Tras sus máximos históricos

Cobre, níquel... Los metales se retraen ante los cantos de sirena de la recesión

Las preocupaciones sobre la demanda pesan sobre la confianza después de que los bancos centrales, en especial la Fed, apuesten por un enfoque más agresivo para su política monetaria. 

El cobre se desmarca de las caídas en los metales industriales y reedita máximos
El precio del cobre marca mínimos de nueve meses 
Pixabay

A medida que la reapertura de las economías impulsaba la demanda, el precio de los metales industriales iba en aumento ante una oferta desigual. El 'boom' que experimentó el sector, vinculado a la electrificación de la economía, se consolidó en 2022 hasta niveles de máximos históricos. Sin embargo, el 'rally' parece haber tocado techo. Desde sus máximos, por ejemplo, el cobre cae un 23% y el aluminio un 40%. El riesgo de recesión aviva los temores a una menor demanda y arrastra a la baja los precios. Las mayores caídas se han producido en las últimas semanas, coincidiendo con el giro agresivo de la política monetaria de los principales bancos centrales, sobre todo, la Reserva Federal de EEUU. 

Hace dos semanas la Fed aplicó su mayor subida de tipos de interés desde 1994 y esta semana su presidente, Jerome Powell, reiteró su "firme compromiso" para luchar contra la inflación, lo que anticipa nuevas subidas de 75 puntos básicos. El objetivo es frenar el crecimiento de los precios, pero los responsables de la política monetaria reconocen que estas medidas pueden llevar a la economía estadounidense a una recesión, es decir, dos trimestres seguidos en los que el crecimiento económico sea negativo. El propio Powell afirmó por primera este miércoles ante el Senado de EEUU que "ciertamente es una "posibilidad". 

Estas declaraciones aceleraron las pérdidas. El cobre ya cotiza en mínimos desde febrero de 2021 y acumula una caída interanual próxima al 12% después de que en marzo se disparara a su precio más alto. En concreto, el metal rojo rozó los 5 dólares por libra y ahora se sitúa en los 3,7 dólares. Históricamente el comportamiento del precio del cobre, producido especialmente en Chile (28%), ha sido considerado como un indicador adelantado de la fortaleza de la economía global debido a su uso en múltiples actividades económicas. Desde ING creen que las preocupaciones sobre la demanda continúan pesando sobre la confianza del cobre, pero también en el conjunto de los metales.

No es el único metal industrial que registra esta tendencia. El plomo también se ha dejado casi un 12% respecto a hace un año. La caída es mayor para el aluminio (-14%), afectado también una mayor oferta, y cotiza por debajo de los 2.500 dólares por tonelada por primera vez desde julio del año pasado. Por su parte, el zinc se sitúa en mínimos de 2022. El níquel, uno de los productos industriales más cruciales, se recupera de la crisis de liquidez que duplicó su coste en apenas días y ha caído hasta el el nivel que registraba a finales de febrero, justo antes del 'shock' en la Bolsa de Metales de Londres. 

En la demanda de metales industriales también influye la actividad económica en China, que hasta ahora se ve afectado por las estrictas medidas para controlar los casos de coronavirus. Los confinamientos aplicados limitan la demanda del país, uno de los principales consumidores. El Gobierno de Xi Jinping acordó relajar las medidas el pasado mes de mayo, pero han vuelto a los confinamientos masivos por nuevos rebrotes. 

La atención se dirige ahora a la demanda después de que el temor a la falta de oferta, que se agravó tras la invasión rusa de Ucrania, disparara sus precios. Los analistas de Morgan Stanley señalaban que "después de dos años de ganancias excesivas respaldadas por choques de oferta y una demanda boyante, los retornos de la industria están obligados a normalizarse". Pero, pese a la caída de los precios reciente, los costes están todavía muy por encima de los niveles tras el estallido de la pandemia, cuando los metales industriales comenzaron su 'rally'. El consumo de los metales ha crecido en los últimos años impulsado por la electrificación de la economía, donde metales son esenciales para construir, por ejemplo, vehículos eléctricos, paneles solares o turbinas eólicas.

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