Diferencias

Los bancos centrales diseñan sus hojas de ruta a medida frente a la inflación

Las últimas reuniones del año dejan decisiones en política monetaria diferentes cuando los rebrotes de la Covid tambalean la recuperación y con el repunte de precios en niveles inéditos de las últimas décadas. 

Christine Lagarde (BCE) charla con Jerome Powell (Fed) en su encuentro virtual de noviembre.
Christine Lagarde (BCE) charla con Jerome Powell (Fed) en su encuentro virtual de noviembre.
Bernd Hartung / ECB / Archivo

La inflación ha desviado el camino ideado por los bancos centrales para mitigar el impacto de la pandemia con la recuperación económica aún en camino. La política monetaria expansiva con la que hacer frente al parón de la actividad se ha chocado con un repunte de precios inédito en las últimas décadas. Este escenario obliga a redefinir la hoja de ruta, pero cada banco central apuesta por un camino diferente. Mientras la Reserva Federal de EEUU (Fed), una vez reconocido que la inflación no es transitoria, acelera la retirada de estímulos, el Banco Central Europeo (BCE), aunque reducirá los estímulos, mantiene un calendario menos claro y la tesis de que la evolución de la inflación es una "joroba"

Las retiradas de estímulos de dos de los principales bancos centrales se suman a las que otras economías de menor tamaño, donde la inflación afecta más a las divisas, ya habían iniciado meses atrás. Hasta ahora, tanto la Fed como el BCE, con capacidad de marcar su propia ritmo en política monetaria por la dimensión de su región económica, resistían a la presión de la inflación para consolidar la recuperación. Sin embargo, la Fed comenzó a desmarcarse de su discurso habitual y las palabras de su presidente, Jerome Powell, confirmaron su cambio de rumbo y la mayor preocupación por la inflación. "Si bien los impulsores de una mayor inflación se han relacionado predominantemente con las dislocaciones causadas por la pandemia, los aumentos de precios ahora se han extendido a una gama más amplia de bienes y servicios", advirtió.

Europa y EEUU se han distanciado en su percepción de la inflación. Así, apenas un día después del discurso de Powell, Christine Lagarde, presidenta del BCE, defendió que la inflación disminuirá el próximo año, por debajo del 2%, pese a que las perspectivas se han revisado al alza. En ese sentido, añadió que "el repunte refleja principalmente un fuerte aumento de los precios del combustible, el gas y la electricidad. En noviembre, la inflación energética representó más de la mitad de la inflación general". La distinta visión también se debe a una etapa de la economía diferente, con el mercado laboral en EEUU casi recuperado.

Como consecuencia, el Banco Central Europeo es el que más rezagado se mantiene y no se plantea todavía la subida de tipos de interés. Según comunicó ayer Lagarde, prevén poner fin al programa de compras de emergencia pandémica (PEPP) -dotado de 1,85 millones de euros- a finales de marzo de 2022 y, hasta entonces, acometerá las compras de deuda "a un ritmo menor que en el trimestre anterior". No obstante, a partir de entonces seguirá reinvirtiendo los rendimientos de esta cartera de deuda hasta finales de 2024, a lo que se sumará el anterior programa de compra de activos (APP) "durante el tiempo que sea necesario", con compras por valor de 20.000 millones de euros al mes. 

Pese al escenario diferente, tanto la Fed como el BCE coinciden en finalizar primero los programas de compra y después realizar la subida de tipos de interés, aunque la autoridad monetaria de EEUU lo hará a un mayor ritmo. En el caso del Banco de Inglaterra (BoE), el orden es el contrario y este jueves comunicó la subida de los tipos de interés hasta el 0,25%, mientras mantiene su programa de compras de bonos corporativos en 20.000 millones de libras y también los 875.000 millones en deuda pública.

El BoE se sumó a las subidas de tipos de interés que ya aplica el Banco Central de Noruega, el más 'agresivo' entre las economías más desarrolladas. Pese su cercanía con la zona Euro, las decisiones de la autoridad monetaria contrastan con la política ultra laxa del BCE. Este jueves decidió subir subir sus tipos hasta el 0,5%, tras el alza realizada en septiembre y prevé volver a hacerlo en marzo ante su preocupación por la inflación: "Si hay perspectivas de una inflación alta persistente, los tipos de interés se subirán más rápido", avisó el gobernador. 

Otras economías con exposición a la zona Euro que toman un camino opuesto con la subida de tipos son las del Este del Viejo Continente. República Checa, Polonia, Hungría o Rumanía se desmarcaron desde el principio de la tendencia de los grandes bancos centrales debido al mayor riesgo que los mercados perciben en sus economías. Por su parte, la tendencia en el área de influencia del dólar la situación fue similar. Los países de Latinoamérica ya subieron tipos cuando la escalada de precios comenzó a asomar y aceleraron ante previsión del inicio del tapering de la Fed que suele castigar a sus economías. 

Turquía, la 'oveja negra'

Pese al camino dispar, todos los bancos centrales coinciden en que la forma de reducir la inflación es la retirada de estímulos, poner fin a la política monetaria ultra laxa. De esta teoría se desmarca Turquía, cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, defiende una "guerra económica" por la que está llevando a cabo el "experimento" -según definen los economistas- de reducir los tipos de interés con la inflación del país disparada. Este jueves el Banco Central de Turquía anunció el último recorte en los tipos de interés, situándolos en el 14%. Desde septiembre ha reducido los tipos en 500 puntos básicos -desde el 19%-. 

La decisión -marcada por una política férrea de Erdogan tras cesar a varios altos cargos críticos- se está haciendo notar en el valor de la lira turca, que ha perdido más de la mitad de su valor frente al dólar y acumula mínimos históricos. Las intervenciones del Banco Central ante la formación de "precios poco saludables" tampoco ha logrado esquivar el impacto. El dólar ha más que duplicado su valor frente a la lira este año. El pasado 1 de diciembre, fecha de la primera intervención del banco central otomano, el cruce del dólar había llegado a casi 14 liras. El 31 de diciembre de 2020, cada dólar se intercambiaba por 7,43 liras.

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