China vuelve a la carga en este toma y daca de hostilidades en que se ha convertido su guerra comercial con Estados Unidos. El Gobierno de Pekín ha anunciado que elevará los aranceles del 5 al 10% a la importación de 75.000 millones de dólares en productos estadounidenses, incluidos los automóviles, y lo hará en dos tandas, a partir del 1 de septiembre la primera y desde el 15 de diciembre una segunda. Las nuevas tasas afectarán a algo más de 5.000 productos norteamericanos.
El Gobierno de Asuntos Exteriores chino hace este anuncio coincidiendo con la celebración de la reunión de banqueros centrales en Jackson Hole, Estados Unidos, a la que no asiste; y justo antes de la celebración del G7 en la ciudad francesa de Biarritz, en la que tampoco estará presente. Y en parte la noticia ha hecho tambalearse a las bolsas europeas (y a los futuros en Wall Street) que venían registrando una jornada de avances.
Las fechas que Pekín pone sobre la mesa coinciden con las que Donald Trump fijó para subir tasas a la importación de productos chinos por otros 300.000 millones de euros. El Ejecutivo de Xi Jinping pone nuevas cartas sobre la mesa, después de haber respondido a las decisiones anunciadas por EEUU con la devaluación del yuan aplicada por el Banco Central del país el pasado 5 de agosto, cuando situó el yuan en su nivel más bajo en once años, desde la crisis financiera.
En su comunicado, el Gobierno chino asegura que la adopción de estas medidas arancelarias "es un movimiento forzado para enfrentar el unilateralismo y el proteccionismo comercial de Estados Unidos". Apunta, además, que la cooperación es la única opción correcta para ambos países.
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