La bolsa española atrae (cada vez más) a los inversores internacionales. Los no residentes en nuestro país ya poseen el 48,1% de la bolsa española, dos puntos porcentuales más que el curso pasado y, por tanto, nuevo récord histórico, según el Informe Anual sobre la propiedad de las acciones cotizadas elaborado por el Servicio de Estudios de BME.
Las empresas cotizadas gozan de una presencia de inversores extranjeros en su capital más amplia, diversificada y transparente que las compañías no cotizadas. Los inversores foráneos cuentan con poco más del 20% de las acciones de empresas no cotizadas, frente a casi la mitad del valor de las compañías de la bolsa española que controlan.
El dato es relevante ya que supone prácticamente la mitad de la bolsa española y ha ido a más con el paso de los años. De hecho, en 1995 (primer dato de la serie histórica disponible) la participación en el capital de los inversores extranjeros era de alrededor del 30%, casi veinte puntos porcentuales menos.
Las compañías no financieras son el segundo grupo con más peso en el capital de las compañías españolas, ya que controlan el 20,5% de su valor bursátil, cuatro décimas más que el año pasado. Tras las desinversiones de los tiempos de la crisis para reducir el endeudamiento, las sociedades han incrementado en más de tres puntos porcentuales su participación en Bolsa desde 2014.
Por el contrario, la presencia de las familias españolas en la bolsa cae dos puntos hasta el 17,2%, en parte, por el crecimiento de la inversión en instituciones de inversión colectiva. Esta cifra se acerca al nivel medio de los países europeos y, por tanto, tiende a converger cuando, históricamente, ha sido inferior a la de España.
Se mantiene prácticamente estables la participación en la bolsa española de los fondos de inversión, planes de pensiones y seguros (un 7,9%), de las Administraciones Públicas (un 3,3%) y de bancos y cajas (un 3%).
El estudio Ahorro Financiero de las Familias Españolas, realizado por Inverco, evidenciaba como a cierre del pasado curso la inversión directa en renta variable cotizada representaba apenas el 4,8% del ahorro financiero de los hogares, mientras que las IICs suponían el 14,2%. Algo que choca con los datos de 2012 cuando el valor de las acciones españolas en las carteras familiares era exactamente el mismo que el de las participaciones en fondos de inversión.
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