Medida de choque

El BCE avanza en el diseño del 'banco malo' con una Comisión menos hostil

El emisor teme una nueva oleada de impagos que se sumen a los activos tóxicos de la pasada crisis financiera pendientes de digerir aún.

LAGARDE Y VON DER LEYEN
El BCE avanza en el diseño del 'banco malo' con una Comisión menos hostil.

Una crisis sin precedentes requiere medidas innovadoras desde el ámbito comunitario. Con esa premisa y, después de haber anunciado la ampliación en otros 600.000 millones de euros hasta los 1,3 billones de su programa de compras de emergencia contra la pandemia de coronavirus (PEPP, por sus siglas en inglés), ahora considera la posibilidad de crear un 'banco malo' que respalde al sistema financiero de los impagos a los que se espera dé lugar la crisis. La diferencia, en esta ocasión, es que tendría enfrente a una Comisión Europea menos hostil que en ocasiones anteriores (el emisor viene poniendo sobre la mesa una actuación de este tipo desde hace años) a una medida de este tipo, puesto que el 'shock' actual le ha obligado ya a traspasar algunas de sus propias líneas rojas.  

Desde hace semanas técnicos del BCE y del organismo que capitanea Ursula von der Leyen vislumbran la posibilidad de crear una entidad a nivel europeo que se haga cargo de los activos tóxicos de los bancos, a semejanza de las que ya pusieron en marcha en su momento algunos de los países miembros para hacer frente a las consecuencias de la crisis financiera en el sector. El emisor teme, en concreto, una nueva oleada de impagos que se sumen a los activos tóxicos de la Gran Crisis pendientes de digerir aún. Las objeciones de las autoridades comunitarias tienen que ven con el principio de que no se ayuda a los bancos sin antes haber impuesto las pérdidas a accionistas y tenedores de bonos. 

Sin embargo, la crisis por la Covid ya ha obligado a la Comisión a dejar a un lado sus planteamientos más ortodoxos, como demostró al proponer un Fondo de Recuperación por valor de 750.000 millones de euros que destinaría dos dos tercios de esa cantidad en forma de subvenciones a fondo perdido a los países más afectados por la pandemia y un tercio a préstamos a devolver. La forma de financiarlo sería la emisión de deuda común a largo plazo que se beneficiaría del rating triple A (máxima calidad y coste más bajo) de las instituciones comunitarias. Es, en la práctica, la tan temida y odiada "mutualización del riesgo" de la que los países del Norte huyen como de la peste.

La situación es especialmente delicada a la luz de las cifras que ha puesto sobre la mesa el BCE. "La tensión financiera en las empresas y los hogares hará que la proporción de los préstamos morosos (NPL) de las entidades financieras aumente con el tiempo, lo que afectará al capital bancario y potencialmente obstruirá el canal de préstamos bancarios de la política monetaria", apuntaba recientemente la entidad, al mismo tiempo en que incidía en que "aunque los bancos de la zona del euro en conjunto han entrado en esta crisis en relativamente buena forma, la experiencia de crisis pasadas pone de manifiesto que las vulnerabilidades en el sector bancario, si no se abordan lo suficientemente temprano, pueden ralentizar severamente el ritmo de recuperación y provocar daños duraderos". 

El BCE cuantifica estas advertencias al asegurar que, de acuerdo con sus cálculos, "el hecho de no resolver los altos niveles de préstamos morosos de manera oportuna puede retrasar el crecimiento del PIB en 1,5 puntos porcentuales por año". Su voz de alarma no es la única, puesto que la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) publicó a fiales del mes pasado un informe donde estimaba que la mora crediticia puede dispararse entre los bancos de la zona euro hasta niveles no vistos desde la última crisis, llegando a alcanzar el 3,8% de los activos ponderados de riesgo (RWA) del sector, lo que supondría un varapalo de 380.000 millones a sus balances. 

Según el vicepresidente de la entidad, el exministro de Economía Luis de Guindos, el BCE no ha llegado a discutir discutido la creación de una entidad de este tipo. Mientras, el presidente del Consejo de Supervisión, Andrea Enria, que considera prematuro plantear la cuestión ahora, ve margen para adoptar medidas adicionales si los créditos morosos se disparan.

Las experiencias de España e Irlanda

A raíz de la crisis financiera de 2008, España (Sareb) o Irlanda (Agencia Nacional de Gestión de Activos o NAMA, por sus siglas en inglés) crearon sus propios bancos malos respaldados por el estado para hacer frente a los aumentos repentinos de la deuda bancaria tóxica. Sin embargo, la Unión Europea ha introducido desde entonces la Directiva 2014/59/UE del Parlamento y el Consejo Europeos que establece el marco para la reestructuración y resolución de las entidades de crédito y empresas de servicios de inversión. Esa norma restringe a los gobiernos la posibilidad de crear bancos malos, salvo como parte de un proceso oficial de resolución.

En el caso de la Sareb, recibió un total de 200.000 activos por valor de 50.781 millones de euros, de los que el 80% eran préstamos y créditos al promotor y el 20% inmuebles. La entidad asegura que únicamente entre 2013 y 2018 su actividad aportó 27.329 millones al PIB nacional (el 0,42% de la riqueza acumulada para ese periodo), citando los datos del informe de Impacto Socioeconómico, elaborado por la consultora EY.

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