Cómo trabajar con un compañero al que no aguantas (sin ignoraros mutuamente)

Ignorar a ese compañero al que no aguantas no es una solución
Ignorar a ese compañero al que no aguantas no es una solución
Pixabay

Es inevitable: no hacemos migas con todas las personas con las que trabajamos a lo largo de nuestra vida y, aunque de un entorno laboral pueda surgir una férrea amistad, no es tan habitual como pensamos. De hecho, aunque tengamos una buena relación con una persona en la oficina, salgamos a menudo a comer juntos o, incluso, a algún evento fuera del trabajo, nada de eso supone que la implicación emocional vaya más allá; pero, al menos, nos permite sentirnos a gusto en un ambiente agradable. Sin embargo, ¿qué pasa cuando hay un compañero al que directamente no aguantas, con el que no puedes hablar de nada porque siempre acabáis discutiendo? Por suerte, esto es aún menos común que las amistades duraderas. Y, además, tiene solución.

Según explica Mark Nevins, consultor experto en liderazgo para ejecutivos y sus equipos, en este artículo de 'Harvard Business Review', existen una serie de pasos que te permitirán lidiar con ese compañero con el que no hay comunicación ni compenetración alguna. "El primer paso es tanto la aceptación como la reflexión. Recuerda: no te llevarás bien con todos tus compañeros, pero hay un valor potencial en cada interacción con los demás. Puedes y debes aprender de ello, y tienes la responsabilidad de establecer una relación. Repasa objetivamente lo que puede estar causando tensión y qué rol juegas tú. Puede ser que tu reacción a la situación sea la base del problema", sostiene.

En este sentido, una vez que aceptas que puede que parte de la culpa de la mala relación sea tuya, "trabaja más duro para entender la perspectiva de la otra persona. Pocas personas se levantan de la cama por la mañana con el objetivo de hacer tu vida miserable. Tómate un tiempo para pensar deliberadamente sobre el punto de vista de la otra persona, especialmente si esa persona es esencial para tu éxito. Pregúntate: ¿Por qué esta persona actúa de esta manera? ¿Qué podría estar motivándola? ¿Cómo me ve? ¿Qué podría querer y necesitar de mí?", recomienda Nevins.

El tercer paso tiene que ver con tu actitud a partir de esta reflexión. Tienes dos opciones: ser una persona crítica que baja al barro para crear un enfrentamiento o tratar de convertirte en un 'solucionador de problemas'. "Para trabajar mejor juntos, es importante pasar de una postura competitiva a una colaborativa. Una buena estrategia es compartir con la otra persona el problema", sostiene Nevins. Esto demuestra dos cosas: que eres capaz de abrirte emocionalmente a esa persona y que tienes voluntad para acabar con ese problema.

Creado un nexo (por débil que sea) con esa otra persona, la mejor manera de hacer que ese vínculo crezca es escuchar activamente lo que tiene que decir. "Intenta hacer preguntas, si es posible que sean abiertas, para crear una conversación", aconseja Nevins. A partir de ahí, de lo que se trata es de ser todo lo empático que se pueda y ser paciente a la hora de escuchar al otro. Puede que sigáis sin tener nada en común o que vuestros puntos de vista sean radicalmente opuestos en muchas cuestiones, pero al menos así demostrarás a la otra persona que te interesa lo que tiene que contarte y que valoras su opinión.

Por último, hay un quinto paso que puede resultar útil: pedirle ayuda o consejo. Puede ser difícil, porque te muestra vulnerable, pero si le pides guía o tutela con alguna cuestión accesoria o secundaria también demuestras que valoras su inteligencia y su experiencia. Procura que, si le hablas de tu vida privada, sea de temas banales: por un lado, es más fácil entablar una conversación trivial que demasiado profunda; por otro, de este modo evitas darle demasiada información privada que pueda utilizar en tu contra en el futuro... Aunque pongas de tu parte para solucionar una mala relación, siempre existe la remota posibilidad de que la otra persona desee conscientemente ese enfrentamiento. 

Mostrar comentarios