estudiamos áreas rurales, pero seguramente ocurra lo mismo–, hay gran potencial, y cuando haces otro tipo de investigación como la que estoy haciendo en Noruega, u otros colegas en Suecia, muchas de las empresas más innovadoras están aisladas en ciudades pequeñas o medios rurales, no están necesariamente en grandes ciudades; por último, se está arriesgando mucho. Se está apostando por el que se creía era el caballo ganador.

Si esto lo reproducimos en el caso español, se ha apostado por Madrid, la ciudad más grande, la más dinámica en los últimos 25 años, aunque al País Vasco y Navarra les ha ido bastante bien. Pero claro, el problema es que apostamos a que la gran ciudad va a ser siempre la más dinámica, ¿qué hacemos con las ciudades pequeñas e intermedias que tienen potencial? Estudios de la OCDE, pero también alguno de la Comisión Europea, con gente como Philip McCann de la universidad de Seffield, están demostrando que en el caso europeo un tercio del crecimiento vienen de las grandes ciudades, pero eso quiere decir que dos tercios viene del resto del territorio.

Si apuestas solo porque ese tercio tire del carro, en primer lugar no sabes si ese tercio va a tener gran potencial. Sabemos que Londres ha crecido mucho desde el año 1995 hasta hace muy poco, pero también sabemos que desde el año 1937 al 1995 el crecimiento de Londres fue menor al del resto de Reino Unido. No es una ley natural, puede pasar que algunas ciudades crezcan más, pero hay muchas ciudades que están creciendo muy por debajo de la media, y hay muchas ciudades pequeñas que son dinámicas. En segundo lugar, estás olvidando dos tercios del potencial y la capacidad del crecimiento que hay en el país, y ningún Estado se puede permitir el dejar de lado el potencial que hay en el resto del país. Eso va a generar una pérdida económica brutal que va a tener un impacto sobre el potencial de crecimiento futuro de todo el país, pero además va a crear tensiones sociales y políticas, y lo estamos viendo con el crecimiento del populismo en Europa y en todo el mundo. La elección de Trump, el Brexit, el voto para Le Pen... No viene de las personas más pobres que generalmente viven en las grandes ciudades junto a las personas más ricas, viene de aquellos territorios que por un motivo u otro han estado en mejor posición en el pasado y llevan en declive bastante tiempo y a los que no se les presta atención. O de territorios que han llegado a cierto nivel pero que encuentran muy difícil pasar de este.

Rodríguez-Pose durante una charla en el European Investment Bank.
Rodríguez-Pose durante una charla en el European Investment Bank.

Como sabe, España tiene una distribución geográfica que solo podríamos calificar como deficiente, con zonas desterticas desde el punto de vista demográfico y grandes aglomeraciones urbanas. ¿Qué impacto tiene esto sobre la economía del país?

El impacto según mis colegas economistas urbanos es que esto está maximizando el potencial de España, pues se están creando aglomeraciones viables tanto en Madrid como en la costa Mediterránea, en zonas del sur, pero también en el norte de España, sobre todo en País Vasco y Navarra. Eso maximizaría el potencial económico de España. Yo temo que discrepo. No porque la aglomeración económica sea mala per se, pero se está pensando que en otras áreas no se tiene potencial y no se está estimulando su actividad.

Lo que hemos visto es que en las últimas décadas en España ha habido áreas que han crecido mucho, como Madrid o el País Vasco, pero también hay áreas relativamente despobladas que han tenido un crecimiento amplio, es el caso de Extremadura y Galicia. Y después hay fenómenos que se están dando en áreas despobladas como la aparición de grandes empresas prácticamente de la nada en zonas donde en principio no hay ese potencial. Pongamos el caso de Inditex, que sale de Arteixo, al lado de la Coruña, una ciudad pequeña con capacidad de dinamismo. Y es algo que no se han visto nunca en España, porque todas otras grandes empresas son de construcción o de carácter financiero.

También en temas de formación, de capital humano, algunas de las regiones mejor dotadas de España, con mejor calidad e formación, no son necesariamente Cataluña o Madrid. Por lo que estamos viendo en los datos de PISA es Castilla y León, sobre todo, o regiones como Asturias. En este sentido lo que tememos es que se está perdiendo, o no se está fomentando, un potencial que es palpable que puede permitir no solo un mayor equilibrio de carácter político entre el nivel de desarrollo de las distintas regiones españolas, se está obviando un potencial económico latente que puede favorecer el crecimiento económico de toda España, y de una manera mucho más sostenible que en zonas aglomeradas donde hay muchas externalidades negativas.

Supuestamente, dada la cada vez mayor conectividad, el talento puede vivir en cualquier parte. ¿Ayudará esto a la dispersión demográfica?

