Un mundo sin bancos centrales

Revolución Bitcoin: ¿Es la criptomoneda de moda de derechas o de izquierdas?

Una lucha que no es solo política, sino que ya entra en el dilema de las renovables, donde la producción de esta divisa consume tanta energía como Nueva Zelanda, y hasta llegarían a fundir los hielos polares.

Bitcoin
Bitcoin
Wikimedia Commons

Timothy (Tim) May era un ingeniero de Intel, la famosa empresa norteamericana fabricante de chips. A finales de los años setenta del siglo pasado, May resolvió un serio problema con los circuitos de la compañía y se convirtió en uno de los ingenieros más respetados de la empresa.

Pero May también era conocido en su empresa por sus peculiares ideas: era un libertario, lo que en Europa llamaríamos un anarquista. Pensaba que el Estado no debía de entrometerse en la vida de los ciudadanos, y por eso, May opinaba que había que crear criptomonedas manejadas por ordenadores, para evitar que el ojo del Estado nos pudiera vigilar cuando comprábamos algo de forma electrónica.

En 1988 May escribió 'El Manifiesto Cripto-Anarquista', donde sostenía lo siguiente. "La tecnología informática está a punto de proporcionar la capacidad de que individuos y grupos se comuniquen e interactúen entre sí de una manera totalmente anónima". Entre otras frases, tenía una que recordaba mucho al 'Manifiesto comunista' de Marx y Engels: "Un fantasma acecha el mundo moderno: el fantasma de la anarquía criptográfica".

May soñaba con un futuro en el que dos personas podrían intercambiar mensajes y negocios "sin conocer el Nombre Verdadero o la identidad legal de la otra". Las interacciones a través de las redes "serán imposibles de rastrear". Todo se realizaría a través de paquetes cifrados y protocolos criptográficos "con una garantía casi perfecta contra cualquier manipulación". La premonición de May era que esos desarrollos "alterarán completamente la naturaleza de la regulación gubernamental, la capacidad de gravar [con impuestos] y controlar las interacciones económicas".

May estaba visionando en su cabeza las criptomonedas. En concreto, estaba visionando bitcoin. Por eso, cuando alguien desconocido alumbró bitcoin veinte años después -en 2008-, los criptoanarquistas, los cyberpunnks y los libertarios como May la vieron como el anillo de Frodo: un objeto mágico con un poder colosal sobre el que levantar toda una civilización financiera a las afueras de los castillos de los estados vigilantes.

No se sabe exactamente a quién se le ocurrió bitcoin, aunque se habla de un tal Satoshi Nakamoto. Para ser honestos, el tal Nakamoto tiene que ser un 'cerebro'como May, una persona con una gran preparación en el mundo de la electrónica y en las finanzas, junto con un espíritu revolucionario. La persona que ideó el bitcoin también ideó un método para que esta moneda fuera fiable, pero sin requerir firmas de ningún banco central porque entonces no sería libertaria. Para ello mejoró un sistema criptográfico llamado blockchain, existente desde principios de los noventa. Pero el padre del bitcoin logró que además el blockchain funcionara como un estampillador de dinero, y también como un libro de contabilidad que registraba las transacciones sin error, para saber la cantidad de dinero que había en el mercado. Y todo sin ninguna autoridad competente que controlase este sistema de pagos.

Era el ideal de los anarquistas de todo el mundo: un planeta no gobernado por los bancos centrales, ni los estados. “Donde comienza el Estado termina la libertad del individuo, y viceversa”, decía Bakunin, uno de los padres del anarquismo europeo. Para los criptoanarquistas, el mundo solo debería gobernado de abajo hacia arriba por una asamblea permanente de ciudadanos anónimos que compraban y vendían bitcoins en un mundo paralelo, gracias a una tecnología autónoma, y donde el estado no podía levantar ni un solo euro en impuestos. El dinero no sería propiedad del Estado o de los bancos centrales, porque como decía Bakunin, “la propiedad es un robo”. Bitcoin no era de nadie porque era de todos.

Entonces ¿es bitcoin un invento de izquierdas? Quizá es ir muy lejos. “El núcleo duro de bitcoin en EEUU es gente partidaria de las armas, con la idea de que el Estado les oprime y que los impuestos son un abuso cuando pasan del 10% de la renta de los ciudadanos”, afirma un experto español en bitcoin.

Ese concepto de la persona soberana frente a la picadora de carne del Estado es algo que viene de muy antiguo en EEUU y que no se entiende bien en Europa. El anarquista estadounidense tiene unos orígenes diferentes al anarquista europeo. En la más pura tradición de la Conquista del Oeste, el viejo héroe americano era una persona que se adentraba y se apropiaba de vastos territorios en tierras desconocidas y hostiles, y cuyo único apoyo eran el rifle y la Biblia. Si tenía problemas, el Estado no llegaba allí para defenderle. Los ganaderos o agricultores desperdigados en solitarios condados se asociaban y creaban sus propias leyes para resolver sus disputas. Lo que sí sabían es que cuando el Estado llegaba, lo primero que hacía era ponerles un “sheriff” para vigilarles, impuestos para pagar los servicios del “sheriff “ y un montón de reglas. Y eso no les gustaba tanto.

Tim May, el profeta del criptomundo, afirmaba en su manifiesto que uno de los grandes avances de la humanidad habían sido las alambradas de púas, porque habían permitido acotar vastos territorios “alterando para siempre los conceptos de tierra y derechos de propiedad en las fronteras del Oeste”.

