Caos sin Brexit: Johnson asoma a Reino Unido al balcón de una crisis financiera

  • La suspensión del Parlamento pone el foco de los mercados en la situación interna en Reino Unido y acelera la posibilidad de un Brexit sin acuerdo.
Boris Johnson insta a las partes en Libia a comprometerse con el alto el fuego acordado a finales de julio
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Reuters/EP

Una bomba de relojería. El primer ministro británico, Boris Johnson, ha cortado por la sano para liberarse del control parlamentario en la recta final hacia el Brexit (31 de octubre) con la intención de dar más agresividad a la posición de Londres ante Bruselas. Sin embargo, la nueva senda política asoma a los británicos al balcón de una crisis política interna a la que los inversores internacionales no quitan ojo por sus imprevisibles consecuencias.

Seis empresas del Ibex 35, por ejemplo, se juegan 30.000 millones de euros anuales de sus negocios británicos con Santander, Telefónica, IAG, Iberdrola, Ferrovial y Sabadell a la cabeza. En conjunto la economía española observa con preocupación el impacto que pueda tener sobre su principal fuente de suministro de turistas extranjeros y en la confianza de decenas de miles de pensionistas británicos, una gran colonia con residencia habitual en España y que cobra su paga pública en libras.

La libra esterlina, principal termómetro de la salud financiera británica, está sufriendo la consecuencias, pero también los bonos soberanos, que han comenzado a registrar ventas, caídas en su precio y subida de rentabilidades. La rentabilidad del bono a diez años del Reino Unido llegó a subir a lo largo del día ante las ventas de inversores extranjeros, aunque acabó la jornada como empezó: en torno al 0,44%. Su prima de riesgo frente a Alemania volvió a elevarse hasta los 115 puntos básicos, más que la que refleja la deuda de otro país fuera del euro pero en la órbita de Bruselas como Bulgaria.

"Estos últimos días, había aparecido una sensación de ‘distensión’ en torno a los temas del Brexit, después de las reuniones de Boris Johnson con Angela Merkel y Emmanuel Macron, que al menos superficialmente señalaron la posibilidad de algún acuerdo de última hora sobre Brexit. El ruido ahora en torno a la posibilidad de "cerrar" el parlamento hasta solo unos días antes de la fecha límite del 31 de octubre, por el contrario, aumenta la posibilidad de "no acuerdo", con la libra esterlina eliminando gran parte de sus ganancias recientes”, explica Gilles Moëc, economista jefe de la gestora francesa Axa Investment Managers.

El interés que pagan los británicos por su deuda contrasta con el que no pagan (e incluso, cobran) los bonos de los países del euro. La obligación española a diez años estuvo a punto de entrar en tasas negativas este miércoles a lo largo del día por primera vez en su historia y llegó a marcar un mínimo en el 0,05%, mientras que la deuda alemana o francesa profundiza en sus rentabilidades negativas del -0,7% y -0,4%, respectivamente. “Es improbable que pueda tener lugar ningún resultado positivo sobre Brexit (como un acuerdo, una extensión o un segundo referéndum), sin que primero se exacerbe el actual sentimiento de crisis en Reino Unido y en los activos británicos, añade Moëc.

La divisa británica ha llegado a caer hasta los 1,2213 dólares, tras cerrar el martes en 1,2287, en lo que supone su peor cambio la última semana frente al 'billete verde' y hasta los 1,0959 euros, su mínimo de la última década frente a la moneda común. "La libra esterlina es un barómetro clave de la incertidumbre del 'Brexit': cuanto más incierto es el entorno político del Reino Unido, más débil es la libra y viceversa", explica Ann-Katrin Petersen, estratega de inversión de Allianz Global Investors.

El Banco de Inglaterra advirtió en su última reunión a principios de agosto de que no descarta movimientos de los tipos de interés “en cualquier dirección” para preservar el objetivo de inflación del 2%, que sigue siendo su máxima prioridad, aunque también para proteger a la libra un episodio de fuga de capitales como avisan los expertos.

De hecho, el gobernador Mark Carney señaló que están detectando presiones inflacionistas en la economía británica como efectos colaterales del Brexit. De producirse una salida de la UE sin acuerdo, Reino Unido podría afrontar interrupciones de suministro en alimentación, medicamentos y suministros industriales que pueden provocar turbulencias graves sobre el comercio y los precios en general.

“El aumento de la incertidumbre sobre la naturaleza de la retirada de la Unión Europea significa que la economía podría seguir una amplia gama de caminos en los próximos años. El camino apropiado de la política monetaria dependerá de los efectos del Brexit en el equilibrio en la demanda, la oferta y el tipo de cambio (divisa). La respuesta de la política monetaria al Brexit, cualquiera que sea la forma que adopte, no será automática y podría ir en cualquier dirección”, advierte la autoridad monetaria en el comunicado que acompaña a la decisión.

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