El código EIP-1559 esconde toda una revolución en el mercado de las criptomonedas. Se trata de la actualización de la red Ethereum que limitará el suministro de monedas de Ether, la segunda más relevante tras el Bitcoin, al ralentizar su creación y destruir unidades en circulación conforme se realizan transacciones. De este modo, el sistema pasa de estar en modo inflacionario a deflacionario y convierte, a priori, en más valiosos los ethers y dotándole del atractivo de ser una reserva de valor para los inversores.
"El protocolo de mejora de Ethereum 1559 también debería hacer que el ether sea más atractivo. Entre otras cosas porque el EIP 'quemará' una pequeña cantidad de ether cada vez que alguien realice una transacción, reduciendo efectivamente el suministro de ether y aumentando su valor con el tiempo. Sin embargo, por ahora, el éter sigue siendo un activo de inversión bastante especulativo. Para los inversores convencionales, probablemente sea mejor utilizarlo en dosis (muy) pequeñas como cobertura contra la debilidad del dólar y las principales alteraciones del sistema financiero mundial", señala Amy Arnott, analista de Morningstar.
De hecho, la cotización de esta cripto se ha recuperado en las últimas semanas de forma vertical hasta situarse en el entorno de los 3.000 dólares por unidad frente a los 1.700 dólares en que se movía el pasado 20 de julio. Todavía está lejos de los más de 4.200 dólares que alcanzó en mayo, su máximo histórico, pero el cambio realizado en el funcionamiento de su tecnología está atrayendo tanto a inversores como a desarrolladores que se apoyan en Ethereum para aplicaciones DeFi (finanzas descentralizadas).
La actualización del modo de funcionamiento de Ethereum tiene como objetivo evitar el encarecimiento del llamado gas o tasa de transacción, uno de los grandes problemas de la blockchain hasta la fecha que llegaba a incrementar los costes de cada operación hasta niveles insostenibles. El gas de Ethereum nada tiene que ver con el combustible fósil, sino que es el nombre que recibe la comisión necesaria en las transacciones.
La bifurcación London, EIP-1559, busca conseguir que las tarifas de las transacciones sean más predecibles, mejorando así la facilidad de uso de la red y evitar un sistema de subasta para comenzar a pagar una tarifa estándar determinada por un algoritmo. La otra cara de la moneda es la destrucción de Ethers en cada transacción. Según datos de Etherchain, la red de Ethereum ahora está ‘quemando’ alrededor de 400.000 dólares en ethers cada hora.
Hacia un menor consumo energético
Los promotores de Ethereum llevaban años trabajando en un nuevo protocolo que generase menor impacto medioambiental y consumo energético de la red. Ahora ha dado un gran paso hacia allí. Es el sistema de 'prueba de participación' (PoS, en inglés) que sustituye al que regía hasta ahora de 'prueba de trabajo' (PoW), que es el que usa Bitcoin.
Bajo el nuevo protocolo de minado, la criptomoneda Ether sustituye el hardware y la electricidad como coste de capital. Así, con este sistema la probabilidad de encontrar un bloque de transacciones es proporcional a la cantidad de monedas que cada usuario tiene acumuladas. Es decir, cuanto más ether tenga un usuario, más posibilidades tendrá de ser elegido para asegurar el siguiente lote de transacciones.
Actualmente, la minería de bitcoins utiliza cerca de 121,36 teravatios-hora (TWh) de electricidad al año, según un análisis del Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge, consumiendo más electricidad al año que países como Finlandia, Suiza o Argentina. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el bitcoin es un sistema de pagos global. En el caso de otras criptomonedas su impacto es inferior por su menor utilización, ya que el bitcoin representa casi la mitad de la capitalización del mercado.
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