Gas, electricidad y combustibles

Cómo la crisis de Ucrania va a tensionar todavía más el mercado de la energía

Los hogares afrontan nuevos incrementos en la factura energética por la electricidad, el gas y los combustibles que penaliza a las empresas comercializadoras sin capacidad para mantener márgenes

Los precios de los combustibles siguen escalando con la guerra de Ucrania.
Los precios de los combustibles siguen escalando con la guerra de Ucrania.
DPA vía Europa Press

El mundo está con los ojos puestos en Europa. Tras el coronavirus es el nuevo 'cisne negro' que asoma sobre las economías del Viejo Continente y la repercusión sobre diferentes sectores se puede hacer notar en los próximos meses. El energético, entre ellos, que ya estaba sobre presión con la inflación galopante que se ha desatado en todo el planeta.

Uno de ellos es el sector de la energía. Y es que la invasión rusa de Ucrania agravará la crisis energética en Europa y ejercerá mayor presión sobre el almacenamiento de gas europeo, que ya se encuentra en su nivel más bajo desde hace varios años. El efecto sobre los precios del gas y la electricidad se verá agravado por la reacción de Rusia a las sanciones.

Dado que Rusia abastece entre el 30% y el 40% del gas de Europa, y que aproximadamente un tercio de las exportaciones de gas ruso a Europa pasan por Ucrania, las sanciones que afecten al suministro de gas ruso harán subir los ya elevados precios de la energía en Europa”, afirma Sebastian Zank, responsable del equipo de calificaciones corporativas de Scope.

“Los precios del gas y la electricidad, así como el euro-rublo, serán muy volátiles… En particular, la volatilidad de los tipos de interés afectará a las empresas de servicios públicos con exposición directa a Rusia, como Fortum y Uniper”, añade el experto.

Los expertos de Goldman Sachs en un reciente informe iban en esa misma línea: “Las consecuencias sobre los precios del gas y la electricidad se verán agravadas por la reacción de Rusia a las sanciones adicionales, que podrían incluir la suspensión de los flujos de gas hacia Europa”. A ello hay que sumarle que Rusia ha negado en repetidas ocasiones que utilice el gas como arma geopolítica. Gazprom, la principal gasística del país ruso, por su parte, asegura haber cumplido sus obligaciones contractuales con sus clientes.

La interrupción de los suministros de gas se podría traducir en una mayor volatilidad de los márgenes y de la comercialización para las empresas europeas con flotas de gas, como Engie, Iberdrola, Enel y RWE. “Además, las interrupciones en el suministro de gas, hacia Europa también afectarían al negocio de abastecimiento de gas en la región, principalmente de los proveedores de gas europeos Uniper y Engie”, dice Zank.

La penalización en las eléctricas

Únicamente unas pocas compañías de servicios públicos europeas están expuestas directamente a Rusia. Entre ellas se encuentra la finlandesa Fortum, para la que Rusia aporta entre el 10% y el 20% de su EBITDA recurrente, además de una exposición indirecta a través de la alemana Uniper. Esta empresa genera aproximadamente el 20% de su resultado a partir de actividades rusas. Por el momento, todas las actividades funcionan con normalidad, pero podrían verse afectadas por las sanciones.

Además, los beneficios de estas empresas se verán afectados por los movimientos negativos de los tipos de cambio entre el euro y el rublo, con la consiguiente disminución de la consolidación de los beneficios. Por el contrario, todos los servicios públicos europeos (generadores de electricidad, proveedores de energía y operadores de líneas eléctricas) se verán afectados indirectamente por el aumento de las presiones sobre los precios del gas natural y al mercado mayorista de electricidad.

“Las utilities europeas tienen un sesgo más protector ante el clima bélico en Ucrania, pero es cierto que el entorno global hace que irremediablemente puedan sufrir algún castigo colateral”, expone Morgan Stanley en un informe. El incremento de la presión sobre los precios tiene consecuencias negativas más graves para los proveedores europeos de energía (gas y electricidad), que no cuentan con una cobertura adecuada y no pueden repercutir el aumento de los precios de las materias primas en los clientes minoristas y comerciales.

“A pesar de la subida de los precios del gas, el aumento de los precios de las materias primas se traduce en un incremento de los precios a mayoristas, lo que generalmente favorece la concesión de créditos a los proveedores de energía, ya que normalmente pueden repercutir en los clientes el aumento de los costes de compra”, afirma Marlen Shokhitbayev, responsable del equipo de calificaciones corporativas de Scope.

Por una parte, las subidas de los precios de las materias primas mejoran los niveles de flujo de caja netos obtenidos en la actividad de suministro de energía cuando se pueden mantener los márgenes de suministro. Mientras, el aumento de los precios del mercado mayorista amplía los márgenes de beneficio para los proveedores de electricidad que tienen la capacidad con el coste marginal más bajo dentro del orden de mérito, que va desde la energía hidroeléctrica, nuclear y renovables no reguladas hasta el gas y el carbón.

Los principales proveedores de energía que tienen contratos durante varios años con clientes industriales utilizan mecanismos de fijación de precios flexibles que permiten repercutir el aumento de los costes de aprovisionamiento en dichos clientes y así aumentar los ingresos absolutos. “Pero también significa que los proveedores de energía tienen que aportar más recursos por adelantado para la constitución de márgenes hasta que se hayan liquidado los contratos”, concreta Shokhitbayev.

Hay otra salvedad. Los gobiernos europeos ya demostraron en la segunda mitad de 2021 lo preocupados que estaban por las consecuencias políticas a corto plazo del aumento de los precios de la energía. Algunos han congelado los precios de la energía o han tomado medidas para cubrir las subidas de precios de determinados bienes de consumo.

La intervención pública no es, desde luego, una solución sostenible, de ahí que aumente el riesgo de una intervención política adversa y de la posible obtención de beneficios extraordinarios de determinados activos de generación de energía, en detrimento de los perfiles crediticios de las empresas de servicios públicos.

Al final, los consumidores finales pagarán el peaje, ya sean los hogares o los clientes comerciales. “Si nos fijamos en las industrias más intensivas en energía, especialmente las empresas de hierro y acero básico, cemento, fertilizantes, refinerías y productos químicos orgánicos son las más presionadas por los altos precios sostenidos del gas y la electricidad en Europa”, concluye la experta de Scope Ratings.

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