Controles deficientes exponen ríos salvadoreños a contaminación con melaza

Un nuevo derrame de melaza que contaminó un río de El Salvador, evidenció esta semana la falta de controles en la industria azucarera y encendió el debate sobre el impacto que tienen en el medioambiente.

"Queda evidente que no hay control de la producción agroindustrial, se mantiene una infraestructura obsoleta" en el sector, declaró a la AFP Ricardo Navarro, el director del Centro Salvadoreño de Tecnología Apropiada (Cesta), una ONG que promueve el uso de tecnologías adecuadas a las condiciones sociales y ecológicas locales.

La fuga de melaza de una pila de unos 7,4 millones de litros, el segundo accidente de este tipo en menos de un mes en el país, se produjo el miércoles en Apopa, contaminando el río Las Cañas.

El primer derrame de unos 3,5 millones de litros de melaza, se produjo el pasado 5 de mayo en el ingenio La Magdalena y contaminó el río del mismo nombre en Chalchuapa, 90 km al oeste de San Salvador, lo que obligó a las autoridades a decretar estado de emergencia ambiental por la muerte masiva de peces y el impacto en la población.

La emergencia en el Magdalena fue decretada por tres meses y abarcó un tramo de 16.400 metros cuadrados, pero la contaminación llegó a otros dos ríos, incluido el Paz, en la frontera entre El Salvador y Guatemala.

El nuevo derrame calificado por la ministra de Medio Ambiente, Lina Pohl, como de "gran magnitud", agravó la situación del río Las Cañas, ya impactado por el cúmulo de residios tóxicos de cuatro municipios.

Para Luis González, de la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), lo "más grave" del derrame del miércoles es que el depósito de melaza, propiedad de dos ingenios azucareros, no contaba con los permisos ambientales para operar.

"No podemos seguir tolerando más derrames de melaza, el primero mató los peces que eran el alimento de centenares de familias en el río La Magdalena", reflexionó Navarro.

La melaza, que se exporta al extranjero como materia prima para elaborar alcohol y alimento para ganado, es una sustancia espesa, dulce y de color oscuro que queda como residuo de la cristalización del azúcar de caña.

Ante los accidentes por el manejo de la melaza, el Consejo Salvadoreño de la Agroindustria Azucarera (CONSAA), adelantó por medio de un comunicado que solicitó el apoyo de Cuba para realizar un estudio técnico sobre las causas de los derrames y hacer "las recomendaciones pertinentes" para evitar que se repitan.

"Por el momento se desconocen las causas que originaron este nuevo evento", resume el CONSAA, que solicitó la cooperación del Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar.

Para la ministra Pohl, se deberá realizar un "análisis muy profundo" para determinar si el aumento de la temperatura ligado al cambio climático ha afectado el almacenamiento de la melaza.

La agroindustria azucarera salvadoreña, que en 2015 aportó 2,7% del PIB, está integrada por seis ingenios procesadores y cerca de 7.000 productores agrícolas, que en conjunto generan más de 250.000 empleos directos e indirectos.

Para mitigar el impacto que generan los derrames de melaza en la población, la Asociación para el Desarrollo de El Salvador reclamó al único tribunal ambiental que opera en el país "aplicar la ley" y obligar a los ingenios azucareros a indemnizar a las comunidades afectadas.

"Lo más lamentable es que la Corte Suprema de Justicia le quitó al Ministerio de Medio Ambiente las garras que tenía para imponer multas, pero los daños no pueden quedar en la impunidad. Los ingenios han atentado contra el principio de precaución y deben pagar los daños", dijo Luis González.

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