Aquí ha habido un gran debate. Durante muchos años, en los 90, se decía que el espacio había muerto, que con las nuevas tecnologías se podría uno conectar y trabajar en cualquier sitio, casi a coste cero, que es lo que se puede hacer hoy en día. Esta teoría tuvo su culmen con el libro de Thomas Friedman, El mundo es plano, de 2005, en el que se decía que nos podemos localizar en cualquier lugar. Hubo una gran reacción. El mundo no es plano, está lleno de montañas y de grandes ciudades, las más dinámicas, y aunque es cierto que la información cualificada, a la que tiene acceso todo el mundo, se puede llegar desde cualquier parte del mundo, hoy en día lo que cuenta más es la información de carácter tácito, la que no aparece en las redes y no se difunde por sistemas de comunicación, sino que se tiene antes de que pase lo que tenga que pasar. Eso solo ocurre en las zonas prestigiosos.

Yo creo que ambas teorías tienen razón. Por un lado, la crítica a Friedman fue salvaje, pero se está demostrando que la capacidad tecnológica está permitiendo la aparición de actividad económica en zonas que eran desiertos económicos, con muy poco potencial. Y eso se está cumpliendo cada vez más. La aparición de grandes empresas en áreas distantes, donde el coste de la mano de obra y el suelo es menor. Esto está favoreciendo el incremento de la productividad. Eso no quiere decir que la información de carácter tácito no siga contando y que mucha gente quiera todavía estar situado en las grandes ciudades, pero cada vez se ve que es un sistema de ciclo.

Las grandes ciudades favorecen cierto tipo de innovación, innovación más de carácter de proceso, de organización o marketing. Las telecomunicaciones favorecen innovaciones de producto, más radicales. Estar en grandes ciudades puede favorecer los estados iniciales de la innovación en una empresa. Pero cuando es más madura el impacto de estar en la ciudad o estar fuera es generalmente neutro y puede ser negativo en las ciudades.

El desarrollo del teletrabajo permitirá una mayor dispersión demográfica / Pixabay
El desarrollo del teletrabajo permitirá una mayor dispersión demográfica / Pixabay

De un tiempo a esta parte se ha hablado mucho del que el poder político y económico lo ostentarán las grandes ciudades, en sustitución del estado-nación, que dejará de ser la unidad de poder básica. ¿Está de acuerdo?

Estos son los lemas del Foro Económico Mundial, de que el siglo XXI es el siglo de las ciudades... Es en gran parte propaganda. El estado-nación se ha redefinido mucho en los últimos 40 años, sobre todo en los últimos 30 años, pero no es que haya perdido poder es que este se ha transformado. Un estado como Reino Unido que sale de la UE no se convierte en un Estado más fuerte sino en uno más débil, y las ciudades no tienen capacidad para cambiar nada. Londres está en contra del Brexit, pero no puede con el poder del Estado. El poder del Estado es diferente, pero está tan o más vivo, mientras que las ciudades tienen poder, pero muchas veces están afectadas porque su nivel de decisión es menor. En muchos casos el poder está muy compartimentado. En el caso de Madrid hay un municipio de tres millones de habitantes que guía una aglomeración de 6,2 millones, la mitad está por lo tanto fuera y, encima, tiene otro poder que no solo son los otros ayuntamientos, sino la Comunidad de Madrid, la región. Y esto se multiplica en otras partes del mundo.

Las ciudades tienen mayor presencia, mayor dimensión, pero no tienen una unidad de poder, no tienen visibilidad, ni capacidad de influencia, y están en la mayoría de los casos a merced del estado-nación. En 1986 la señora Tatcher decidió suspender la autonomía de Londres, eliminar al alcalde y dividir la ciudad, que es lo que se hizo también en Francia antes. Están a merced de lo que decida el Estado.

¿Por qué si no es real la hegemonía de las ciudades se insiste tanto en ella? ¿A qué intereses responde?

Hay un lobby, como en todos sitios. Hay un lobby para los territorios, para la independencia catalana, la industria cárnica y también para dar mayor poder a las ciudades. Si fuera alcalde de una gran ciudad intentaría promover esta idea de lobby, tengo ciertos poderes y puedo intentar promover la idea de que si nos unimos las grandes ciudades vamos a tener un mayor poder y vamos a reestructurar el mundo. El mundo está cambiando, pero no necesariamente va a ser un mundo dominado por las grandes ciudades.

El porcentaje de población que viven en las grandes ciudades, que son las que se intentan promover, es muchísimo menor que el de quienes viven en cualquier otro sitio. Existen lobbies de zonas rurales o pequeñas ciudades, pero tienen menos poder y menos visibilidad. ¿Por qué? Porque los centros de decisión, y de difusión de la información, están situados en las grandes ciudades. Tienen la sartén por el mango, sobre todo en cuestiones políticas. El Gobierno de España está en Madrid. Y Madrid sigue contando mucho más, aunque el presupuesto sea uno de los más descentralizados del mundo, y las CCAA tienen los niveles de gasto más altos después del canadiense, el suizo y el chino.

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