Uno de los modelos más recientes de esa corriente de pensamiento americana ha sido Robert Nozik, un filósofo nacido en Nueva York, y cuyo libro “Anarquía, Estado y Utopía” (años setenta) es el catecismo del neo-anarquista americano. Nozik solo aceptaba un estado “mínimo” limitado a “estrechas funciones de protección contra la violencia, el robo y el fraude”. Eso sí, la propiedad privada para los libertarios y anarquistas de EEUU es intocable. En cambio, el anarquista europeo piensa, como Bakunin, que “la propiedad es un robo”. Hay que destruirla, y si se puede destruir algo más en el camino, mejor pues “la pasión por la destrucción es una pasión creativa”.

Es decir, el libertario en EEUU es una persona que sería considerada en Europa como neoliberal en lo económico incluso conservadora por su aversión a los impuestos y a las garras del Estado, y desde luego, defensor radical de la propiedad privada.

En Europa, eso no es ser de izquierdas. En Europa, eso es ser de derechas, incluso muy de derechas. Lo único que une a los anarquistas europeos con los anarquistas norteamericanos es que ambos grupos odian a los bancos, a los bancos centrales y al Estado. Quieren hacer transacciones con bitcoins, desde pagar a una fundación hasta transferir dinero a Japón, sin pasar por ningún banco, pagar ninguna comisión ni dar datos personales.

Sean del lado que sean, ahora bitcoin parece haber entrado en una nueva era. la era de las masas. Todo el mundo habla de bitcoin. Se anuncian webs en Twitter para invertir en bitcoin. Las familias jóvenes atesoran bitcoin con la misma pasión que sus abuelos atesoraban “matildes” de Telefónica, y sus padres, fondos de pensiones. En el mundo ya son 106 millones de personas que invierten en criptomonedas, según un estudio de la web crypto.org citada por “Business Insider”. La estimación data de enero de 2021, lo que supone un crecimiento del 16% en un mes. Aunque bitcoin es la más conocida, a estas alturas hay decenas de criptomonedas.

Esa entrada en tromba de las masas en bitcoin también ha puesto sobre la mesa una de las contradicciones de esta criptomoneda: por más que se presente como el medio de pago de los antisistema del mundo, sean de derechas o de izquierdas, también está sujeta a especulaciones como cualquier acción en bolsa.

El 8 de febrero de 2021, Elon Musk, fundador de Tesla y de SpaceX, dijo que había invertido 1.500 millones de dólares en bitcoin, y la criptomoneda pasó de 38.000 a 47.000 dólares en un solo día. Dos semanas después de la noticia de Musk, un bitcoin valía 58.000 dólares.

Una de las críticas que se hace a bitcoin es que cada vez hay más ordenadores haciendo cálculos para encriptar los bloques, lo cual supone un gasto sideral en electricidad. En teoría, esos miles de ordenadores consumen tanta energía como Nueva Zelanda, y hasta llegarían a fundir los hielos polares algún día no lejano. Un artículo aparecido en Bloomberg lo llamaba “negocio sucio” porque su huella de carbono era patente. Pero los cripto-anarquistas se defienden diciendo que la electricidad no es el problema, sino cómo se produce esa electricidad: que abandonen las centrales contaminantes, y que produzcan electricidad con energías verdes; así se acabarían las críticas.

Lo llamativo de bitcoin no es lo que está pasando hoy, sino lo que sucederá mañana. Algunos pronostican valores de más de 100.000 dólares por bitcoin. Para afirmarlo se basan en la teoría de la escasez. Ahora se crean 6,5 bitcoin cada diez minutos. Se hace para remunerar a los “mineros”, que son los que validan los bloques de información encriptada del bitcoin. Cada cuatro años, se reducirá a la mitad la cantidad de bitcoin nuevos por cada diez minutos. Se llama “halving”, o “reducir a la mitad”. Un día llegará un momento en que no saldrán más bitcoin nuevos. Los mineros serán remunerados con comisiones pagadas por quienes hagan transacciones. ¿Y cuándo dejarán de salir bitcoin? Tranquilos. Según la matemáticas de la mitad de la mitad, eso sucederá en el año 2140. Habrá entonces 21 millones de bitcoins en el universo. ¿No es un poco ridículo limitar este sistema de pago?

Los teóricos del bitcoin creen que esa es la ventaja de esta divisa, y para sostenerlo la comparan con el euro y el dólar. Debido a la pandemia, Estados Unidos y la Eurozona se han dedicado a inyectar colosales cantidades de dinero en sus economías. ¿Cómo se hace? Creando dinero y más dinero. El riesgo de ir incrementando la masa monetaria en esas magnitudes es que tarde o temprano se convierta en inflación. E inflación es devaluación, como se ha demostrado a lo largo de la historia.

En cambio, “bitcoin tenderá a fraccionarse debido a que una persona con bitcoin pagará sus deudas con medio bitcoin, con 000,1 bitcoin, o lo que haga falta porque es un sistema digital que depende de los usuarios, no de un banco central”, afirma el experto español en esta moneda. Eso hará que bitcoin sea más segura para protegerse contra la inflación que viene, añade el experto.

Por la misma razón, Michael Saylor, un experto norteamericano en bitcoin, anuncia un “crecimiento explosivo de la red monetaria digital”. En una entrevista a la agencia Bloomberg afirmaba que veía un futuro con empresas guardando reservas en bitcoin, fondos de inversión con tesorería en bitcoin, y millones de ciudadanos ahorrando en esta moneda, porque valorarán su seguridad y transparencia. “Si imprimes un 15% más de dólares veremos que en diez años, los activos de las empresas y fondos que estén en dólares valdrán un 15% menos”, afirmaba Saylor.

Si la civilización a la que aspiramos “se basa en energía limpia, agua limpia y comunicación limpia”, afirmaba Saylor, también debería tener “dinero limpio”. Si se cumplen sus predicciones, quizá en el futuro el mundo no será de derechas ni de izquierdas: será de bitcoin.

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